SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Tarjetas fantasma para un paí­s de fantasmas

Al parecer resulta una práctica habitual entre los ejecutivos y barandas de grandes empresas y corporaciones españolas cobrar en negro a través de tarjetas «black» opacas al fisco Se las reparten en secreto entre ellos como si fueran droga. Aquí los que mandan lo hacen todo así, a lo grande pero con discreción. Un país tan lleno de fantasmas tenía que estar repleto de tarjetas fantasmas. Un paraíso fiscal como España debía ser líder también en la introducción del dinero de plástico para una gestión más cómoda de la economía sumergida.

Al ministro De Guindos, el Señor de los rescates, le da vergüenza. El increíble Montoro y Hacienda han anunciado la investigación del uso de estas tarjetas entre las empresas del Ibex, mientras el jefe de gabinete del secretario de Estado de Hacienda dimitía por haberlas empleado con devoción y alegría. Recuerdan al capitán Renault en Casablanca indignándose ante Rick porque se jugaba en su garito, mientras un gendarme le entregaba sus ganancias.

A Miguel Blesa y su equipo de dirección, cuando les dijeron que les quedaba un mes al frente de Caja Madrid, les dio por quemar las tarjetas como si mañana fuera a acabarse el mundo. En treinta días se gastaron lo que en un año. Imagínense a gente que gana varios millones de euros al año colándole a la empresa con las tarjetas fantasmadas como la compra de la semana, las cenas de los sábados con vino del bueno, la esgrima de los niños o los domingos de golf y cochinillo.

Seguramente les parecerá cutre, pero es el camino más seguro para llegar a rico en España. Si se han tragado la milonga del esfuerzo y la competitividad y esa chorrada de lo importante que resulta tener espíritu emprendedor, lo siento por ustedes, pardillos. Lo que de verdad cuenta se resume en ser un buen fantasma: tener mucha jeta y amiguetes que te coloquen en los sitios donde puedas desarrollar, con espíritu emprendedor, tu capacidad para echarle cara a la vida, como Miguel Blesa y su amigo José Maria Aznar.

Pablo Abejas, el exdirector de Economía de Madrid se pulió cerca de 250.000 euros entre 2006 y 2012, a 40.000 euros por año. Según él no ha hecho nada ilegal y nada que no fuera práctica habitual en la banca. La ley no debe ser igual para ellos que para los demás. Y aún dicen que lo de la casta es demagogia. Todo el mundo lo sabía, ganar dinero no es delito, sostiene este alto cargo dimitido por Ignacio González, el presidente de la comunidad de Madrid, quien debe ser parte de ese todo el mundo que no somos ni usted ni yo. Nosotros solo lo pagamos. El espectáculo lo ponen ellos.

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