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El voto al PP se hunde por la desmovilización de su electorado

El apoyo al PP se hunde hasta llegar a su peor dato de toda la legislatura por la notable desmovilización de sus electores, según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS. La situación del partido de Mariano Rajoy es difícil porque el desinterés y malestar de sus hipotéticos apoyos se produce, precisamente, en el momento en el que sus adversarios políticos sí logran mostrar una notable capacidad de movilización. Está por ver si es coyuntural o si se traduce en expectativa de voto estable.

Por eso, el PP cae según el sondeo del 30,37% —sobre censo— que logró en las generales de 2011 al 15,9% que muestra la encuesta. Ese dato, coherente con el 11,22% —sobre censo— del PP en las europeas, es consecuencia especialmente del hecho de que la desafección y rechazo a todo lo que tenga que ver con la política se dirige en este momento sobre todo hacia el PP. Se suma también el efecto de desmovilización entre los electores populares que puede tener el acontecimiento político que, además del desafío soberanista de Cataluña, ha marcado el inicio del curso político: la retirada del anteproyecto de ley del aborto y la posterior dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón, con tensiones en el Gobierno.

Por contra, por distintos motivos y diferente intensidad, el resto de partidos sí han logrado una movilización que, según la encuesta, arrojaría un porcentaje de participación del 72,2%, medio punto más que la registrada en las generales de 2011. Especialmente han conseguido agitar al electorado el PSOE y Podemos.

El PSOE, renovado en julio y volcado en diferenciarse del PP, parece haber logrado una movilización de sus potenciales electores. El factor novedad que ha provocado la llegada de Pedro Sánchez y su hiperactividad pública parecen haber animado a los votantes socialistas y, al menos, le han llevado al 20,7%, que deja al PSOE en el mismo resultado de las generales de 2011 y por encima de las europeas. La imagen de renovación, que reconoce como posible el 73% de los votantes del PSOE, le permite apuntar a una recuperación con respecto al batacazo de las europeas, aun con el anterior equipo al frente del partido.

Con esa mayor movilización, que saca de la abstención a muchos de sus posibles votantes, el PSOE se pone por delante del PP, favorecido por la caída del partido de Rajoy, pero es preciso esperar a nuevos sondeos para comprobar si es solo una situación coyuntural por decisiones muy concretas. De momento, Sánchez tienen índices de valoración entre el conjunto de los ciudadanos mejores que los que tuvieron José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba y superiores a los de Rajoy. Para los populares, la esperanza es que si dependen de la movilización aún les queda un año hasta las generales, a la esperas de que se perciba recuperación económica y los efectos de la aparente bajada de impuestos. Su ventaja es que en el electorado conservador el PP no compite contra más opciones, frente a la fragmentación de la izquierda, y su reto es sacar del malestar y el desinterés a los suyos. También está por ver si el efecto novedad de Sánchez se mantiene o si la sobreexposición le lleva a dudas y traspiés como los de esta semana, con propuestas luego corregidas y contestadas en su propio grupo.

Y, por supuesto, Podemos sigue desmostrando que ha llegado para quedarse y que no es coyuntural. Su porcentaje de voto declarado llegaría al 14,3%, es decir, consolidado como tercera fuerza política. El movimiento de Pablo Iglesias, que busca estos meses cómo dotarse de una estructura y organización, se nutre sobre todo de abstencionistas, aunque reúne votantes de diferentes opciones tradicionales, especialmente, del PSOE e IU. Su mérito es que ha incorporado a electores que daban la espalda a las urnas, con un alto nivel de movilización, que eleva el porcentaje de posible participación electoral y que se contrapone con la desidia momentánea de los votantes conservadores.

El bipartidismo sigue en coma, como lo prueba que en 2011 el porcentaje de suma de PSOE y PP fuera del 51,9%, mientras que ahora solo alcanzan esa cifra si se incorpora la expectativa de voto de Podemos. Este movimiento ha recogido el voto de los molestos con el sistema y eso que el trabajo de campo se hizo antes de que estallara el caso de las tarjetas ocultas de Caja Madrid, que afecta al PP, al PSOE y hasta a IU. El episodio es paradigmático de la idea de casta política que ha abonado Podemos, que ha calado entre los ciudadanos y que dirige hacia esta formación ese malestar acumulado. Ha logrado también cambiar la agenda política y legislativa de PP y PSOE y obligarles a volcarse en la regeneración.

IU y UPyD siguen por encima de sus resultados de 2014 y con tendencia al alza. No obstante, parecen haber perdido la capacidad de actuar como formaciones refugio de votantes desencantados y, sobre todo, de abstencionistas molestos contra los dos grandes partidos. Podemos se ha hecho con el impulso de las mareas que antes eran más próximas a IU y la bandera de la regeneración que levantó UPyD.

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