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Primero Escocia, ahora Cataluña

Al igual que los escoceses, los catalanes quieren un referéndum sobre la independencia. A diferencia de los británicos, los españoles no están dispuestos a dejar que lo hagan. Esto es un error, y los líderes de España tiene que mostrar un poco de habilidad política, haciendo posible voto – mientras ellos hacen campaña por la unidad. El gobierno local de Cataluña ha programado un referéndum para el 9 de noviembre, pero el Tribunal Constitucional de España lo suspendió el martes. Este es el mismo tribunal que dictó una sentencia hace cuatro años -en un recurso también interpuesto por el Partido Popular de Mariano Rajoy- que tumbó una ley española de 2006 concediendo mayor autonomía a Cataluña. Los catalanes han estado amargados desde entonces, y el Partido Popular ha empeorado la situación mostrándose evasivo ante las demandas catalanas y participando en otras provocaciones. (Su ministro de Educación hizo un llamamiento a “españolizar” a los niños catalanes.) El apoyo a la independencia de Cataluña ha crecido a más de un 50 por ciento, según varias encuestas recientes, desde un nivel tan bajo como el 15 por ciento en 2007 – y es improbable que se reduzca con el fallo de ayer. No va a detener la espiral por la independencia. Para evitar una espiral potencial de desobediencia civil o incluso de violencia, Rajoy debería ir a Cataluña y reconocer, en persona, los errores que su partido ha comketido. Para los siguientes pasos, sólo necesita mirar a través del mar hacia el norte. Debe ofrecer un nuevo comienzo a las negociaciones sobre una mayor autonomía para Cataluña y un mayor control de sus ingresos fiscales. Como el primer ministro británico, David Cameron, le podría decir, Rajoy probablemente tendrá que hacer estas concesiones de todas formas para mantener a su país unido. Rajoy también debe estar abierto a la reforma constitucional que descentralice poderes e incluir un procedimiento para permitir que las regiones de España voten sobre la secesión. Esto no necesariamente tiene que hacerse en los términos extraordinariamente generosos que Cameron acordó para Escocia, pero tendría que crear una ruta potencial para que los catalanes puedan llevar a cabo, al menos, un referéndum no vinculante sobre su estado. Incluso la participación en dichas negociaciones puede llevar a los catalanes a abandonar su referéndum por ahora, si creen que una vía legal para votar sobre la independencia finalmente estará disponible. Mientras tanto, Rajoy y otros funcionarios del gobierno central deben comenzar una campaña para mostrar a los catalanes (así como a los vascos y gallegos) por qué están mejor en España. Uno de los beneficios de la campaña del referéndum de dos años de Escocia fue que ambas partes tuvieron la oportunidad de dar publicidad y probar sus argumentos. La secesión de Cataluña sería más traumática para España que la de Escocia hubiera sido para el Reino Unido; la región representa el 16 por ciento de la población española y el 19 por ciento de la economía (una cuota doble de Escocia respecto al Reino Unido en ambos casos). La situación financiera de España ya es precaria, y tanto ella como Cataluña serían castigadas severamente en los mercados de bonos por cualquier ruptura. Dándoles la oportunidad, los catalanes bien podrían concluir, como lo han hecho los escoceses, que la independencia no vale la pena el riesgo y el dolor. Para hacer que los catalanes confíen en esta conclusión, sin embargo, se necesita un vigoroso debate. Hasta ahora, el gobierno de Rajoy y de España se han negado incluso a discutir la posibilidad de la independencia. Ahora es el momento para ellos de hacerlo para reforzar la unión.

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