Según el sitio, se contabilizaron más de 1.200 cadáveres y 257 fueron transportados hacia un hospital improvisado en la zona rebelde, luego de una ofensiva de artillería que empezó el sábado por la noche.
Por su arte, el portavoz militar de Sri Lanka, Udaya Nanayakkara, negó que las fuerzas gubernamentales lanzaran ataques contra civiles y tachó de propaganda las acusaciones de los insurgentes.Los rebeldes tamiles de Sri Lanka aseguraron este domingo que los bombardeos de las fuerzas gubernamentales dejaron más de 2 mil civiles muertos en 24 horas, pero los militares desmintieron la acusación.La mayoría de las víctimas fueron «descubiertas en búnkers y en tiendas de lona», según Tamilnet.En principio, las fuerzas armadas srilanquesas tienen orden de no usar armas pesadas contra el enclave de los Tigres, a fin de preservar la vida de los civiles atrapados.»No hemos utilizado armas pesadas en la zona en la que Tamilnet afirma que murieron civiles», declaró el portavoz.En un comunicado, los militares acusaron incluso a los rebeldes de haber disparado con morteros sobre civiles, con el objetivo de «ensuciar la imagen de las fuerzas de seguridad ante la opinión pública nacional e internacional».Ha sido imposible verificar las informaciones con fuentes independientes, puesto que los periodistas no pueden viajar libremente a la zona.De hecho, un equipo de un canal de televisión británico fue expulsado de Sri Lanka el domingo luego de difundir acusaciones de malos tratos contra los 200 mil tamiles que están hacinados en campamentos de refugiados administrados por el gobierno, una acusación negada por las autoridades de Colombo.Por otra parte, el ejército srilanqués indicó el domingo que había descubierto una construcción que podría haber sido concebida para servir de escondite submarino al líder de los rebeldes tamiles, Velupillai Prabhakaran.Este objeto «extraño podía ser sumergido y servir de escondite temporal», indicó el ejército.Invisible desde hace 18 meses, Tigre Número Uno, como se le llama, encabeza desde hace 37 años una guerrilla violenta y extremista. Como su jefe, los Tigres prefieren morir antes que deponer las armas, y siempre llevan con ellos una pastilla de cianuro.El martes pasado, el primer ministro srilanqués, Ratnasiri Wickremanayake, aseguró que el jefe de los rebeldes todavía estaba atrapado «en los 4 kilómetros cuadrados (de territorio) en el departamento de Mullaittivu».Según la ONU, 50 mil civiles tamiles están bloqueados en una estrecha franja costera donde están acorralados los rebeldes. Las autoridades de Sri Lanka consideran que los civiles no son más de 15 o 20 mil y acusan a la guerrilla de usarlos como «escudos humanos».Siempre según la ONU, más de 6 mil 500 civiles murieron y 14 mil resultaron heridos desde que el ejército lanzó en enero su ofensiva «final» en el noreste del país.El presidente nacionalista Mahinda Rajapakse reiteró que el conflicto estaba llegando a su fin, y la prensa de este domingo, oficialista, se congratulaba del «fin de un largo viaje».Luego de 37 años de violencia, Sri Lanka está convencido de haber ganado la guerra contra la rebelión más temible y mejor organizada del mundo, que controlaba hasta hace dos años un tercio de los 65 mil kilómetros cuadrados de la isla, poblada por 20 millones de personas.La ex colonia británica, que quiere defender su soberanía, resiste desde hace tres semanas a las exhortaciones de la comunidad internacional a instaurar un alto el fuego «humanitario».