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Sondeo: el PP se hunde en el lodo de Bárcenas

Sobres en negro, contabilidad paralela, mordidas… y sobre todo, silencio. Un silencio clamoroso que indigna a los ciudadanos, sumidos ya en la desconfianza y en la sospecha, cansados de promesas incumplidas y de vueltas de tuerca asfixiantes. Así se resume el estado de ánimo de la mayoría de los españoles, según la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO. Así… y con un aviso en toda regla: si hoy se celebraran elecciones, el PP se hundiría en el abismo con un 30,7% de los votos, a nada menos que 14 puntos (13,9) de la cota que logró en las elecciones generales de noviembre de 2011. No se recuerda una intención de voto peor para los populares en más de dos décadas. Desde el 33,2% que registró el sondeo de este periódico en febrero de 1993 y que ellos elevaron al 34,7% en los comicios de junio de ese año, nunca más volvieron a caer por debajo del 35%. Unas perspectivas que parecen haber pasado a la Historia.

Hoy, de acuerdo con la encuesta, el PP, atenazado por las revelaciones de Bárcenas, preso de papeles oscuros, atemorizado por el fantasma del dinero negro y plegado a una cúpula que prefiere esconderse, echar tierra y esperar, perdería una tercera parte de lo que cosechó hace 20 meses. Y en esta ocasión ni siquiera tendría el consuelo de mantenerse, pese a todo, muy por delante de su principal adversario político. Los 10 puntos que sacaba hace apenas dos meses al PSOE se han ya volatilizado. Ahora la ventaja del PP es sólo de 2,9 puntos sobre los socialistas, que si se abrieran ya las urnas obtendrían un 27,8% de los votos. Tampoco el partido que lidera Alfredo Pérez Rubalcaba está en racha. Pese al fortísimo desgaste del Gobierno y de su formación, el PSOE no consigue remontar el vuelo. Permanece anclado a su resultado de los pasados comicios, e incluso ahora se sitúa un punto por debajo. No obstante, los socialistas ven cómo la distancia enorme que hace año y medio les separaba de los populares (15,8 puntos) ha quedado ahora considerablemente reducida. Y así ha sido no por méritos propios, sino por errores del rival. La historia electoral del PP desde la investidura de Rajoy ha sido un continuo deslizarse hacia el fondo. De los 44,6 puntos de la victoria del 20-N cayeron hasta los 39,1 apenas medio año después, en junio de 2012. Sólo un mes más tarde, en julio, ya se situaban en 35,8. A finales de año, en diciembre, su capital de votos se había recuperado levemente y se asentaba en 36,7. Enseguida perdieron la remontada, porque en febrero de este año volvían a descender a los 33,5 y sólo gozarían de un respiro el pasado mayo con un 35,4. Ahora, el descenso es espectacular. De nada parecen haber servido los datos de tímida recuperación económica que el presidente del Gobierno y su partido intentan mostrar a los españoles. Desde hace semanas, el ex tesorero de los populares ocupa todo el terreno y lo ha inundado con papeles y SMS comprometedores que los ciudadanos ven, a falta de una explicación coherente y convincente por parte de Rajoy, como claros indicios de la existencia de un nido de corrupción. Así se explican los datos del sondeo analizados ayer por EL MUNDO. Los que creen que en Génova se repartían sobresueldos y se recibían donaciones muy por encima de los límites permitidos a cambio de adjudicaciones de contratos jugosos, son multitud. Y lo que es peor en el momento actual: una inmensa mayoría de votantes, incluidos los del PP, están convencidos de que el propio presidente del Gobierno recibía sobres al margen de su sueldo. El malestar de la ciudadanía es muy grande porque estas sospechas, que para muchos son ya certidumbres, se acumulan sobre muchos meses de sacrificios, escuchando el discurso de la austeridad inevitable en boca, precisamente, de aquellos sobre los que ahora pesan las dudas. Como lluvia que cae sobre un terreno ya encharcado, los votantes castigan duramente a un PP que desde hace más de año y medio intenta combatir la crisis con continuas subidas de impuestos y recortes drásticos, traicionando el programa electoral que le llevó a la victoria, gobernando a golpe de decreto y hurtando argumentos y debate a los españoles, amparado en el respaldo de una mayoría absoluta social que, a tenor de lo que demuestran las encuestas, hace tiempo que ha perdido. No es de extrañar, en consecuencia, que los votantes, rechacen mayoritariamente a este Gobierno y al presidente. Un 60,2% de los encuestados asegura tener una imagen mala o muy mala de Mariano Rajoy. Los votantes entre los 18 y los 45 años de edad son los más duros con el jefe del Ejecutivo. En todas las franjas de edad el rechazo supera el 50%. Incluso entre los votantes del PP la crítica es dura. Un 31,2% lo califica mal o muy mal, en tanto que un 38,4% tiene de él una imagen buena o muy buena. Evidentemente, la insatisfacción se dispara cuando quienes contestan se reconocen votantes de otros partidos. Así, entre los del PSOE, un 88,5% tacha al presidente de malo o muy malo; el porcentaje es del 89% en el caso de los electores de IU y del 71,2% entre los de UPyD. Y el Gobierno en su conjunto lo tiene aún peor. Para el 63,6%, la imagen que transmite es mala o muy mala. En el caso de los votantes del PP, los que tienen una pésima opinión del Ejecutivo son el 34,3%, en tanto que los que lo califican bien o muy bien se quedan en el 28,2%. Los problemas políticos vienen ensartados uno detrás de otro porque de esta caída en desgracia de los populares y de la falta de fuelle de los socialistas, sólo se extrae una conclusión: el fin del bipartidismo puede estar a la vuelta de la esquina. Hoy, PP y PSOE juntos sumarían el 58,5% de los votos. Ninguno podría gobernar en solitario y las alianzas tendrían que imponerse. En ese escenario, un hipotético acuerdo PSOE-IU lo tendría más fácil porque los socialistas, sumando los 14,3 puntos que lograrían las huestes de Cayo Lara, alcanzarían el 42% de las papeletas. Y es que la tónica de los últimos meses mostrando un imparable ascenso de las fuerzas hasta ahora minoritarias, se mantiene. IU duplicaría hoy sus votos, pasando del 6,9% de las elecciones generales al 14,3%.

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