El papel de la organización social en la evolución(3)

¿Somos neandertales?

La mejor organización y eficiencia social permitió que de las dos especies humanas, sapiens y neandertales, fuera la primera la que se impusiera

Hoy existe una sola especie humana inteligente, el Homo sapiens. Pero no siempre ha sido así. Hasta hace muy poco -unos 40.000 años, casi nada en términos evolutivos- existían dos: la nuestra y el Homo neanderthalensis. 

La imagen del neandertal como bruto, inferior y salvaje, incapaz de alcanzar el grado de cultura reservado a la humanidad, se ha pulverizado en mil pedazos. Ahora sabemos que son tan humanos como nosotros.

Este mismo año, un revolucionario descubrimiento copaba la portada de la revista Science. Era la confirmación de que las pinturas alojadas en tres cuevas españolas (Maltravieso en Cáceres, Ardales en Málaga y La Pasiega en Cantabria) se databan más allá de los 65.000 años de antigüedad. Es decir, 20.000 años antes de que los humanos modernos, los Homo Sapiens, llegaran a la península ibérica. Sus autores tenían que ser, necesariamente, neandertales. 

Paralelamente, en la cueva de Los Aviones, en Murcia, se databan unas concha marinas perforadas y pigmentadas en torno a los 115.000 años, con la que los neandertales ornamentaban sus cuerpos, 30.000 años antes de que los sapiens comenzaran a hacerlo en África.

No son hechos anecdóticos. Como revela uno de los arqueólogos que dirigió estas investigaciones, esto demuestra que los neandertales tuvieron «lenguaje, cognición avanzada y pensamiento simbólico».

Se habían documentado enterramientos rituales obra de neandertales, nuevas investigaciones les atribuyen la capacidad de encender sus propios fuegos, el hioides -un pequeño hueso clave en el aparato fonador- hallado en la cueva israelí de Kebara evidencia que podían acceder al lenguaje articulado…

Pero existía un reducto de «humanidad» reservado solo a nosotros, a los sapiens, la capacidad de producir arte, de alcanzar el umbral del pensamiento simbólico. Ya hemos perdido esta exclusividad, que deberemos compartir con los neandertales.

Las profundas implicaciones de este hecho se redimensionan al cruzarla con los resultados de otras investigaciones.

Un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, analizando las marcas en dientes hallados en Francia, Bélgica, y sobre todo en la cueva asturiana de El Sidrón, han determinado que en los neandertales hombres y mujeres realizaban tareas distintas, estableciendo una división del trabajo por sexos. Esto, que es la base de una mayor complejidad social, y que da lugar a nuevas y más elevadas divisiones sociales del trabajo, solo se había documentado en los sapiens.

También sabemos que los neandertales cuidaban y alimentaban a niños o ancianos impedidos, que no podían participar en ninguna actividad productiva. Expresión de unos poderosos lazos de cohesión social entre los miembros del grupo.

Y también este mismo año, se publicaba en la revista Nature el hallazgo en la cueva de Brunuquel, al suroeste de Francia, de un conjunto de grandes círculos construidos con pedazos de estalagmitas. Una construcción ritual, obra de los neandertales, y con una antigüedad de más de 176.000 años. Los responsables de este estudio reconocen que «nuestros  resultados sugieren que el grupo neandertal responsable de estas construcciones tenía un nivel de organización social más complejo que lo asumido hasta ahora para esta especie».

Unos, los neandertales, apostaron su supervivencia a la fortaleza física, otros, los sapiens, a la fuerza del grupo social

Esta práctica social de los grupos neandertales, mucho más compleja y desarrollada de lo que se suponía, es la que crea las condiciones, de comprensión de la realidad, de las relaciones de ese grupo social con la naturaleza o de los miembros del grupo entre sí, para acceder a la expresión artística o al pensamiento simbólico.

Un baño de materialismo que tritura cualquier concepción idealista. Los rasgos humanos «más elevados», atribuidos a características exclusivas de nuestra especie, estaban también en los neandertales, en otra especie humana.Y su fuente última está en el grado de práctica social alcanzado, no en la superioridad de una especie sobre las demás.

Más de lo mismo

Si los neandertales eran tan humanos como nosotros, ¿entonces por qué ellos se extinguieron mientras los Homo sapiens sobrevivieron?

En un libro, «La especie elegida», escrito por dos de los pilares del equipo de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez, se afirma que «lo que permitió a nuestros antepasados desplazar a los neandertales no fue ninguna ventaja cualitativa, del tipo del lenguaje, sino más bien un mayor desarrollo de sus capacidades para explotar los recursos; sencillamente, tenían más de lo mismo».

Un reciente estudio del Departamento de Arqueología de Cambridge, publicado por Science, demuestra que los grupos de sapiens que penetraron en Europa eran diez veces más grandes que los grupos neandertales locales, y estaban mejor integrados socialmente.

La práctica social de los neandertales, más compleja de lo que se suponía, creó las condiciones para acceder al arte o al pensamiento simbólico

Los recién llegados poseían tecnologías superiores de caza y herramientas, eran más eficientes en los procedimientos de proceso y almacenado de alimentos en invierno, y tenían mayores contactos sociales con otros grupos, favoreciendo el comercio e intercambio de productos en periodos de escasez.

Otro estudio, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, confirma que los neandertales vivían en grupos más pequeños y aislados, lo que les hacía más vulnerables. Y evidencia como los neandertales y los sapiens, a pesar de sus afinidades, siguieron vías evolutivas diferentes. Los neandertales experimentaron más cambios en el esqueleto, se hicieron más fuertes, mejor adaptados físicamente a los climas fríos europeos. Mientras que los sapiens evolucionaron más en su comportamiento social. Unos, los neandertales, apostaron su supervivencia a la fortaleza física, otros, los sapiens, a la fuerza del grupo social. Evidentemente, sabemos cuál fue la estrategia ganadora.

Uno de los codirectores del equipo de Atapuerca, Eudald Carbonell, lo explica afirmando que los sapiens «se organizan mejor social y culturalmente para hacer frente a la selección natural de forma colectiva».

Los neandertales eran humanos inteligentes, desarrollaron una sociedad compleja, alcanzaron las cotas del arte y el pensamiento simbólico. Pero la más elevada y eficiente organización social de los sapiens acabó desplazándolos a zonas más marginales, hasta acabar en la extinción.

Una vez más, fue el grado de organización social el que decidió el futuro de la humanidad, el que determinó que fueran los sapiens, y no los neandertales, quienes sobrevivieran.

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