SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Socialismo andaluz, la CiU del sur

Andalucía es la única comunidad en la que no ha habido cambio de color político desde la instauración de la autonomía. Pese a su pérdida de peso en las capitales de provincia, el Partido Socialista Obrero Español sigue siendo la fuerza hegemónica en Andalucía, gracias a su arraigo en las localidades intermedias –las denominadas ‘agrociudades’– y en los pueblos pequeños. El PSOE sigue siendo el ‘partido de Andalucia’. El partido de la gente que conserva en la memoria el oprobio de los señoritos. El gran partido del Sur. Fuente de identidad política y red de intereses. Fidelidad y comunitarismo. Y en el interior de ese comunitarismo, estratos clientelares. En Andalucía no se vota al PSOE, se ‘es’ del PSOE.

Hubo en la transición un andalucismo que intentó situarse más a la izquierda. Su consigna era «Poder andaluz», frente a la afirmación nacionalista de vascos y catalanes. Más bandera verde y blanca que bandera española. Una cierta pasión por la cultura árabe, antes de que el imán Jomeini tomase el poder en Teherán. Mucho antes, muchísimo antes de Al Qaeda y del Estado Islámico. Los hombres de negro todavía no habían llegado y los jóvenes universitarios andaluces de finales de los setenta bebían té con menta y leían El collar de la paloma, sensual libro de poemas de Ibn Hazm, publicado por Alianza Editorial. Idealizaban un islam pretérito y refinado. Y enarbolaban la bandera verde y blanca. La bandera adoptada por la Asamblea de Ronda de 1918, a propuesta de Blas Infante. El verde de los Omeyas (califato de Córdoba) y el blanco de los almohades. Poder andaluz.

El verbo apasionado de Alejandro Rojas Marcos, fundador del Partido Socialista de Andalucía, después Partido Andalucista, con sus frecuentes viajes a Libia en busca del apoyo del coronel Gadafi. Todo eso es pasado. Todo eso ha sido barrido. Andalucía vuelve a ser hoy frontera en mayúsculas. En su territorio se concentran las principales unidades operativas de las fuerzas armadas españolas, los principales centros de la industria española de armamento, las bases norteamericanas de Rota y Morón, esta última con los buques del denominado escudo antimisiles, con proyección sobre Oriente Medio y África. Y, por supuesto, la roca británica de Gibraltar, con submarinos nucleares.

Los jóvenes sevillanos ya no leen El collar de la paloma. Las finuras árabes ya no están de moda y cada dos por tres sale un tipo con turbante negro en internet pregonando la reconquista de Al Andalus. Gadafi murió linchado en Libia y Rojas Marcos lleva años jubilado como tribuno. La bandera de España va dejando en segundo plano a la enseña verde y blanca. Y una trianera instintiva, con más horas de aparato de partido que de clase en la universidad, quiere afirmarse al frente de la Junta, para después ir a Madrid. Sueña con ser la primera presidenta de España, con emular a Felipe González y con dar estabilidad al reinado de Felipe VI. Hija de un fontanero del barrio de Triana, sueña con volar alto, El collar de la paloma.

Díaz quiere derrotar al PP y enfrentar a Izquierda Unida y Podemos antes de que la ‘nueva’ izquierda arraigue con fuerza en el Sur. El acto de Podemos el pasado sábado en Sevilla ha disparado alarmas en el palacio de San Telmo de Sevilla, sede de la Junta. Los de Pablo Iglesias aún están verdes en Andalucía, sus líderes locales todavía son bisoños, pero la convocatoria fue un éxito. Había ambiente. Había energía.

El PSOE, partido regional andaluz, tiene un fuerte instinto de conservación. La CiU del Sur cree que ahora es el mejor momento para dejar al PP en segunda posición y enfrentar a muerte a IU y Podemos. Y ella quiere el collar.

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