Espectáculos

Sobrevivir a la Zarzuela

«Una noche en la zarzuela. Ensueño lí­rico en dos actos»» es el espectáculo que Luis Olmos y Bernardo Sánchez han servido en el Teatro de la Zarzuela de Madrid hasta el pasado 24 de mayo: Barbieri, Chueca, Fernández Caballero, Chapí­ o Arrieta, todo al servicio de la audacia artí­stica para abordar la crisis perpetua de la zarzuela; la que está pero nunca llega, o hasta ahora no ha podido con ella.

La obra se cuela en el ensayo ficticio de una comañía en el Madrid de la primera posguerra. La Compañía De la Vega-Carabias, que pretende reanimar a base de “electroshocks” de emoción y arte, la zarzuela en 1941. Esperanza Roy, que hace de directora ficticia, está presente y llena el escenario, bloqueando las fugas que una obra sin hilo dramático pudiera tener. Clásicos temas de valentía clandestina frente al retorcido cejo del falangista entregado a la causa y el impulso dramático de Apolonia que lo arriesga todo por un amigo que se esconde. Pero el tema es la zarzuela y todo gira en torno a ella, en sí misma. "El espectáculo de la zarzuela no puede sino sustentarse en términos teatrales y que no tiene por qué ser ajena a reflexiones y repliegues sobre su poética, su política y su incardinación en la Historia" Bernardo Sánchez, coautor de la obra. Con Cristóbal Soler y Enrique Diemecke dirigiendo la orquesta, bailarines que danzan y es ballet, y bailan y son jotas y fandangos, la compañía se entrega a las delicias de algunos clásicos de redonda compostura: “Agua, azucarillos y aguardiente”, “Canción del sembrador” de Guerrero, la romanza de Rafael de ‘Maravilla’ – Moreno Torroba -, el coro de las murmuraciones de “El dúo de la africana”, o la jota de los Ratas de “La Gran Vía”. “Suspiros de España” reza Esperanza Roy en el culmen final, rindiendo homenaje a la frescura – de cara – y al porte del arte “ligero”. Realmente un homenaje “al humor absurdo que caracteriza la obra de Azcona y la memoria sentimental y política de 1941, el año en el que apareció "La Codorniz", el del auge del gasógeno, el rezo masivo del Ángelus, el toque de queda y las cartillas de racionamiento” La historia de cualquier compañía de la época, un tributo a los que "huían del hambre y se marchaban todos a América, por eso el género decayó de aquella manera" explicaba Esperanza Roy en la presentación del espectáculo, "lloré al leerlo. Se llama antología pero es un trozo de la auténtica historia de lo que pasó en este país" Cómo sobrevive la pasión por el arte ante las dificultades, cuando lo único que importa es la vida, y salvarla – por el que se esconde del régimen y es ocultado por el personaje de Roy – es salvar a la zarzuela.

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