Sobre las carnes del soberanismo

«En los últimos años, sin embargo, han aparecido unos patriotas muy amenos para la rigurosa tradición catalana. Son rollizos, aceitunados, hirsutos, de fuerte caja torácica y mejillas bermejas. Tienen las piernas cortas y musculosas. Se advierte que han sido alimentados por familias que se tomaban muy seriamente la pitanza. Lucen, por otra parte, un ánimo jovial, brindan con champagne de marca, conducen coches lujosos, aman los viajes exóticos»

Tios de constitución maciza como Laporta, López Tena, Benach o Puigcercós (no así Carod-Rovira, que quizá por eso ha sido bajado de la tarima), conspicuos vividores, agudos mercaderes en un siglo, el XXI, para el que solo cuenta lo global y las mafias, ejecutivos de ánimo endurecido o expertos muñidores del desorden funcionarial y los fondos públicos, estos poderosos personajes son quienes empuñan ahora la antorcha nacional y la gerencia del odio. (EL PERIÓDICO) ESTRELLA DIGITAL.- Sobra cantidad y falta calidad, por ello resulta enormemente peligroso que se penalice la televisión pública para favorecer a las privadas. En éstas ha imperado e impera la telebasura; y tampoco se puede hablar de pluralismo, puesto que son muy pocos los que las controlan y, por muchos canales que existan, la propiedad, según parece, va a estar cada vez más concentrada. Detrás de este número reducido de grupos mediáticos se encuentra permanentemente el poder económico, que, al margen de posibles discrepancias políticas, mantiene un discurso monolítico cuando se trata de defender los intereses del capital y de las empresas EL MUNDO.- Resulta chocante que Zapatero -visiblemente irritado por las críticas recibidas- tachara de «insólito» que se cuestione su capacidad para presidir la UE en plena crisis, e invocara los «30 años» de crecimiento sostenido en España. El presidente sabe bien que lo que está en cuestión no es nuestro país, sino la política errática de su Gobierno, responsable en buena medida de lo rápido que se ha evaporado el milagro español al que aludía Opinión. El Periódico Sobre las carnes del soberanismo Félix de Azúa Hubo un tiempo en el que los caudillos de la patria catalana eran ciudadanos extremadamente ascéticos, exiguos de carne, enjutos de rostro, dotados de una robusta fortaleza moral y reconocida castidad o prolífica maritalidad. Recios alpinistas, vegetarianos dentados: eran los faquires de la nación. Así fueron Macià, Josep Benet, Raimon Galí, Espriu, Xirinacs… Si alguna duda se cernió sobre el Pujol juvenil fue que no satisfacía la imagen de jefe moral y guía mosaico, pero su catolicismo granítico acabó por otorgarle la jefatura. Aquellos ígneos espíritus inspiraban temor e imponían respeto a quienes no compartían su mística catastral y religiosa. Se asemejaban a otras almas flamígeras como Gandhi o Tolstoi, que habían representado lo mejor del nacionalismo y el populismo del siglo XIX, el de Smetana, el de Victor Hugo. Ciertamente, no estaban hechos para sobrevivir al siglo XX y todos perecieron como los grandes veleros ante la llegada del barco de vapor. Sus funerales fueron también las exequias de la poesía nacional y la religión de la patria. En los últimos años, sin embargo, han aparecido unos patriotas muy amenos para la rigurosa tradición catalana. Son rollizos, aceitunados, hirsutos, de fuerte caja torácica y mejillas bermejas. Tienen las piernas cortas y musculosas. Se advierte que han sido alimentados por familias que se tomaban muy seriamente la pitanza. Lucen, por otra parte, un ánimo jovial, brindan con champagne de marca, conducen coches lujosos, aman los viajes exóticos; en fin, dan ganas de que te inviten a sus fastuosas fiestas privadas. Tipos de constitución maciza como Laporta, López Tena, Benach o Puigcercós (no así Carod-Rovira, que quizá por eso ha sido bajado de la tarima), conspicuos vividores, agudos mercaderes en un siglo, el XXI, para el que solo cuenta lo global y las mafias, ejecutivos de ánimo endurecido o expertos muñidores del desorden funcionarial y los fondos públicos, estos poderosos personajes son quienes empuñan ahora la antorcha nacional y la gerencia del odio. Es una excelente noticia. EL PERIÓDICO. 9-1-2010 Opinión. Estrella Digital Televisión pública sin publicidad Juan Francisco Martín Seco Entre las múltiples novedades que nos ha traído el 2010 se encuentra la ausencia de publicidad en TVE. Algunos la considerarán una buena noticia, pero lo cierto es que una vez más el sector privado parasita al sector público y que la medida se va a traducir o bien en una menor calidad de la televisión pública o bien en canalizar mayores recursos presupuestarios a esta finalidad y, por tanto, en una mayor carga para el contribuyente. La decisión tomada por el Gobierno sólo tiene una razón de ser, beneficiar a las televisiones privadas, por ello resulta tan incomprensible cuando procede de un Ejecutivo que se denomina socialista. Es evidente que el negocio de la publicidad no da para todos. Pero ello se debió pensar antes, en el momento de otorgar las licencias o de planificar la televisión digital. Y aquí tenemos otra de las novedades de este año, el apagón analógico. Sin duda está constituyendo un lucrativo negocio para las empresas del sector, pero también un considerable gasto para las familias. La propaganda oficial nos pinta el cambio con los colores más atrayentes. La nueva tecnología va a permitirnos acceder a un número mucho mayor de cadenas, sin embargo la realidad no es tan clara. Lo cierto es que se repiten, puesto que pertenecen al mismo grupo. Son clónicas. No aportan nada nuevo y se limitan a repetir la programación que el canal principal ha emitido la tarde anterior o los capítulos atrasados de las series. Hay canales que se configuran como supermercados, dedicándose exclusivamente a la venta de todo tipo de cachivaches. Es más, tras la época en que primaba la batalla por las concesiones ha llegado la etapa de las fusiones, puesto que los beneficios no resisten. Sobra cantidad y falta calidad, por ello resulta enormemente peligroso que se penalice la televisión pública para favorecer a las privadas. En éstas ha imperado e impera la telebasura; y tampoco se puede hablar de pluralismo, puesto que son muy pocos los que las controlan y, por muchos canales que existan, la propiedad, según parece, va a estar cada vez más concentrada. Detrás de este número reducido de grupos mediáticos se encuentra permanentemente el poder económico, que, al margen de posibles discrepancias políticas, mantiene un discurso monolítico cuando se trata de defender los intereses del capital y de las empresas. Vivimos en una sociedad dominada por la imagen y la televisión. A la mayoría de los ciudadanos la única cultura que les llega, si se le puede llamar cultura, es la que emite el receptor de televisión. La televisión conforma los valores, las opiniones, las creencias sociales. Configura en buena medida la estructura de la sociedad. Dejar todo ello en manos del mercado y de los intereses económicos constituye una grave irresponsabilidad. Se arguye en contra de la televisión pública que está politizada y que defiende los intereses del Gobierno. Al menos en este caso sabemos quién está detrás y a quién podemos pedir cuentas. Este conocimiento nos ayuda a relativizar los mensajes. Por otra parte, una sociedad democrática debe poseer suficientes instrumentos para eludir este peligro y conseguir de la televisión pública una cierta objetividad. Pero es que, además, si de politización hablamos, las televisiones privadas rompen cualquier récord. El grado de sectarismo que practican sólo es comparable con el de las autonómicas que, por cierto, parece que no sean públicas. Aquí las Comunidades Autónomas son sólo Estado cuando les interesa; cuando no, campan a sus anchas. ESTRELLA DIGITAL. 9-1-2010 Editorial. El Mundo Lo irritante no son las críticas, sino los datos (…) El azar ha querido que sea nuestro Gobierno el que debe impulsar y coordinar las medidas para sacar a la Unión Europea de su atolladero. Sin embargo, ni en una pesadilla hubiera imaginado un escenario peor que el actual. Porque la credibilidad de las recetas que pueda ofrecer Moncloa es prácticamente nula en Bruselas, ya que, mientras los países locomotora de la Unión -como Alemania y Francia- empezaron a crecer en el último trimestre de 2009, España permanece en el furgón de cola de los Veintisiete. Ayer mismo, a Zapatero le debió de costar esfuerzo sonreír durante la gala en el Teatro Real, porque sólo horas antes se habían conocido los datos de Eurostat, y éstos no pueden ser más demoledores. La oficina estadística europea confirma que somos uno de los pocos países de la Eurozona que siguen en recesión, sitúa nuestra tasa de paro en el 19,4% -a fecha de noviembre- y nos convierte en líderes absolutos de paro juvenil. Así las cosas, resulta chocante que Zapatero -visiblemente irritado por las críticas recibidas- tachara de «insólito» que se cuestione su capacidad para presidir la UE en plena crisis, e invocara los «30 años» de crecimiento sostenido en España. El presidente sabe bien que lo que está en cuestión no es nuestro país, sino la política errática de su Gobierno, responsable en buena medida de lo rápido que se ha evaporado el milagro español al que aludía. Igual de chocante resulta que la primera propuesta de Zapatero para la Estrategia Económica 2020 -que Moncloa y Van Rompuy pretenden que aprueben los Veintisiete antes de junio, con las directrices para superar la crisis- haya sido la de fijar sanciones para los países que no cumplan con los objetivos comunitarios. Porque, sin entrar en el fondo de la idoneidad de las multas, la realidad es que el déficit de España va camino de triplicar lo permitido por el Pacto de Estabilidad de la UE. Vamos, que o Zapatero tiene algún conejo en la chistera, o ya puede ir abriendo la cartera de todos nosotros, los contribuyentes, para pagar el multazo. Aunque la presidencia española no arrancó hasta ayer, es innegable que la torpeza del Gobierno, sumada a la crudeza de la realidad, han dejado un prólogo desastroso, en el que incluso lo anecdótico se le ha vuelto en contra. Porque la habilidad de los hackers, hasta conseguir insertar en la web oficial la foto de Mr. Bean, ha permitido hacer toda clase de chanzas y de comparaciones entre su impericia y la de nuestro presidente. Durísimas han sido también las críticas de medios como el Financial Times -«Una España torpe guiará a Europa»- o The Economist, que no ha dudado en burlarse de que Zapatero vaya a ser quien solucione la crisis del continente. Tampoco ha sido alentadora su decisión de parapetarse tras ese consejo de sabios formado por Delors, Felipe González y Pedro Solbes. Si a ellos hay que encomendarse para volver a crear empleo, sólo cabe echarse a temblar. Igual que después de escuchar a Zapatero asegurar que «la UE debe ser exigente respecto a Cuba», cuando el régimen castrista nos acaba de humillar al no permitir la entrada del eurodiputado Luis Yáñez, sin que la tropelía haya tenido la mínima respuesta del ministro Moratinos. Con todo, por el bien de los europeos y por el de la imagen de nuestro país, cabe esperar que el Gobierno se afane en hacer un trabajo serio al frente de la presidencia. Y que tome buena nota de paso de las medidas adoptadas por nuestros vecinos para salir del terrible bache. EL MUNDO. 9-1-2010

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