La Cumbre de los indí­genas de las Américas

Sin la tierra no hay vida ni futuro

La cuarta Cumbre de Indí­genas de las Américas se clausuró este domingo en el sur de Perú con un acuerdo para crear la Unión Mundial de Naciones Indí­genas que canalice esfuerzos y aumente la fuerza polí­tica que los nativos han adquirido en años recientes. El creciente poder polí­tico de los indí­genas, pero igualmente la necesidad de unir criterios para proponer modelos alternativos de desarrollo, son la base de esta idea, que se gestó en tres dí­as de reuniones en las que participaron cinco mil delegados de América. En la declaración final se subraya la necesidad de continuar la lucha indí­gena mediante la unión internacional. La cumbre también acordó construir un tribunal de justicia climática que juzgue a multinacionales y gobiernos cómplices que depredan la naturaleza, saquean los recursos naturales y vulneran sus derechos.

La sensación de que el resente ofrece condiciones óptimas para que las reclamaciones históricas de los indí­genas americanos se materialicen en conquistas reales impregna los comentarios de Roberto Espinosa, coordinador técnico de la IV Cumbre Continental de los Pueblos Indí­genas del Abya Yala (alude a América en lengua kuna -de origen panameño- y significa «tierra en plena madurez»). Con la determinación a flor de piel, así­ dice que llegaron a Puno (Perú) los casi 7.000 inscriptos al encuentro, que comenzó al alba con un acto ritual a cargo de 200 guí­as espirituales y una marcha de quechuas, aymaras y uros en las inmediaciones del simbólico y ancestral lago Titicaca. Las múltiples ceremonias y paneles previstos están atravesados por el anhelo de acabar con lo que Espinosa llama «la criminalización del indí­gena».El movimiento indí­gena en América Latina ha adquirido en los últimos años fuerza y capacidad de presión ante los gobiernos -especialmente tras la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia-, pero afronta retos en su desarrollo, opinaron analistas en la Cumbre de Pueblos Indí­genas en Perú. «El movimiento indí­gena es uno de los más dinámicos de los últimos años y se ha extendido rápidamente dejando atrás su dispersión», dijo el colombiano Enrique Daza, secretario ejecutivo de la Alianza Social Continental, una coalición de movimientos sociales del continente.Uno de los lí­deres de organizaciones indí­genas de Colombia, Luis Fernando Arias, abogó por sacar a las multinacionales de las tierras indí­genas porque han depredado nuestros territorios. No obstante, dijo estar consciente de que está postura significa entrar en confrontación no solamente con las trasnacionales sino con los estados que de alguna manera coadyuvan a que esas empresas se apropien de recursos de nuestros territorios.El lí­der de los indí­genas amazónicos peruanos, Alberto Pizango, convocó a un paro nacional para el próximo 3 de junio, luego de casi un mes de protestas que cumplen los nativos en rechazo a un conjunto de leyes que consideran dañinas a sus intereses.»Si hay que morir, que nos maten, preferimos morir luchando para que nuestros hijos puedan vivir dignamente», aseguró el lí­der, mientras las distintas delegaciones vitoreaban «Pizango, hermano, la cumbre está contigo».De hecho, representantes de otras organizaciones étnicas de los Andes peruanos garantizaron que participarán en el paro convocado por el dirigente de la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Amazoní­a Peruana (Aidesep).Por su parte, los participantes de la IV Cumbre Continental de Pueblos Indí­genas anunciaron que durante la primera semana de julio harán un plantón frente a las embajadas de Perú en sus paí­ses, en apoyo a los manifestantes peruanos.Para Pizango, la Cumbre de Puno «debe ser el inicio de ese cambio del mundo, el inicio de la desaparición de las sociedades egoí­stas, basadas en el saqueo de la madre tierra», al tiempo que agregó que «nosotros solo queremos vivir en paz en un estado plurinacional».»Sin el suelo no hay vida ni futuro para los pueblos». Igidio Naveda, responsable del programa de Derechos de los Pueblos Indí­genas de Oxfam Internacional en Latinoamérica, calcula que el Gobierno peruano cedió el 70% del Amazonas a empresas que extraerán hidrocarburos.»Queremos una estrategia continental única para detener la persecución y estigmatización de los pueblos originarios», definir un curso de acción contra el calentamiento global («la amenaza principal para la madre tierra», especifica); avanzar en la constitución de un organismo permanente que represente a las distintas comunidades, y organizar el foro sobre civilización y paradigmas alternativos de 2010. Unicef dice que en América Latina hay 40 millones de indí­genas repartidos en unas 400 etnias y que el 80% de ellos vive en la pobreza. Recuerdan la tenaz oposición de los indí­genas a la mercantilización de los recursos naturales y a la explotación irracional del suelo y de sus trabajadores. Pero así­ como el petróleo se termina, también se agota la paciencia. «Exigimos cambios ya mismo», afirma el cordinador.Según los cordinadores de la organización, está abierto un debate esperanzador sobre la cuestión de la propiedad y defensa de la tierra, quizá la reclamación central y más representativo de los pueblos indí­genas. En Puno, ciudad andina asentada a 3.827 metros sobre el nivel del mar, no hay tiempo para disfrutar de las concesiones logradas en los últimos tiempos. La preocupación siguen siendo los arrebatos: el coordinador denuncia situaciones de gravedad en Perú, en virtud de leyes que facilitan la parcelación y que desencadenaron un levantamiento amazónico que impide el paso del petróleo; en Chile, por el establecimiento de papeleras en territorio mapuche, y en Colombia, donde Espinosa revela que el Gobierno emplea la lucha contra la guerrilla como una excusa para colonizar tierras indí­genas.

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