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Si Aznar es una amenaza lo es por el error de Rajoy

LA GRAN repercusión de la entrevista a Aznar en Antena 3 demuestra varias cosas. En primer lugar, que había un gran interés por escucharle. El ex presidente del Gobierno reunió a más de dos millones de personas ante el televisor y se convirtió de inmediato en el asunto de mayor interés en las redes sociales. Esa expectación, nueve años después de haber abandonado la primera línea, indica que Aznar mantiene tirón popular, pero confirma también la existencia de cierta sensación generalizada de orfandad que lleva a los ciudadanos a volver la mirada en busca de liderazgo político. Sus palabras han causado un terremoto en la clase política, por más que desde el entorno de Rajoy se intentara ayer minimizar el impacto. Hubo quien alegó que no había visto la entrevista para evitar así pronunciarse, pero la reacción general en la dirección del PP fue la de hacer como si nada hubiera ocurrido. Se equivocan. Particularmente desafortunado estuvo Cristóbal Montoro, a quien Aznar aludió directamente el martes para recordarle que formó parte de un Gobierno que bajó los impuestos. Tras explicar que cuando redujo la presión fiscal «la economía crecía por encima del 3%, pero este año puede caer un 1,4%», el ministro señaló: «Me dejo las añoranzas melancólicas para otro día». El problema de Montoro y del Gobierno es que la nostalgia que pretenden ridiculizar no surge de contemplar los hechos de hace tres lustros: sólo hay que remontarse año y medio para recordar con tristeza lo que decía el programa electoral del PP que obtuvo el respaldo de una gran mayoría de los españoles y compararlo con la política que se está llevando a cabo. Aquello que se niega a ver la dirección del PP lo explicó fácilmente la portavoz del PSOE en el Congreso, Soraya Rodríguez, cuando dijo que Aznar no ha hecho sino «erigirse como portavoz de un grupo muy importante de votantes del PP» que no comparten la política del Gobierno. Rajoy se mostró cauteloso en exceso. Declinó comentar las declaraciones de Aznar e incluso se negó a decir si vio la entrevista. No es eso, seguramente, lo que esperaban oír muchos afiliados del PP tras escuchar a su presidente de honor. Eso sí, Rajoy afirmó que va a «mantener el ritmo y el rumbo» de su política económica, que fue lo que Aznar más puso en cuestión. Creemos que es un error. Lo que pide el ex presidente no es ningún disparate. De hecho, Esperanza Aguirre dijo que Aznar «ha puesto el dedo en la llaga». En efecto, si su testimonio resulta una amenaza para Rajoy es porque indica lo que muchos piensan: que sí hay otro camino posible y que lo marca el programa electoral.De las manifestaciones de Aznar no cabe interpretar que vaya a postularse como alternativa a Rajoy, pero sí que está dispuesto a insistir en la crítica si considera que su partido se desvía de los compromisos con los ciudadanos. Hoy mismo publicamos que va a intensificar la agenda política, lo que le permitirá participar más en el debate. Ni el PP ni el Gobierno pueden ignorar el paso dado por Aznar. La brecha podría hacerse más grande.

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