Sí­ndrome tóxico: Al rescate de la verdad

El equipo de cientí­ficos norteamericanos se encargó de que los estudios epidemiológicos no apuntaran más que al aceite como culpable.

Hace 32 años, la intervención norteamericana impidió conocer la verdad del envenenamiento de treinta mil conciudadanos.

La mañana del sábado día 2 de mayo de 1981 el doctor Antonio Muro y Fernández-Cavada acudió a su trabajo como director en funciones del Hospital del Rey de Madrid, centro especializado en enfermedades infecciosas. Al revisar el parte de urgencias del día anterior le llamó la atención que cuatro niños de una misma familia de Torrejón de Ardoz hubieran ingresado juntos con el diagnóstico de neumonía. Cuando descubrió que otros dos hermanos habían sido ingresados, uno de ellos ya cadáver, en el Hospital de La Paz con los mismos síntomas, supo percibir que se encontraba ante una patología nueva y peligrosa. Tras dar la voz de alarma, el sábado 9 de mayo se reunió una comisión clínica para poner en común los 23 casos ingresados en varios hospitales hasta el momento. Se le llamó “neumonía atípica”, dada su ignota causa. El domingo10 de mayo tres niños y un adulto habían muerto como consecuencia del mal y otras cuarenta personas estaban afectadas en distintas poblaciones de la provincia y barriadas de Madrid. Ese mismo día, y ante la desidia oficial, los colaboradores del Dr. Muro realizaron una primera encuesta entre los familiares de los afectados para averiguar por qué caían enfermos unos y otros no en la misma familia, en el mismo bloque de viviendas, en el mismo barrio, en la misma ciudad, en la misma provincia. El resultado mostró que todos compraban en el mercadillo ambulante que rotativamente se instalaba cada día de la semana en uno de los pueblos afectados. Informado el director general de Salud Pública, Luis Valenciano, hizo caso omiso. Era una neumonía, punto y aparte.

Sin embargo, el día 12 de mayo supuso un punto de inflexión en la investigación de la enfermedad que desembocaría en la destitución del Dr. Muro y el desembarco de especialistas de la agencia para el control de enfermedades (CDC) de EEUU.

Los días 12 y 13 de mayo el Dr. Muro y el Dr. Juan Raúl Sanz, entonces jefe de Sanidad de Torrejón de Ardoz, se dedicaron a recorrer los mercadillos para averiguar la procedencia de los productos agrarios que se habían vendido en ellos. Averiguaron así los campos de cultivo, tomaron nota de las matrículas de los camiones que transportaban todos los productos que se vendían en dichos mercadillos y de sus rutas. Por ello predijeron que aparecerían nuevos casos en Alcorcón, en Burgos, Segovia… Pero no sirvió de nada. Después de que al día siguiente se confirmaran las predicciones, la respuesta que obtuvo del Ministerio ya no fue el silencio. El 15 de mayo, Sanidad le destituyó de forma fulminante como director en funciones del Hospital del Rey.«Sanidad le destituyó de forma fulminante como director en funciones del Hospital del Rey»

Trataban de silenciar voces cualificadas con difusión en prensa que pedían investigar los alimentos distribuidos sin control sanitario en mercadillos ambulantes en medio de una escalada de casos. De 23 enfermos en 9 días pasaron a haber entre cien y ciento cincuenta censándose cada día. De casos aislados en la provincia de Madrid pasaron a aparecer casos en provincias alejadas. Pero además, el día 12 aparece en el diario madrileño Ya un artículo del Dr Ángel Peralta Serrano, jefe de Endocrinología en La Paz, en el que dice textualmente que los síntomas del síndrome tóxico se explican mejor por la acción de insecticidas organofosforados que por una infección pulmonar. Por primera vez, una autoridad médica apunta a unas sustancias usadas ampliamente en la agricultura intensiva (y también en la guerra química). El mismo día 12 una llamada telefónica de Madrid –del Dr. F. P. Gallardo del Centro Nacional de Virología y Ecología Sanitaria- a Atlanta, en el estado de Georgia, pide ayuda al Epidemiology Program Office de la agencia norteamericana para el control de enfermedades, el CDC, que envía a Madrid (desde la base italiana de la OTAN de Palermo donde estaba destinado) al epidemiólogo William B. Baine (Pacto de Silencio, Andreas Faber).

Mientras Sanidad sigue obcecada en que se trata de una infección respiratoria, el destituido Dr Muro acabaría recorriendo 58.000 kilómetros con su propio automóvil, de su propio bolsillo para ir sopesando y descartando cada alimento de los mercadillos. Investigó en primer lugar sobre lechugas y cebolletas, cuya implicación rechazó el 20 de mayo tras una atenta observación de los plazos de distribución de las mismas en el mercadillo de Torrejón… y ahí es cuando aparece la venta de unas garrafas de plástico de cinco litros, sin marca, de aceite, y que gran cantidad de personas adquirían. Muro informa puntualmente a la dirección de Sanidad.

El treinta de mayo la enfermedad alcanza su máxima incidencia. Finalmente el día 3 de junio el Dr. Muro consigue que se encueste a 23 familias y aparece el aceite como elemento común.

El 5 de junio Sanidad hace analizar muestras del aceite sospechoso en los laboratorios de Aduanas y cuatro días después se sabe ya que los aceites contienen anilinas. Interpol alerta al gobierno español sobre la entrada por la frontera francesa de aceite para uso industrial (siderurgia) desnaturalizado con anilinas para impedir su uso humano y que era posteriormente renaturalizado en España eliminando la mayoría de dichas anilinas para ser vendido fraudulentamente como aceite de oliva. Esto podría explicar la extraña precipitación de la dirección general de Salud Pública al anunciar por TVE el día 10 de junio la relación entre aceite y enfermedad a sabiendas de que la intoxicación por anilinas no produce los síntomas del síndrome tóxico y no había evidencia científica ninguna de su culpabilidad.

Es más, los análisis encargados por el Dr Muro al Centro Nacional de Alimentación y Nutición de Majadahonda descartarán el aceite. Eran muestras obtenidas, no en mercadillos, sino directamente del enfermo. El día 20 de junio, tres días después de la orden de retirada del aceite, Majadahonda confirma que los aceites son diferentes unos de otros en la composición, no pueden ser la causa del síndrome tóxico.

¿Cómo atribuir un envenenamiento masivo a una sustancia cuando la evidencia epidemiológica y toxicológica apunta en contra de ello? El próximo equipo de científicos norteamericanos de los CDC que desembarcó en España para “ayudar” se encargó de que los estudios epidemiológicos no apuntaran más que al aceite como culpable bajo la permisividad absoluta del Director General de Salud Pública Luis Valenciano. Mientras el doctor Muro descubriría una verdad altamente incómoda.«Los médicos que ayudaron a Muro fueron represaliados»

Llama la atención que mientras los médicos que ayudaron a Muro fueron represaliados, Luis Valenciano fue encumbrado a Director Médico de los laboratorios Glaxo Wellcome y Director General de la Fundación Wellcome España, el imperio farmacéutico angloamericano de Rockefeller que monopolizaría con los CDC la otra gran epidemia “vírica” de los ochenta, el SIDA. ¿Casualidades?

2 comentarios sobre “Sí­ndrome tóxico: Al rescate de la verdad”

  • Señor@s! Por amor del Dios!!!
    Esta claríssssimo q el motivo de epidemia de 1981 NO ERA NI ACEITE COUZA NI INTOXICACIÓN ALIMENTARIA!!!
    ERA ARMA QUÍMICA DE ESTADOS UNIDOS- se llama CORONAVIRUS!!! Y que esta pasando AHORA en el China, y otros países!!! HASTA CUANDO EL MUNDO VA AGUANTAR PUTADAS AMERICANAS!!!?? ALGUIEN PUEDE PARAR DE UNA PUTA VEZ!!!!??
    GRACIAS Dr Muro- te adoro!!!
    QUE TENGÁIS UN BUEN DIA!!!

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