¿Por qué la reforma del Código Penal no endurece las penas contra los delitos de corrupción?

Sí­ se puede atajar la corrupción

Al Capone y sus secuaces anuncian a bombo y platillo que van a acabar con el crimen organizado. Esta es la sensación que hemos tenido cuando hemos visto a Montilla y Mas -cabezas de PSC y CiU, los dos partidos implicados en el saqueo de los fondos públicos en el Palau de la Música o el ayuntamiento de Santa Coloma- presentar un «plan de choque contra la corrupción». ¿Que la clase polí­tica catalana nos va a librar de la corrupción? Esto, más que un chiste de mal gusto, es una auténtica afrenta a todos los ciudadanos.

La casta olítica catalana es el nódulo de una trama de corrupción, en la que están hermanados altos cargos de la administración y la flor y nata de la burguesía local. Una banda organizada con el objetivo de saquear las arcas públicas.Y este, desgraciadamente, no es un “hecho diferencial” catalán. Ocurre lo mismo -sólo con pequeñas adaptaciones al medio- en las diferentes ramificaciones del caso Gürtell o en los sucesivos escándalos urbanísticos en Baleares.La corrupción es un auténtico cáncer sistémico que anega toda la geografía española. Y su extensión no viene determinada por “las debilidades de la naturaleza humana”, sino porque la corrupción ha sido la gasolina que ha avivado el fuego de la especulación inmobiliaria, con la que grandes bancos y monopolios han obtenido multimillonarias ganancias.No nos enfrentamos a una desgraciada concatenación de individuos corruptos, sino a tramas organizadas desde los más selectos salones. Grandes bancos y monopolios como FCC, la constructora de las Koplowitz, o Caixa Catalunya, la segunda caja catalana, pagaban los sobornos. Prohombres de la política, desde altos cargos de los gobiernos de Pujol a tesoreros del PP, facilitaban los negocios. Y alcaldes y regidores de urbanismo ejecutaban el desfalco.La historia se repite una y otra vez. Y ante esta sucesión de atracos, pretenden que se instale una especie de resignación, como si la corrupción fuera una desgracia inevitable.No es verdad. Se puede atajar con la corrupción… si se toman medidas drásticas.Estos días se está ultimando una reforma del Código Penal que va a endurecer notablemente los castigos para algunos delitos, como el terrorismo o la pederastia.Se han introducido nuevos tipos penales -como la financiación del terrorismo o la captación de terroristas- que antes estaban recogidos de forma muy genérica. A partir de ahora, los delitos terroristas con víctimas mortales no prescribirán jamás. Los terroristas, pederastas y miembros de bandas organizadas tendrán ahora mucho más difícil acceder al tercer grado o a otros beneficios penitenciarios. Y se han aumentado las penas para pederastas y violadores, imponiéndoles un periodo de diez años de libertad vigilada una vez que cumplan la condena.El Ministerio de Justicia ha explicado que estas reformas pretenden dar respuesta a “la demanda social ante este tipo de delincuencia”.¿Acaso no existe una abrumadora demanda social que exige la persecución implacable de los corruptos? ¿Entonces porque no se ha endurecido el tratamiento de los delitos de corrupción?Estamos hartos de sufrir la indignante suavidad en el tratamiento a los corruptos. Sus fechorías prescriben y muchas veces se libran por ello de la condena. Guardan el botín en paraísos fiscales, y disfrutan de él tras cumplir una mínima condena. ¿Por qué no se establece la figura del “corruptor” como delito? ¿Cómo es posible que se demuestre que grandes monopolios o bancos han pagado sobornos y no les pase nada? ¿Por qué no se declara a los partidos responsables de los casos de corrupción? ¿Alguien puede pensar que CiU no sabía que las “donaciones” a su fundación provenían del saqueo de las cuentas del Palau de la Música? Hay que cambiar el Código Penal para que la corrupción sea tratada al mismo nivel que el crimen organizado. Porque, en los hechos, esa es su naturaleza. Endureciendo las penas para todos los que -en las altas esferas de la política o en los más selectos salones de los negocios- se benefician de la corrupción. Y desarticulando completamente las tramas que sostienen cada caso de corrupción.

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