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Segunda vuelta

No hay ningún indicio racional que hoy permita vislumbrar un pacto de investidura antes del 2 de mayo. El caso Soria y la abrumadora presión moral sobre el Partido Popular convierten en imposible un giro de última hora del PSOE en favor de la gran coalición, como apunta Carmen del Riego en la crónica de apertura de la sección de Polí­tica.

No hay ningún indicio racional que hoy permita vislumbrar un pacto de investidura antes del 2 de mayo. El caso Soria y la abrumadora presión moral sobre el Partido Popular convierten en imposible un giro de última hora del PSOE en favor de la gran coalición, como apunta Carmen del Riego en la crónica de apertura de la sección de Política. Pedro Sánchez nunca ha querido dar ese paso. Si algún día se produce, será con otro secretario general –o secretaria general– en la casa de los socialistas. Los tres movimientos que podrían desbloquear la situación no se van a producir en los próximos quince días. El PSOE no abrirá súbitamente sus brazos al Partido Popular ni romperá con Ciudadanos en busca de un frente de izquierdas. Y Podemos no se adherirá al Gran Centro pactado en febrero por Sánchez y Albert Rivera . El referéndum interno de Podemos concluyó anoche con una participación muy cercana a los 150.000 inscritos, cifra que supera el número de militantes socialistas que votaron en la consulta organizada por el PSOE el 29 de febrero para avalar el pacto con Ciudadanos. Los resultados se conocerán el lunes y serán abrumadoramente contrarios a la adhesión al pacto social-centrista.

El cuadro se halla totalmente bloqueado, y nada indica que Mariano Rajoy vaya a efectuar un solemne sacrificio de última hora, para colocar al PSOE ante un tremendo dilema. Rajoy, mineralizado, no dará ese paso, aunque caigan chuzos de punta. El presidente en funciones se halla en el momento apoteósico de la inmovilidad y está muy convencido de que el Partido Popular seguirá siendo el más votado, pase lo que pase y caiga quien caiga. El suelo del PP en ningún caso bajará de los seis millones de votos, y el Partido Socialista seguirá teniendo dificultades para superar los cinco millones.

Así las cosas, lo más probable es que los partidos acudan dentro de ocho días a la tercera ronda de consultas convocada por el Rey con un gran encogimiento de hombros: “No ha podido ser”. El cruce de reproches será áspero y bochornoso. Ciudadanos es el que presenta mejor expediente. Ha escenificado muy bien el pactismo. Rivera es el más vistoso vencedor táctico del periodo de interinidad. Otra cosa es que pueda transformar el acopio de simpatía en un mayor número de votos.

Las elecciones de junio, si se confirman, versarán más sobre el futuro que sobre lo ocurrido estos últimos meses. Ganará el partido más resistente, con un plan de trabajo convincente. La pugna entre lo posible y lo menos posible tendrá tanta importancia como la lucha entre lo viejo y lo nuevo, indudablemente avivada por la colosal irritación de la sociedad ante los casos de corrupción. La corrupción no decidirá el resultado de la segunda vuelta electoral, aunque una parte de la opinión publicada hoy crea que sí.

En junio, las ofertas políticas deberán tener cuerpo. Por ello cobra importancia la cuestión de las coaliciones. Hay dos esbozos en estos momentos. Podemos e Izquierda Unida negociarán seriamente la posibilidad de concurrir juntos a la nueva cita electoral, con el apoyo inicial de Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Es una hipótesis que no gusta, por diferentes motivos, a Íñigo Errejón, a Cayo Lara y a Gaspar Llamazares. Errejón defiende un Podemos muy transversal, centrado en los ejes viejo-nuevo y arriba-abajo. El veterano Lara considera que Podemos es una exagerada pompa de jabón. Y Llamazares es amigo del PSOE. No será una negociación fácil.

Segundo esbozo. En Catalunya se vuelve a plantear la cuestión de la lista única soberanista. CDC la defiende con ahínco y ERC intenta escabullirse, porque intuye la posibilidad de agrandar su ventaja electoral sobre Convergència. Sólo una lista única podría evitar una nueva victoria de los Comunes de Ada Colau y Xavier Domènech. Pero esa lista única también podría sumar menos diputados que los 17 obtenidos por CDC y ERC por separado en diciembre. “Si no hay lista única, adiós proceso”, dicen destacados dirigentes de Convergència.

El plazo para la presentación de las coaliciones concluye el 10 de mayo.

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