«Merkel, con grandes ojeras, parecía exhausta y aliviada a la vez. Ella y sus colegas líderes europeos acababan de pasar dos días discutiendo sobre qué hacer con la endeudada Grecia. La canciller alemana había luchado contra el resto de Europa; y ganó.»
La Unión Euroea no va a acudir en ayuda de Grecia por su cuenta. En cambio intervendrá el Fondo Monetario Internacional (FMI) en primer lugar, con Europa ofreciendo sólo fondos de rescate en caso de emergencia extrema, y sólo si todos los Estados miembros están de acuerdo. Fue una victoria para Merkel, pero que costó un alto precio. Esto cambia la opinión de Europa sobre Alemania, al igual que revela cuánto ha cambiado la opinión de Alemania sobre Europa. Merkel es ahora el primer canciller en haber abandonado este principio en un asunto importante. Ella ha dejado claro que hay intereses alemanes e intereses europeos, y que no son necesariamente los mismos. Se trata de un cambio de paradigma en la política europea de Alemania. Y Bruselas no es el único lugar donde Merkel es sospechosa de estar más preocupada por las elecciones parlamentarias del länder de Renania del Norte-Westfalia que por la unidad europea. (DER SPIEGEL) THE WALL STREET JOURNAL.- El Pentágono y el Departamento de Estado acuden ahora a los contratistas de defensa para desarrollar maneras de desactivar potenciales crisis, con programas tan simples como la asesoría de abogados o clases de reparación de autos. La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, ha abogado por iniciativas de poder inteligente en el extranjero. En un discurso hace unas semanas, el oficial de más alto rango en el Pentágono, almirante Mike Mullen, habló sobre la necesidad de usar más iniciativas civiles —el llamado "poder blando"— en el extranjero, en lugar de tan sólo el poderío militar. Alemania. Der Spiegel ¿Cuanto de europeísta tiene Ángela Merkel? La canciller abandona la política europea de la Alemania de postguerra (1) Angela Merkel ha irritado a sus socios europeos con su inflexible respuesta a la crisis de la deuda griega. ¿Es que la canciller va a abandonar la política alemana de posguerra de dar prioridad a la unidad europea sobre sus problemas internos y la opinión pública? La canciller alemana, Angela Merkel, no es persona de grandes discursos, y la grandilocuencia la hace sentirse incómoda. Pero cuando presentó los resultados de la cumbre de la UE en Bruselas el viernes pasado, eligió una retórica inusualmente florida. Manifestó, sonriendo, su satisfacción por el resultado, y señaló que era nada menos la estabilidad del euro lo que estaba en juego y, más importante aún, el propio futuro de la unión monetaria. Merkel, con grandes ojeras, parecía exhausta y aliviada a la vez. Ella y sus colegas líderes europeos acababan de pasar dos días discutiendo sobre qué hacer con la endeudada Grecia. La canciller alemana había luchado contra el resto de Europa; y ganó. La Unión Europea no va a acudir en ayuda de Grecia por su cuenta. En cambio intervendrá el Fondo Monetario Internacional (FMI) en primer lugar, con Europa ofreciendo sólo fondos de rescate en caso de emergencia extrema, y sólo si todos los Estados miembros están de acuerdo. Fue una victoria para Merkel, pero que costó un alto precio. Esto cambia la opinión de Europa sobre Alemania, al igual que revela cuánto ha cambiado la opinión de Alemania sobre Europa. El enfoque de la canciller alemana en el pasado fue actuar en silencio y con firmeza en Bruselas o en la Comisión Europea sobre lo que le interesaba con la ayuda de socios clave. La meta final era no aislar a Alemania dentro de Europa. Un cambio de paradigma Merkel es ahora el primer canciller en haber abandonado este principio en un asunto importante. Ella ha dejado claro que hay intereses alemanes e intereses europeos, y que no son necesariamente los mismos. Se trata de un cambio de paradigma en la política europea de Alemania. Y Bruselas no es el único lugar donde Merkel es sospechosa de estar más preocupada por las elecciones parlamentarias del länder de Renania del Norte-Westfalia que por la unidad europea. Lo más llamativo ha sido el tono con que ha defendido su dura postura sobre la cuestión griega, casi grosero, de acuerdo a las normas de Merkel. En un discurso sobre el presupuesto hace dos semanas, se refirió a una norma del Tratado de Estabilidad y Crecimiento Europeo como "estúpida", aunque esta supuesta estupidez vuelve a aparecer en los acuerdos de los que Alemania forma parte. Incluso ha planteado la posibilidad de "excluir a un país de la zona euro, si es necesario." Los grandes cancilleres pro-europeos de Alemania, Konrad Adenauer, Helmut Schmidt y Helmut Kohl, expresaron constantemente su solidaridad con sus vecinos europeos, incluso cuando supusiera un alto costo. A menudo los alemanes aportaron unos cuantos millones más para rescatar a una cumbre europea del fracaso. Estaban convencidos de que era dinero bien gastado, y estaban orgullosos de ser vistos como buenos europeos. Sin abandonar por completo esta postura, Merkel parece querer vincularla a condiciones más duras. En su declaración de gobierno sobre la cumbre de la UE el pasado jueves, dijo que el pueblo alemán había renunciado al marco alemán con la confianza de que conseguiría la fortaleza del euro en su lugar. Esta confianza, dijo, no puede "ser decepcionada bajo ninguna circunstancia." ‘Barato resentimiento antieuropeo’ Europa ha sido, hasta ahora, un proyecto político de los líderes alemanes, común a las líneas de los distintos partidos. Y fue un proyecto que se persiguió, incluso contra la voluntad del pueblo si era necesario. La UE probablemente no se habría ampliado hacia el este, si se hubiera preguntado a la mayoría de los alemanes. Tampoco habrían renunciado al marco por el euro. Ahora, sin embargo, parece como si de repente la política europea de Alemania estuviera siguiendo los instintos de la gente y de su portavoz, el diario de circulación masiva Bild. "¿Pagadores de Europa? ¡Nunca más!", Decía uno de los titulares del periódico la semana pasada. El nuevo rumbo de Merkel alarma incluso a miembros de su propio partido, la centro-derechista Unión Demócrata Cristiana (CDU). "Tenemos que ser muy cuidadosos de no alimentar ningún resentimiento antieuropeo barato", advierte Elmar Brok, miembro del Parlamento Europeo de su partido, y normalmente uno de sus aliados. "No tiene sentido que nosotros rescatemos bancos con el argumento de que son críticos para el sistema, mientras que, en cambio, no podemos encontrar la fuerza en Europa para ayudar a un país que está haciendo un esfuerzo por limpiar sus finanzas", dice. Muchos en la CDU están de acuerdo. El estilo de Merkel también ha levantado ampollas en el Ministerio de Relaciones Exteriores. El canciller Guido Westerwelle, no conocido precisamente por su conducta tranquila, está preocupada de que podría exacerbar las reservas con respecto a Europa en Alemania. También teme que el tono de Merkel podría dar lugar a malentendidos en el extranjero. Sus preocupaciones no están injustificadas. Jean Asselborn, ministro de Relaciones Exteriores de Luxemburgo, ya ha acusado a Berlín de comportarse de una manera que demuestra falta de solidaridad. Dijo que simpatizaba con algunas de las reservas fundamentales de Alemania, pero añadió: "No entiendo, sin embargo, que haya que poner mayor énfasis en los argumentos fundamentales que en la solidaridad de la Unión Europea." Estas son palabras fuertes, viniendo de un diplomático y aliado cercano. Desde la perspectiva de Merkel esas acusaciones no están justificadas. Alega que su enfoque actual es necesario para evitar un mayor crecimiento del euroescepticismo en Alemania. Según Merkel, el malestar del ciudadano alemán con Europa ha aumentado en proporción a la expansión de las competencias de la UE. Por esta razón, argumenta, hay que dejar claro que Europa está sujeta a las mismas normas que Alemania ha establecido para sí misma. DER SPIEGEL. 29-3-2010 EEUU. The Wall Street Journal EEUU combina el poder ‘blando’ con el militar August Cole Lockheed Martin Corp. se convirtió en el contratista de defensa número uno de Estados Unidos a través de la venta de armamento sofisticado como el avión de combate F-35 Joint Strike Fighter. Su última contribución al arsenal estadounidense: la capacitación de fiscales en el Ministerio de Justicia de Liberia. El gobierno estadounidense ha contratado a Lockheed Martin para poner a prueba un principio cada vez más extendido de su política de seguridad. Conocido como "poder inteligente", mezcla el poderío militar con operaciones destinadas a crear una fuerte identidad nacional, con la esperanza de mejorar la estabilidad política y la influencia estadounidense en rincones del mundo como Liberia. Washington teme que las naciones afectadas por la pobreza y las pugnas políticas provoquen conflictos regionales y fomenten las organizaciones terroristas. El secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, dice que el problema que plantean los estados fallidos "es de muchas formas el desafío ideológico y de seguridad de nuestra era". El Pentágono y el Departamento de Estado acuden ahora a los contratistas de defensa para desarrollar maneras de desactivar potenciales crisis, con programas tan simples como la asesoría de abogados o clases de reparación de autos. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ha abogado por iniciativas de poder inteligente en el extranjero. En un discurso hace unas semanas, el oficial de más alto rango en el Pentágono, almirante Mike Mullen, habló sobre la necesidad de usar más iniciativas civiles —el llamado "poder blando"— en el extranjero, en lugar de tan sólo el poderío militar. Las firmas de defensa están ansiosas de ayudar. "La definición de seguridad global está cambiando", afirma el presidente de Lockheed Martin, Robert Stevens. El ejecutivo quiere que el fabricante de los aviones de combate más avanzados de la Fuerza Aérea se convierta en un factor clave en la campaña estadounidense para usar medios económicos y políticos para alinear a países con los intereses estratégicos de Washington. Lockheed es uno de los fabricantes de equipos militares que espera participar en la licitación de un contrato del Departamento de Estado para apoyar "programas internacionales de desarrollo en el sector del derecho penal", cuyo valor podría alcanzar los US$30.000 millones para un período de cinco años. Northrop Grumman Co., el tercer mayor contratista de defensa de EE.UU. después de Lockheed y Boeing, ha entrenado a soldados senegaleses en misiones de paz sobre los aspectos legales de los derechos humanos. Otro gigante del sector, BAE Systems Inc., ha proporcionado antropólogos para que acompañen a soldados estadounidenses en Irak y Afganistán y los ayuden a entender las culturas locales. BAE dice que está buscando más contratos "de poder inteligente" en África, el continente adonde se dirige la mayoría de estos programas. Hay quienes se cuestionan si los grandes contratistas militares son los adecuados para llevar a cabo este tipo de programas. Sam Rosenfeld, un ex oficial británico que entrenó a soldados en Sierra Leona y en la actualidad es presidente de la junta directiva de la consultora de defensa Densus Group, afirma que es difícil de determinar si los grandes fabricantes de armamento están creando programas duraderos o simplemente entrenando a sus reclutas. Las firmas de defensa están ingresando en un área que solía ser el dominio de firmas más pequeñas y de organizaciones no gubernamentales, no de gigantes corporativos que responden ante los accionistas. Recientemente, las firmas de defensa han comenzado a invertir en esta dirección. En enero, DynCorp International Inc. compró Casals & Associates Inc., una firma especializada en fomentar los sistemas jurídicos y de salud pública en países en desarrollo. La adquisición "fortalece nuestra alineación con el énfasis del gobierno de Barack Obama en el uso del ‘poder inteligente’ para los desafíos globales", dijo el presidente ejecutivo de DynCorp, William Ballhaus, al anunciar el acuerdo. En 2008, el contratista de servicios y tecnología militar L-3 Communications Holdings Inc. adquirió International Resources Group Ltd., compañía que trabaja en proyectos de desarrollo económico, de energía y otros en decenas de países. Los principios económicos y políticos del poder inteligente son en muchos aspectos una extensión moderna de antiguas iniciativas estadounidenses en el extranjero como el Plan Marshall, que ayudó a reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial. África —donde hay pocos soldados estadounidenses acuartelados— es un foco central. Muchos países del continente ya son, o corren el riesgo de ser, estados fallidos. Si bien antes no se les consideraba una amenaza para EE.UU., esta posición está cambiando. El nexo del terrorismo y de la piratería en Somalia es un ejemplo de cómo los países inestables pueden ser un reducto para Al Qaeda y otros grupos terroristas. El ejército estadounidense está muy ocupado en Irak y Afganistán, así que el Pentágono está deseoso de enviar firmas de defensa para llenar los huecos, con la esperanza de que la inversión hoy en día de millones de dólares en programas de entrenamiento y asesoría pueda evitar una calamidad regional que podría costar miles de millones de dólares en el futuro. Liberia es una prueba de fuego para determinar si Lockheed está capacitada para este nuevo rol de los contratistas de defensa. El país africano emergió en 2003 de dos décadas de intermitente guerra civil. Fue entonces cuando PAE, una subsidiaria de Lockheed, así como DynCorp, empezaron a reconstruir las fuerzas militares de ese país a nombre del gobierno estadounidense. Su presidenta, Ellen Johnson Sirleaf, ha estado fomentando una relación con EE.UU. desde que asumió el cargo en 2006. Desde ese año, especialistas contratados por Lockheed han asesorado a fiscales liberianos como parte de un proyecto para mejorar el sistema judicial del país, y también han ayudado a crear un equipo de defensores públicos. A pesar de que los contratos de Lockheed con las fuerzas armadas de Liberia están menguando, su implicación en el país africano está evolucionando. THE WALL STREET JOURNAL. 30-3-2010