SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Se acabó la herencia recibida

(…) En estos días, España ha conocido la peor noticia en muchos años: el rescate de nuestro sistema financiero. Un fracaso que hay que anotar exclusivamente en el debe del Sr. Rajoy y que responde al resultado de varias semanas de errores concatenados: una reforma financiera que pone en cuestión la solvencia de todos los activos de nuestro sistema bancario, la nacionalización de Bankia, una campaña de desprestigio contra el Banco de España y el déficit oculto de comunidades como la de Madrid, el doble de lo anunciado. El resultado: una prima de riesgo desbocada y Barroso convenciendo al presidente del Gobierno para aceptar el rescate bancario; un rescate que no es otra cosa que una transferencia de riesgo del sistema financiero al sector público.

Las consecuencias para los ciudadanos: la deuda soberana española crecerá este año más de 20 puntos, hasta situarnos cerca del 95% del PIB, el déficit aumentará trayendo más recortes y, por supuesto, la restricción del crédito. En estas circunstancias, y mientras el PP no termina de despertarse del shock en el que se encuentra, se escuchan voces que plantean la necesidad de un Pacto de Estado. Los socialistas somos firmes practicantes del diálogo, sobre todo cuando se trata de los intereses generales de España, sin embargo, en el ejercicio de nuestra responsabilidad política, debemos preguntarnos qué significa ese Pacto de Estado al que se nos invita. ¿Es posible un Pacto de Estado con la determinación del Gobierno de destruir el Estado del Bienestar? ¿Es posible un Pacto de Estado con quienes defienden una reforma financiera que responde exclusivamente a los intereses de los que nos han llevado a esta crisis?

Sinceramente, no creo que los socialistas pudiéramos aceptar esa clase de pactos, porque iría contra nuestros valores y contra los intereses generales de la sociedad a la que debemos defender. La demanda de un pacto en abstracto y sin explicar su contenido parece más el abrazo de un boxeador desorientado que un ejercicio de liderazgo. Y es liderazgo, para abrazarse o para competir, lo que necesita España.

Deja una respuesta