Más beneficios, menos salarios

Saqueo, saqueo

La Contabilidad Nacional que ha publicado el Instituto Nacional de Estadí­stica (INE) desvela el balance general de 7 años de recortes y saqueo. Desde el comienzo de la crisis las rentas salariales han perdido 2,8 puntos de PIB en el reparto de la riqueza nacional (unos 28.000 millones de euros). Por el contrario, los beneficios empresariales han ganado 0,9 puntos (unos 9.000 millones).

El reparto de la nueva riqueza que genera España anualmente, el producto interior bruto (PIB), muestra el enorme trasvase de rentas del trabajo hacia las rentas del capital que se viene dando desde hace siete años.

En concreto, el peso de los salarios en el PIB -509.894 millones- ha caído hasta el 47,2% en el último trimestre del año. Por su parte, el excedente bruto de explotación -460.156 millones- representa el 42,2%. Eso supone una diferencia de cinco puntos, cuando al estallar la crisis financiera la distancia en favor de los salarios era equivalente a 8,7 puntos. «A mediados de los ochenta el peso de las nóminas en el reparto del PIB llegaron a suponer más del 57%, diez puntos más que ahora»

En otras palabras, el 90%, la inmensa mayoría de los españoles hemos visto disminuir nuestras rentas notablemente; sueldos, pensiones, sanidad, educación, … en tres puntos de porcentaje respecto al PIB.

Y mientras esto nos ha pasado a nosotros, los grandes bancos y multinacionales españolas han multiplicado sus beneficios. Y los grandes capitales extranjeros se están apropiando de las principales fuentes de riqueza del país.

Es más, este hachazo en el nivel salarial no se puede comprender si no es a la luz de que hemos sido degradados políticamente, rebajados a un papel de quinta fila, un país cada vez más intervenido y controlado. Sin capacidad política para tomar otro camino.

Desmentidos

Los datos desmienten a todos los que blanden la bandera de la incipiente recuperación económica para justificar seguir con la reforma laboral y el resto de ajustes.

Con la tan cacareada recuperación no sólo no ha disminuido sino, todo lo contrario, se ha mantenido y consolidado el desigual reparto de la riqueza.

Los datos de la Contabilidad Nacional muestran que mientras la remuneración por asalariado a precios corrientes (con inflación) está creciendo a un ritmo anual del 0,9% (cuarto trimestre de 2015), los beneficios empresariales están aumentando un 3,5%. Los impuestos, incluso, están creciendo nada menos que un 7,3% debido a la mayor actividad y el ensanchamiento de las bases imponibles.

También quedan desenmascaradas las teorías que justifican la rebaja salarial por la falta de productividad, que la única manera de que la economía gane en productividad es disminuir los salarios.

Un informe del Consejo Económico y Social (CES) muestra que la pérdida de peso de la remuneración de asalariados respecto del PIB tiene que ver por entero con la disociación entre el crecimiento de la productividad por ocupado y la remuneración media por asalariado.

En concreto, el estudio sostiene que esta disociación no tiene un carácter coyuntural sino estructural. Tiene que ver con el modelo de crecimiento económico de nuestro país, ligado a los servicios (comercio y hostelería sobre todo) y la construcción, sectores de baja productividad, de escaso valor añadido e intensivos en mano de obra poco cualificada.

En estos sectores es donde se ha concentrado la creación de empleo temporal con salarios inferiores al promedio, en buena medida ocupados por inmigrantes, mujeres y jóvenes con poca cualificación.

Lo que garantiza, pues, la rebaja salarial es la recuperación de la tasa de ganancia que los capitales tenían antes de la recesión. De ahí las presiones que ejercen el Ibex-35, la UE, el FMI y los informes de los grandes bancos norteamericanos y alemanes para asegurarse un gobierno en España que apuntale y amplíe, en estos dos años que vienen, los recortes hechos ya estos últimos años.

Reforma laboral, atraco salarial

Dadas las imposiciones de Bruselas, que exige recortes por valor de 9.000 millones de euros para cumplir los objetivos de reducción del déficit, las perspectivas son de una mayor caída en las rentas del trabajo. Los nuevos ajustes revertirán en menos dinero para sanidad o pensiones.

A esto hay que sumarle la nueva reforma laboral exigida por Bruselas para apuntalar y ampliar la rebaja de salarios.

Y es que la causa del reparto desigual tiene que ver, junto a la destrucción de empleo, a la rebaja salarial, mucho más intensa que la caída de beneficios empresariales que se produjo al estallar la recesión.

Mientras los beneficios empresariales se vieron afectados más rápidamente con la recesión, en el caso de las rentas salariales “el descenso se produjo cuando empezaron a aplicarse los ajustes, toda vez que durante los primeros trimestres de la crisis siguieron ganando peso en el reparto de la tarta nacional» (informe de la Contabilidad Nacional).

A mediados de los ochenta, por ejemplo, el peso de las nóminas en el reparto del PIB llegaron a suponer más del 57%, unos 10 puntos más que ahora. El número de asalariados era significativamente inferior al actual.

La nueva distribución de la riqueza, por lo tanto, parece indicar que la mayor parte de las ganancias de productividad de los últimos 40 años ha ido a parar a manos del capital.

No es, por tanto, la aparición de nuevos competidores procedentes de los países emergentes (China o India) lo que ha reducido el peso de los salarios en el reparto de la riqueza en los países desarrollados. Es el saqueo ordenado por EEUU y, secundariamente, Alemania sobre los países intervenidos como el nuestro lo que lo explica.

Son los países imperialistas, encabezados por EEUU, los que ven disminuir la parte del PIB mundial que acaparan a manos de los países emergentes, como China, India, Brasil o Rusia. España puede y debe buscar en el desarrollo de sectores productivos con un alto valor añadido, orientado hacia el mundo emergente, no hacia el decadente, el camino para elevar el nivel de vida de la población.

Subir los salarios a través de redistribuir los salarios “oligárquicos” es, sin duda, el camino para activar la economía y promover la producción nacional. Recortando los sueldos y beneficios de una ínfima minoría de oligarcas que la acaparan en beneficio propio monopolizando los bancos, multinacionales y el estado. Redistribución para ponerla al servicio de crear empleo productivo y elevar el nivel de vida de la gran mayoría.

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