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Sánchez e Iglesias intentan insuflar esperanzas a la ‘ví­a izquierda’ para evitar elecciones

Cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reúnan el próximo miércoles quedarán cinco semanas escasas para salvar la legislatura o prepararse para unas nuevas elecciones. Resulta complejo calcular cuál será el grado de presión que ejerza el calendario, pero en ese encuentro residen las pocas esperanzas que les quedan a ambos partidos para salvar la situación y esquivar unos comicios que a ninguno de los lí­deres les favorecen. A Iglesias, por la pugna interna que desangra a Podemos. A Sánchez, por la amenaza de que Susana Dí­az intente arrebatarle la secretarí­a general si fracasa.

Cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reúnan el próximo miércoles quedarán cinco semanas escasas para salvar la legislatura o prepararse para unas nuevas elecciones. Resulta complejo calcular cuál será el grado de presión que ejerza el calendario, pero en ese encuentro residen las pocas esperanzas que les quedan a ambos partidos para salvar la situación y esquivar unos comicios que a ninguno de los líderes les favorecen. A Iglesias, por la pugna interna que desangra a Podemos. A Sánchez, por la amenaza de que Susana Díaz intente arrebatarle la secretaría general si fracasa.

Con ese horizonte ambos dirigentes conversaron este miércoles durante media hora, por teléfono, en una llamada que inició el socialista y que ha de ser la antesala de la reunión tras las vacaciones que se van a tomar por Semana Santa. Tanto Sánchez como Iglesias tenían claro que, más allá de las desconfianzas que siguen manteniendo, querían trasladar un mensaje positivo a la población, convencidos como están de que el hartazgo por la incapacidad de llegar a acuerdos podría hacer mella en sus electorados.

ATMÓSFERA DISTENDIDA

Y así fue. Más allá de las discrepancias, alimentaron las esperanzas de un pacto de gobierno y subrayaron que están dispuestos a «abrir un nuevo tiempo político”, etapa que debería empezar a despejarse en el encuentro bilateral que mantendrán el próximo día 30. A juzgar por el comunicado conjunto que sus equipos facilitaron después de la conversación, la atmósfera entre ellos es mucho más distendida, “muy cordial”, y parece haber superado la elevada tensión que se instaló entre ambos tras el agitado discurso de Iglesias durante el pleno de investidura del socialista, cuando afeó a Felipe González la guerra sucia contra ETA.

Síntoma de que la tirantez se ha ido desvaneciendo es que los dirigentes se empeñaron en remarcar que los desacuerdos que siguen existiendo “en ningún caso impiden el diálogo, la firme voluntad de evitar nuevas elecciones y conseguir un gobierno de cambio”.

CIUDADANOS, EL ESCOLLO

El principal escollo, que ahora ya no les impide sentarse a negociar pero que ha mantenido bloqueada la relación dos semanas, es el papel que debe jugar Ciudadanos. Sánchez transmitió a Iglesias que reivindica el pacto con la fuerza naranja, un acuerdo que quiere abrir al otros partidos para que se sumen. Considera que en ese documento se incluyen reformas necesarias como la de la Constitución, la laboral y la fiscal.

Iglesias, en cambio, sigue sin aceptar que Albert Rivera participe en el gobierno de cambio que promueve y que, sostiene, debe estar inspirado en la fórmula valenciana, que permitió al socialista Ximo Puig gobernar con el apoyo de Mònica Oltra, la vicepresidenta de Compromís, en un pacto que se cerró con el vértigo de la última hora.

Tanto Sánchez como Iglesias coinciden en la urgencia de resolver la situación, pero la presencia de C’s exigida por el PSOE sigue siendo el mayor escollo para formalizar un acuerdo.

El encuentro llegará en una semana de gran complejidad para Iglesias, justo tres días antes de la reunión de la dirección del partido morado en la que los cargos del partido deberán decidir si apoyan a Pablo Echenique como nuevo secretario de organización y en la que se definirá la transformación de Podemos hacia una nueva etapa de la que a estas alturas apenas nadie conoce detalles.

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