Ejercicios navales conjuntos en el Báltico

Rusia y China estrechan sus lazos militares

Entre el 21 y el 28 de julio Rusia y China desarrollaron sus primeras maniobras navales conjuntas en el mar Báltico, en las que han participado una decena de buques.

Para los medios rusos es una respuesta a “la creciente actividad militar de la OTAN en el Báltico”. Para los chinos, las maniobras “fortalecen e incrementan su cooperación estratégica y de coordinación”.

El destructor Changsa, el más moderno de la flota china, capaz de lanzar misiles guiados, una fragata y un buque auxiliar han recorrido todo el globo para participar en las maniobras conjuntas denominadas “Cooperación Naval 2017”. Por parte rusa, en las maniobras participan dos corbetas de nueva generación, además de helicópteros Ka-27, bombarderos Su-24 y aviones de transporte An-26. Las maniobras tendrán una segunda fase en septiembre en los mares de Japón y de Ojotsk. Tres mares donde Moscú yPekín tienen intereses estratégicos y consideran como áreas naturales de influencia.

La realización de las maniobras navales conjuntas es muy relevante por un doble motivo.

En primer lugar porque es una demostración de músculo militar naval de Moscú y Pekín en dos áreas donde los conflictos de ambos países con Washington, la OTAN o sus vecinos están a flor de piel.

En el Báltico, con motivo de la crisis de Ucrania y la decisión de la OTAN de reforzar su presencia militar en la zona para “mostrar el apoyo y la solidaridad” con los países vecinos de Rusia, pero en realidad para enseñar los dientes a Rusia con una flota de aviones y unidades especiales de tropas de combate. En el Mar de Japón por la presión militar constante de EEUU y sus aliados para amenazar con su capacidad de controlar las rutas marítimas de las que depende casi todo el gigantesco comercio exterior de China. Y en el de Ojotsk por la histórica disputa entre Rusia y Tokio por la posesión de las islas Kuriles. Frentes en ninguno de los cuales Pekín y Moscú pueden quedarse de brazos cruzados.

Para China reforzar su poderío naval es imprescindible tanto para hacer realidad su ambicioso proyecto de la Ruta marítima de la nueva Ruta de la Seda como para impulsar las rutas comerciales por el Ártico a lo largo del litoral ruso. Con este fin está a punto de inaugurar su primera base militar en el extranjero, en el cuerno de África, para combatir la piratería. Y posee ya los dos primeros portaviones de fabricación íntegramente china.

En segundo lugar, Pekín y Moscú mantienen una alianza que incluye también aspectos militares, y tienen un interés común en mostrar su fuerza militar a EEUU y sus aliados, por lo que desde 2014 han aumentado la escala y la frecuencia de sus ejercicios conjuntos. Una fecha que coincide con la profunda crisis en las relaciones ruso-atlánticas a raíz de la intervención en Ucrania y la anexión de Crimea. «El reforzamiento de las relaciones ruso-chinas contribuyen cualitativamente al fortalecimiento del frente antihegonista mundial»Solo en el año 2016 el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, se reunió al menos tres veces con su homólogo chino, Zhou Bo. A comienzos de este mismo mes de julio ambos ministros firmaron una “hoja de ruta” sobre la cooperación en materia militar para los años 2017-2020. Según un informe de investigación del Congreso de EEUU de este mismo año, la compra china de sistemas de defensa aérea S-400, considerados entre los mejores del mundo, y de aviones de combate de cuarta generación Sujoi Su-35 revelan los crecientes lazos militares entre Moscú y Pekín, un asunto que alarma al Pentágono que teme que China acelere el desarrollo de sus propias armas avanzadas clonando las suministradas por Rusia.

Sin embargo, contra las alarmas lanzadas a los cuatro vientos por los voceros de Washington, no existe ninguna alianza estratégica entre China y Rusia y mucho menos una alianza militar. Por dos poderosas razones.

Primero porque en su línea de ascenso pacífico, Pekín no está dispuesto a firmar ninguna alianza estratégica que pueda ser entendida como un desafío abierto a la hegemonía norteamericana. Y mucho menos en el terreno militar, donde la distancia de EEUU con sus rivales es sideral. Por eso descartan cualquier tipo de eje Moscú-Pekín y rebajan el tono calificando sus lazos militares, a pesar de la intención de seguir profundizándolos, con el concepto de “cooperación estratégica”, de ninguna manera alianza. Y así va a ser en el futuro próximo.

Segundo, porque a pesar de sus estrechas relaciones económicas, políticas, diplomáticas y militares, China y Rusia mantienen latentes conflictos potencialmente explosivos como en Siberia Oriental y las repúblicas del Asia Central.

Pese a ello, el reforzamiento de las relaciones ruso-chinas contribuyen cualitativamente al fortalecimiento del frente antihegonista mundial y, con ello, a la causa de la paz y la seguridad mundial.

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