Rusia realiza las mayores maniobras militares desde la época soviética

Rusia, con la participación de China y Mongolia, va a realizar en sus regiones orientales las mayores maniobras militares desde la Guerra Fría, concretamente desde 1981.

Los ejercicios, denominados Vostok-18 (Oriente-2018), desplegarán cerca de 300.000 soldados, 36.000 vehículos militares y más de 1.000 aviones y helicópteros, y movilizarán a dos de las flotas rusas, las del Pacífico y la del Norte. Unos ejercicios que tienen una lectura política: Rusia y China estrechan su cooperación ante el aumento de la presencia de Washington en Asia-Pacífico.Las maniobras tienen lugar en un momento de elevada tensión entre Occidente y Rusia, y también tras una larga década en la que EEUU (primero con Obama y ahora con Trump) ha ido acelerando el traslado del grueso de su fuerza militar hacia Asia, fundamentalmente a las costas de Asia-Pacífico.

Los ejercicios Vostok-18 son fundamentalmente rusos, y la participación de China, aunque secundaria -3.200 soldados, 900 piezas de artillería militar y 30 aviones de guerra -es más que destacada. Las maniobras tienen una clara lectura política. La superpotencia norteamericana tiene una superioridad militar inalcanzable para China y Rusia (el segundo y tercer ejércitos más poderosos del mundo), pero Washington debe saber que si su objetivo es enclavarse en Asia, Moscú y Pekín juegan en casa, y que están dispuestos a estrechar su cooperación estratégica -también en el decisivo terreno militar- si es necesario.

Las Vostok-18 también tienen lugar poco después de que la administración Trump anunciara la creación de un nuevo cuerpo de sus fuerzas armadas, un “Ejército del Espacio” destinado a hacer frente a la amenaza que suponen, según la Casa Blanca, Rusia y China en el plano orbital. Moscú y Pekín “podrían dotarse de la capacidad de destruir los sistemas de satélites norteamericanos”, dijo Mike Pence. Este nueva división del Pentágono supondrá una gigantesca inversión en alta tecnología militar, con la que la superpotencia quiere ampliar aún más la sideral distancia que le separa de sus rivales en este decisivo terreno. Sin embargo Moscú y Pekín no parecen dispuestos a dejarse amedrentar.

Moscú enseña su músculo ante el cerco de la OTAN

Aunque los ejercicios se sitúan en la parte asiática del país -en Siberia oriental y el Extremo Oriente ruso, incluso una parte de las mismas en territorio chino-,también son en buena parte respuesta al despliegue de la OTAN en los lindes occidentales del país, que Moscú considera desproporcionado y amenazante. Desde 2016, y como reacción a la anexión de Crimea (Ucrania) por parte de Rusia, la Alianza Atlántica ha venido aumentando su presencia militar ante la frontera rusa, emplazando cuatro batallones multinacionales, de más de mil militares cada uno, en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia.

La OTAN mantiene un gran despliegue de aviones que patrullan las fronteras rusas, y sigue instalando las armas antimisiles del Pentágono en el este de Europa (Rumanía, Polonia), así como incrementando su presencia en el Mar Negro o el Círculo Polar Ártico.

También como respuesta a este despliegue de la OTAN en el este de Europa, tuvieron lugar las maniobras Zapad-17 el año pasado. Los ejércitos de Rusia y Bielorrusia desplegaron 12.700 soldados (y cerca de 700 vehículos militares, entre ellos, unos 250 tanques) en unas maniobras al oeste, cerca de las fronteras de Polonia y Lituania.

Al contrario que China, mucho más comedida en mostrar su músculo militar, Rusia se viene prodigando en hacer exhibiciones de fuerza, sea en ejercicios militares, sea en contundentes acciones bélicas, como en Siria o Ucrania. No se trata de un militarismo gratuito. Mientras el gigante asiático tiene una potentísima base económica que le ha permitido ascender al rango de gran potencia mundial de forma eminentemente pacífica y gradual, Rusia -heredera de una superpotencia- tiene una economía aquejada de notables debilidades, pero se esfuerza en tener un potente brazo armado que es su gran baza para ocupar un lugar privilegiado en el nuevo orden mundial multipolar que está gestándose.

Putin lleva muchos años llevando adelante un proceso de modernización de la fuerza militar rusa, cuya culminación está prevista para 2015. Ha cambiado el anterior esquema militar del Kremlin, basado en un ejército muy numeroso pero con la mitad de los soldados de reemplazo. Ha reducido el número de efectivos de 1,3 millones a un millón, buscando uno totalmente profesionalizado. Ha despedido a 130.000 oficiales y mejorado la proporción entre el número de soldados y de mandos. El ejército ruso tiene ahora una estructura más racional y operativa, parecida al modelo norteamericano, y puede recurrir a unidades flexibles y especializadas, que se pueden reforzar con artillería y tanques. Es una fuerza militar mucho más eficiente, moderna y preparada no solo para «defender el país», sino para actuar en el extranjero -Siria, Ucrania, el Cáucaso…- allí donde las necesidades imperialistas de Rusia requieran una fuerza bélica contundente.

En definitiva, la apuesta de Rusia por estar en los puestos de cabeza de la cadena imperialista se basa en gran medida en su fuerza militar… y en demostrar que está dispuesto a usarla.

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