Rusia cambia a su embajador en Washington, implicado en el ‘Rusiagate’

El embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, ha sido relevado de su cargo diplomático. Kislyak es una figura central de la trama que investiga el Congreso y el FBI sobre la posible intrusión de Rusia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, que se ha convertido en una poderosa lanza de los sectores opuestos a Trump para desestabilizar su presidencia.

Serguéi Kislyak, de 66 años, que ha dirigido la delegación diplomática en Washington desde 2008, «ha concluído su misión», ha escrito la embajada rusa. El alto funcionario, uno de ases del cuerpo diplomático ruso, ha tenido que lidiar con una década en la que las relaciones entre Moscú y Washingtin han pasado momentos realmente tensos, como los de la guerra de Ucrania o de Siria. Pero no es por eso por lo que Kislyak será recordado, ni tampoco la verdadera «misión que ha complido».

Tanto el FBI, como el fiscal especial Robert Mueller, como el mismo Congreso investigan con lupa los contactos de Kislyak con miembros del equipo de campaña y transición de Trump antes, durante y después de la campaña presidencial. Moscú ha sido acusada por la inteligencia norteamericana de intentar interferir en el resultado electoral con ciberataques, espiando los emails de la candidata demócrata, Hillary Clinton. La investigación también se centra en el círculo presidencial de Trump, ya que Kislyak se reunió de manera discreta con el fiscal general, Jeff Sessions; con el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner; con el exasesor de Seguridad Nacional presidencial Michael Flynn, y con el jefe de campaña de Trump, Carter Page.

Las conversaciones de Kislyak con Michael Flynn -uno de los hombres de máxima confianza de Trump y que fuera nombrado consejero de Seguridad Nacional- fueron las que provocaron su defenestración y la primera baja significativa en el equipo presidencial. Casi lo mismo que le pasó a Jeff Sessions -el Fiscal General (equivalente a ministro de Justicia)-, obligado a inhibirse en todo lo relacionado con la investigación del Rusiagate al saberse que no reveló ante el Congreso, cuando se le preguntó, sus contactos con Kislyak. Por si fuera poco, Kislyak también volvió a la polémica después de que el pasado 10 de mayo mediara en la reunión en el Despacho Oval entre Trump y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en la que el mandatario estadounidense les reveló a ambos información clasificada. Y el yerno y asesor del presidente, Jared Kushner, ha testificado a puerta cerrada ante el Comité de Inteligencia del Senado por los contactos con los rusos durante la campaña electoral.

¿Cual ha sido el papel concreto de Serguéi Kislyak en todo esto? ¿Simple embajador o jefe de una alta operación encubierta? Moscú ha lanzado una cortina de humo y ha puesto miles de kilómetros de por medio. Los servicios de inteligencia estadounidenses consideran a Kislyak -un físico y especialista en negociación armamentística y tecnología nuclear- «un espía de alto rango”. Su sustituto -asegura el canal NBC- podría ser el viceministro de defensa ruso, Anatoly Antonov, representante de la línea más dura del gobierno del presidente Vládimir Putin, lo que de confirmarse tensaría aún más la cuerda entre el Kremlin y los sectores más hostiles a Moscú del establishment de Washington.

El Rusiagate se atraganta en el cuello de Trump, convirtiéndose en toda una brecha por donde los sectores opuestos a su mandato pueden socavar su presidencia. El neoyorquino y su equipo intentan tender puentes con Putin para atraerlo a su estrategia contra China, pero la mayoría del Congreso trabaja en contra de sus esfuerzos. La Cámara de Representantes ha votado un proyecto de ley que mantiene y amplía las sanciones contra Moscú por las injerencias de espionaje y la guerra de Ucrania -endureciendo las restricciones al crédito a las empresas rusas y prohibiendo asociaciones ruso-estadounidenses en el terreno de la defensa o de la energía- unas medidas que la Casa Blanca no podrá levantar por su cuenta.

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