Opinión

Ruinas franquistas o palacios atlánticos

Más de 600 profesores de la Universitat de Valencia han instado con sus firmas al rector de dicha universidad a trasladar ante la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) la solicitud de dimisión del director de la Real Academia de la Historia (RAH), Gonzalo Anes, por diferentes puntos en la redacción del Diccionario Biográfico Español, y alguna de sus declaraciones. La indignación está justificada. El problema es que esto siga convirtiéndose, hoy en dí­a, en centro de atención, y que sea posible tan si quiera que ocurra.

La olémica estalló al presentarse el mencionado Diccionario. Desde el tratamiento de Franco como persona “moderada” y de su régimen como una desviación de “autoritarismo”, por parte del historiador Luis Suárez, a las declaraciones en las que Gonzalo Ares justificaba el escaso número de académicas por la dedicación que las mujeres deben a la crianza de los hijos y tareas del hogar. A esto hay que sumar las recientes declaraciones en torno al Movimiento 15-M, calificándolo de “anécdota histórica”, y menospreciando la “inteligencia” de sus miembros. Afirmaciones que se agravan si tenemos en cuenta las dimensiones que desde el pasado domingo ha tomado el inmenso apoyo popular que está recibiendo el movimiento. Esto no dejaría de ser una anécdota rancia si no se tratara de la institución que es, o se hubiera solventado rápido si no se quisiera enconar la actualidad en este tipo de debates. La explicación solo la podemos encontrar en dos factores. El primero es la naturaleza endogámica de la Real Academia de la Historia, en la que con más que honrosas excepciones, es difícil encontrar savia nueva. Y no por la “juventud” sino por la capacidad de evolución ligada a la realidad. Aunque pudiera parecer anecdótico, basta con pasearse por los alrededores de la fachada de la institución para comprender el grado de “abandono” a la que está sometido, tratándose de una parte fundamental de las estructuras ideológico-culturales y artísticas del Estado. El propio Luis Suárez, el biógrafo de la polémica está vinculado a la Fundación Francisco Franco y es presidente de la Hermandad del Valle de los caídos. La Real Academia de la Historia no tiene un problema de falta de mujeres porque “están dedicadas a criar a sus hijos y a ser amas de casa", sino un problema de endogamia, cerrazón y aislamiento de la sociedad. Seguramente tendríamos que dirigirnos a algunos sectores del almirantazgo de la Marina, por ejemplo, para encontrar ese grado enquistamiento. El otro factor es el que hace referencia a la necesidad de alimentar la polémica. No porque no esté justificada, al contrario, sino porque debería poder resolverse rápidamente, para concentrar la atención de la “actualidad informativa” en aquello verdaderamente importante… que no es Franco ni los pequeños y aislados reductos franquistas de la sociedad. Si estamos como estamos no es por las ruinas del franquismo, sino por los palacios atlánticos.

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