Basta ya de suavidad con los polí­ticos corruptos y de impunidad para las tramas de corrupción

Roba, roba… si no te va a pasar nada

El relato de los hechos es escandaloso. Cuando la corrupción en el Palau de la Música supuraba hedor y era imposible de esconder, su presidente, Félix Millet, se autoinculpa de «haber metido la mano en la caja». Automáticamente, todos los focos se centran exclusivamente en él, dejando a salvo al resto de la trama delictiva. Y, como recompensa a su silencio, el juez le trata con una grotesca suavidad, enviándole a casa tras tomarle declaración, y negándose a acusarle de los delitos más graves.

El lógico escándalo social que suscitan los casos de terrorismo o ederastia ha obligado a reformar el Código Penal, para endurecer las penas de estos delitos. A nadie se le ha ocurrido salir en defensa de terroristas o pederastas.Sin embargo, los corruptos, los grandes corruptos, mejor dicho, gozan de privilegios que están fuera del alcance de delincuentes de menos alcurnia.El caso de Félix Millet, prócer por excelencia de la burguesía catalana y corrupto confeso, es paradigmático.El pasado 15 de septiembre Félix Millet y Jordi Montull, presidente y director administrativo del Palau de la Música, presentaron a los juzgados una carta autoinculpatoria reconociendo la apropiación del dinero del Palau para uso personal, el pago de comisiones y sueldos millonarios.¿Les carcomía la conciencia? No, simplemente el robo ya no podía ocultarse, y la confesión de Millet y Montull actuaba como cortafuegos para que los daños no afectaran al corazón de la trama corrupta.Lo que empezó siendo un desvío de fondos de 1,3 millones se elevó luego a 3,3, luego a 10, luego a 20 millones… Y probablemente nunca sepamos a ciencia cierta el total del dinero robado.La alarma social generada en Cataluña -donde se había vendido que la corrupción era una “costumbre mesetaria” ajena al civilizado oasis catalán- es mayúscula.Sin embargo, Millet y Montull no comparecen ante el juez hasta cuatro meses después, Y cuando lo hacen, el magistrado les envía a casa, con la única medida de hacerles entregar su pasaporte. Circunscribe la causa a los delitos que los acusados ya habían confesado, impidiendo a fiscales y acusación investigar más allá. Y, a pesar de que ya se ha confirmado el robo de 20 millones en una entidad que en los últimos diez años ha recibido 36 millones de subvenciones públicas, declara que… ¡no existen indicios para apreciar un delito de malversación de fondos públicos en el comportamiento de Fèlix Millet!La impunidad que disfrutan las tramas corruptas para robar los dineros públicos viene de lejos. El gobierno catalán tenía ya en 2002 sendos informes -de hacienda y de la sindicatura de cuentas- que desvelaban las irregularidades en las cuentas del Palau. Los archivó, declarando la omertá corrupta compartida por el conjunto de las élites catalanas.El presidente de la Fundación Trias Fargas de CiU, que recibió más de medio millón de euros de la trama Millet, ha sido suficientemente rotundo en su advertencia de “tirar de la manta”: "Si nos van presionando, al final lo contaremos todo. Extenderemos las sospechas por todas partes y meteremos el sistema en crisis y esto será Italia".Como primer adelanto, ha señalado hacia la fundación del PSC, deslizando que se financia a través de Caixa Catalunya, presidida ahora por Narcís Serra, destacado dirigente del socialismo catalán.¿Recuerdan cuando Maragall acusó en el parlamet a CiU de financiarse con el famoso 3%, las mordidas que pagaban las empresas para recibir adjudicaciones públicas?Al escándalo inicial siguió el más absoluto silencio de todos. Porque todos los partidos y grandes instituciones catalanas participan de la trama.Algo similar ocurrió en la investigación del caso Gürtell. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, Juan Luis de la Rua, íntimo amigo de Francisco Camps, se negó a aceptar las pruebas que apuntaban hacia una financiación ilegal del PP valenciano, archivando el caso y eximiendo al presidente de la comunidad.Ya está bien de aguantar tanta impunidad para los corruptos. Debe caer sobre ellos todo el peso de la ley. Pero, sobre todo, se debe ir hasta el final. No existen individuos corruptos sin una trama delictiva que permita el crimen. Se debe dar a la corrupción el carácter de crimen organizado, porque de hecho lo es. Y no descansar hasta que las redes de corrupción estén desarticuladas.

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