¡Refugiats, benvinguts!

El 4 de julio atracaba en Barcelona el barco Open Arms de la ONG humanitaria del mismo nombre. Lo hacía con un grupo de 60 migrantes rescatados de aguas libias cuatro días antes.

En una situación normal, el Open Arms hubiera atracado en las costas italianas, mucho más próximas a Libia, para poder atender cuanto antes a los migrantes e ir a rescatar a nuevos náufragos. Pero no pudo ser; el nuevo ministro de Interior italiano Matteo Salvini, que llama “traficantes de carne humana” a los héroes que se juegan la vida en el Mediterráneo para salvar cientos de vidas, ha cerrado los puertos transalpinos a las embarcaciones humanitarias. También les ha sido vetado atracar en Malta.

Pero como en el caso del Aquarius, la respuesta del Gobierno de Sánchez ha vuelto a estar a la altura de la mayoría social española, que aplaude el cambio de políticas humanitarias. Con la colaboración de la alcaldesa de Barcelona, el Open Arms ha podido desembarcar en la Ciudad Condal, tras cuatro días de travesía.

El trayecto del Open Arms fue más largo de lo esperado por culpa de la ignominia de Salvini, pero los ánimos estaban altos. Entre la tripulación y los rescatados se desarrollan fuertes vínculos, y hasta complicidades contra el nuevo ogro xenófobo. Al avistar las costas catalanas, los refugiados y el equipo del barco se pusieron a cantar la canción que se ha convertido todo un himno en el Open Arms. Se trata de Bella Ciao, la canción que cantaron los partisanos comunistas italianos contra el fascismo mussoliniano.

Esperando su llegada, un dispositivo especial organizado por Cruz Roja. Antes de atracar definitivamente, los sanitarios de Cruz Roja entraron en el barco para asegurarse que estaban todos en condiciones. No hubo necesidad de hospitalizar a nadie.

El fundador de Open Arms, Óscar Camps, se despidió de los migrantes salvados, uno a uno, dándoles un abrazo mientras abandonaban el barco. Los cincuenta migrantes hombres marcharon en compañía de Cruz Roja en dos autobuses hasta la residencia deportiva Blume, de Esplugues de Llobregat, que les servirá de vivienda provisional. Las cinco mujeres fueron acogidas en equipamientos municipales, junto con los menores hijos suyos. Mientras que tres menores que venían solos van a pasar a manos de la Fiscalía de Menores y la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (DGAIA). Los migrantes gozarán de 30 días para solicitar asilo en el país si lo desean y arreglar su situación.

Por la tarde, la alcaldesa organizó una rueda de prensa con la ONG en el Museu Marítim de Barcelona. Allí, Ada Colau definió la labor de Open Arms como “el símbolo máximo de la esperanza en Europa”. “Por eso os damos la bienvenida y un enorme gracias” sentenció al final.

La labor no ha terminado. En un tweet, Óscar Camps declara “Qué tristeza saber que ayer murieron 63 personas más. Llevamos solo 60 personas, podríamos haber salvado 270 más”, denunciando cómo la pérdida de tiempo al tener que desplazarse hasta España ha costado la vida de más migrantes.

La labor de las ONG Open Arms, ProemAid o SOS Mediterráneo es esencial para salvar las vidas en el mar de aquellos que huyen de la miseria y la guerra. Pero igual de esencial es el papel de los Gobiernos europeos. No podemos consentir que el Mediterráneo sea una enorme fosa común.

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