Menos salario, más explotación

Reforma laboral, robo salarial

¿Cuál es el corazón de la reforma laboral aprobada por el gobierno de Rajoy? Sin duda abrir la puerta a una nueva rebaja general de salarios para cumplir con el objetivo que han fijado desde Washington, la cabeza del imperialismo: «Los salarios deben reducirse otro 20%», que añadido al 25% que fijaron cuando aún gobernaba Zapatero, significa que vienen a por el 45% o 50% de nuestras rentas y salarios.

Según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística sobre la Contabilidad Nacional al cierre del 4º trimestre de 2011, los salarios en 2011 perdieron 2,1 puntos de renta real, mientras el “excedente bruto de explotación”, los beneficios del capital, crecieron 6,6 puntos. Desde que empezó la crisis los salarios acumulan, con los datos del INE en la mano, una pérdida de 12 puntos de renta real.

«La reforma laboral es una autopista para acelerar la rebaja salarial, es decir para incrementar la explotación al toque de corneta del “séptimo de caballería”»


Esta es la sangrante realidad a la que estamos asistiendo, a un acelerado ritmo de saqueo de los salarios de la inmensa mayoría de la población hacia las rentas empresariales. Es pura explotación. Así, mientras los salarios pierden cada vez mayor participación en la riqueza nacional, las rentas empresariales aumentan su participación en el PIB. Es otro de los datos más significativos de la Contabilidad Nacional al acabar 2011: por primera vez en la historia las rentas empresariales, con un 46,2% del PIB, superan a las rentas salariales que bajan hasta el 46%.


La reforma laboral es una autopista para acelerar la rebaja salarial, es decir para incrementar la explotación al toque de corneta del “séptimo de caballería”. Por primera vez desde el franquismo, la empresa podrá rebajar unilateralmente el sueldo de sus trabajadores, sin necesidad de acuerdo con ellos o sus representantes. Incluso aunque la empresa tenga beneficios, simplemente aduciendo “mejoras de competitividad o productividad” o bajada de ventas o de ingresos durante tres trimestres.

Un ataque contra el 90%
Pero si la reforma va a reducir aún más la parte de los salarios, ampliando la parte de los beneficios empresariales, no es para beneficiar por igual a todos los “empresarios”. No son los pequeños y medianos empresarios y los autónomos los destinatarios y grandes beneficiados de la reforma, sino los grandes monopolios, las multinacionales y grandes grupos financieros. Desde el estallido de la crisis se han destruido entre 250.000 y 300.000 pymes. ¿Acaso son ellas las que se han llevado los 66.000 millones de euros que aumentaron las rentas del capital en 2011? Al contrario, esos beneficios se han acumulado en las empresas del gran capital extranjero y de la oligarquía. No se reparte la riqueza, se concentra en menos manos, aumentando la explotación y destruyendo pymes.


Para las pymes y autónomos que dependen del mercado nacional, el paro y los bajos salarios significa la caída del consumo y su ruina. Para los grandes grupos monopolistas y multinacionales que tienen el 80% de su mercado fuera de España, la regla es otra: más explotación, menos salarios, muchos más beneficios.

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