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Rajoy, sin los Juegos, se suma a la guerra

España se ha quedado sin la Olimpiada de Madrid 2020, tras ser eliminada en la primera ronda de votaciones del COI y después de un desempate con Estambul, que anunciaba la primacía de Tokio, la ciudad vencedora en la votación final. El pésimo resultado para España ha caído como un jarro de agua helada sobre los españoles, que no salimos del tobogán de desgracias que embargan al país. Y ello repercutirá en el ánimo ciudadano y en la dañada imagen de esta nación, víctima de un paro gigantesco, una economía dañada, con continuos sacrificios y altos impuestos y todo marcado por el deterioro constitucional y la corrupción. Y ahora, lo que faltaba, el fracaso olímpico que nos llega a las pocas horas de saber que Rajoy ha decidido apoyar el ataque anunciado por Obama en Siria para castigar al régimen de Bachar El Asad, tras conocerse el uso de gas sarín en un bombardeo llevado a cabo en la guerra civil de ese país.

Rajoy se pasa con gran facilidad de los Juegos Olímpicos, a los juegos de la guerra, pendientes ahora de la votación, el lunes, del Congreso de los Estados Unidos y sin que el presidente español se haya dignado a someter su posición, que nos compromete a todos, al Parlamento español, jugando al escapismo con esos juegos de palabras que ponen en duda la credibilidad y la transparencia de que la presumen y que ya ha sido aplastada en los ordenadores de Bárcenas o en sus huidas de los medios –como en San Petesburgo a propósito de Siria- y del Congreso de los Diputados.

Pero regresemos a Buenos Aires, capital de nuestra nueva y gran decepción nacional, entre otras cosas porque en últimas semanas se había levantado oficialmente en nuestro país una sorprendente oleada de optimismo sobre la victoria de Madrid 2020, con tres argumentos: la fuga radioactiva de Fukushima, que amenazaba a Tokio; las revueltas juveniles y su represión en Turquía donde además se habían dado muchos casos de dopaje; y el hecho de que Madrid tuviera construidas una gran parte de nuestras sedes olímpicas.

Pero la oferta española de Madrid, de la que el ministro y hasta hace poco alcalde Alberto Ruiz Gallardón es responsable, incluía una deficiencia fundamental: se olvidaba la rotación continental que es una inexorable ley del COI. Primero fue Pekín (Asia), luego Londres (Europa) y después Rio de Janeiro (América), y ahora parecía que era el turno oriental y asiático y puede que por ello la victoria cayó sobre Tokio.

¿Acaso no sabían todo esto los políticos y responsables olímpicos de España? Claro que sí pero se empeñaron en forzar la mano y la tradición del COI, pensando mas en las debilidades ajenas que en las ventajas propias y ese error de cálculo nos llevó al fracaso y a la eliminación en la primera ronda. ¿Y qué tal fue la presentación de la candidatura? Pues en un principio fue bastante buena, quizás con un exceso ímpetu de Botella y Rajoy, y mas eficaz y natural por parte del Príncipe Felipe y de Pau Gasol.

Faltaba en todo ello la cuestión continental, liderazgo político y mas innovación. Y sobre todo una imagen de España menos mala y mas prometedora que la que tenemos en la actualidad. Y ¿tendrá este fracaso consecuencias políticas? Rajoy dijo en Buenos Aires que no, pero ya veremos quiénes son los candidatos a la alcaldía y la presidencia autonómica de Madrid en 2015.

Desde luego quien esperaba sacar el mayor partido político de un eventual triunfo de Madrid 2020 ese era Rajoy –que habría tapado la corrupción del PP y jaleado la recuperación de la crisis- pero esa oportunidad la ha perdido Rajoy. De la misma manera que, de haber ganado España, la Familia Real también habría conseguido una importante mejora en su dañada imagen gracias al liderazgo del Príncipe Felipe, aunque su intervención fue sin duda la mejor de la delegación. Nos queda, pues, un mal sabor de boca por este fracaso y una enorme decepción. Pero los españoles superarán el desencanto olímpico y Madrid, tarde o temprano, tendrá también su oportunidad.

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