Una TV australiana muestra las imágenes vetadas por Obama

¿Quién puede sacar la verdad a la luz?

Ha llegado en el peor momento para Obama, después de que hace dí­as diera marcha atrás y decidiera no hacer públicas las imágenes de tortura en Guantánamo y otras cárceles. El presidente se plegaba a las presiones de la cúpula militar norteamericana, que advertí­an que la extrema crueldad de las imágenes podí­a desencadenar una nueva ola de antiamericanismo en Irak y Afganistán. Ahora, la cadena de televisión australiana SBS ha decidido emitir una veintena de fotografí­as tomadas en 2006 en la cárcel de Abu Ghraib. ¿Oportunismo periodí­stico, afán de revelar la verdad o intereses ocultos?

Las fotografías son justo del tio que en Pentágono quería ocultar. La crudeza de las imágenes es explícita, bochornosa, brutal, aberrante, del mismo estilo de las que conmocionaron al mundo en 2006, tomadas en la misma prisión iraquí. En las que han sido publicadas se puede ver a un prisionero con el cuerpo cubierto de defecaciones mientras sus carceleros se ríen o a un reo maniatado con semen cayéndole por la boca. La cadena dice que en las que no se han hecho públicas aún se pueden ver más humillaciones, como a un preso encapuchado con una revista erótica en la pantorrilla, y a los captores amenazando con sodomizarle con una escoba. Las imágenes de momento se han publicado en dos medios –el periódico australiano Sydney Morning Herald y el británico Telegraph- además de en la australiana SBS, y si se propagan aún más podrían dar al traste con las intenciones de la Casa Blanca. Es más: el anuncio de Obama de vetar su publicación por su contenido extremo ha añadido una expectación extra a la publicación de las fotografías. ¿Quién las ha suministrado?. La cadena SBS insiste en que las adquirieron hace tres años, al calor de la publicación de las primeras fotos de Abu Ghraib, que supusieron un duro golpe a Bush cuando éste se disputaba la presidencia con John Kerry. La SBS dice que en su momento decidió no publicarlas. ¿Porqué entonces no y ahora sí?. ¿Es un simple caso de especulación periodística, ya que ahora las fotos se han revalorizado?Evidentemente cuando estamos hablando de imágenes que golpean a la Casa Blanca, no podemos partir de eso. Detrás de las fotografías de 2006 de la cárcel iraquí podemos encontrar a los sectores de la oligarquía norteamericana y sectores del Estado que intentaban defenestrar la incendiaria línea Bush, que estaba conduciendo a la superpotencia a un callejón sin salida. No podemos encontrar menos detrás de las publicadas ahora. Y más si tenemos en cuenta que todo el escándalo de las fotos de las torturas parte de la denuncia de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), en cuya financiación podemos encontrar a fundaciones como Ford o Rockefeller, históricas instituciones de la clase dominante norteamericana de las que forman parte gente tan preocupada por la tortura o los derechos civiles como Henry Kissinger o Robert McNamara.Justo cuando Obama parece plegarse a las exigencias de quienes en su gobierno parten de no “criminalizar” a la línea Bush y a sus representantes políticos –representantes “moderados” del complejo militar industrial como Robert Gates y otros generales del Pentágono-, otros sectores de la clase dominante parecen exigir la defenestración completa, el bombardeo exhaustivo y cabal de la línea Bush y el ajusticiamiento ante la opinión pública (o ante los tribunales) de los `neocon´ como Cheney, Rumsfeld o Rice como condición previa a acometer un cambio de línea más profundo y consecuente con las necesidades de una superpotencia en repliegue. Que estas fotos salgan a la luz permite que la opinión pública pueda conocer el verdadero rostro del hegemonismo, las entrañas de opresión y terror que se esconden bajo la ahora amable cara y buenas formas de su nuevo presidente. Pero el “periodismo de investigación” parte siempre de “gargantas profundas”, esas que habitan en las cloacas del Estado y que sirven a intereses que nada tiene que ver con la verdad o la defensa de la libertad. Es preciso preguntarse siempre quién lo dice, cuando lo dice y para qué lo dice.

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