Cine

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Asistimos quizá al momento de mayor proyección internacional de nuestra cinematografí­a. Pero, paradójicamente, es en España donde nuestro cine sigue relegado a una posición marginal. ¿Por qué? Señalar las causas y proponer las soluciones parece una cacerí­a imposible, un felino de tal agresividad que nadie se atreve a ponerle el cascabel.

Durante 2008 se estrenaron 196 largometrajes esañoles y 297 norteamericanos. Pero el 74,96% de la taquilla fue acaparada por títulos estadounidenses, mientras que las películas nacionales tuvieron que conformarse con un 9,99% de la recaudación. ¿A qué se debe esta distancia sideral? ¿Es el cine español incapaz de competir, incluso cuando juega en casa, con el cine norteamericano? Lo primero que sucede es que los dos contendientes no juegan en igualdad de condiciones. El dinero recaudado por copia distribuida de las películas españolas y norteamericanas es sorprendentemente similar. El auténtico cuello de botella es el número de copias que unos y otros pueden lanzar al mercado. Sólo siete películas españolas pudieron poner en circulación el año pasado más de 300 copias, mientras el número de cintas estadounidenses que lo hicieron fueron 57, ocho veces más, justo la distancia que separa la taquilla del cine de Hollywood y el nacional. La monopolización de las redes de distribución, controladas férreamente por las grandes majors norteamericanas, impone una dictadura de mercado donde la “libre competencia” es una quimera imposible. Estos mecanismos de extorsión monopolista lastran el crecimiento de nuestro cine en las salas españolas. Atreverse o retroceder aterradosPero ante esta realidad también existen dos respuestas posibles, la de atreverse audazmente o la de retroceder aterrados ante las dificultades. Lo que equivale a persistir en un tipo de cine que ha demostrado ser “veneno para la taquilla”: el cine de autor obligado por la “tradición progresista” que ha llegado a ofrecer productos insulsos y vacíos de contenido, y una concepción burocrática del arte cinematográfico que no concibe que el carácter revolucionario y transformador debe serlo pegado a la realidad cotidiana de la gente y atreviéndose con nuevas formas que refuercen los contenidos de carácter universal. A parte de la “tabla de salvación” que ha supuesto “Ágora” o del estreno de Almodóvar "Los abrazos rotos" (“esa historia mil veces contada y mil veces contable aún sobre lo que distingue al "amor" del coleccionista – ese hombre que se compra una mujer hermosa igual que se compra una obra de arte para la pared – del amor que quema, como una montaña de lava, y que linda siempre con la tragedia o la muerte, o de ese amor secreto y eterno que yace guardado en un corazón como esperanza infinita”), durante el año pasado hemos contado con la opinión de autores y directores que o bien siguen representando el valor internacional de nuestro cine, o se han atrevido con nuevas fórmulas que han tenido resultados sorprendentes. Fernando Trueba (El Baile de la Victoria) “Los directores que te gustan no solo te influyen en las formar de narrar sino en su visión del mundo. Los directores a los que yo admiro no son solo los que me gusta su cine, su técnica sino los que me ayudan a entender la vida, esa es una función del arte. […] Lo mejor del cine son los directores, los actores, los guionistas… el productor siempre busca el beneficio, siempre busca más y más. En Hollywood hay un poder absoluto del productor y la mayoría de las películas son muy malas, tienen muy buena técnica, hasta la película más estúpida está muy bien fabricada, también hay películas buenas pero son la excepción. […] (La nueva orden ministerial) creo que va a favorecer una mayor monopolización. Otro error gravísimo es el poder que se le está dando a las televisiones privadas para que decidan el cine que se hace. Las televisiones privadas no deberían tener el poder ni siquiera de decidir qué televisión se hace. Creo que el gobierno se ha bajado los pantalones antes las televisiones privadas; me parece un atentado a la cultura y educación del país.” Santiago Zannou (El Truco del Manco) “Yo divido las películas entre honestas o no . Es una responsabilidad poder ser la voz de mucha gente que nunca ha tenido esa oportunidad. He querido hablar de temas que tengo muy cerca. A veces directores deciden acercarse a este tipo de temáticas por el titular. Yo dirijo desde las entrañas […] la clave está siempre la mirada, los directores lo que podemos aportar a la sociedad es la mirada. Hay otros medios magníficos para retratar los conflictos sociales. […] Supongo que tanto los académicos como los espectadores han visto un equipo de gente honesta que ha querido hablar de temas que nos tocan a todos. Hacer una película es siempre una responsabilidad, más una película de este tipo.” Daniel Monzón (Celda 211) “Quizá resulte pedante, pero en la película hay elementos de la tragedia griega e incluso de Shakespeare, ”Apache”, el colombiano, es comparable a Yago el traidor. El final es tan épico, tan emocionante precisamente porque tanto Malamadre como Juan son conscientes de que no van ganar; Juan es consciente de su destino, lo garabateo en la pared de su celda. Estudié griego clásico, y me fascinaba la tragedia clásica. Juan recuerda al héroe clásico, un hombre que está en la rueda de la fortuna, está enamorado, va a tener un hijo, es joven pero la rueda gira 180º y le aplasta con todo el peso, algo muy típico de la tragedia griega.” Jaume Balagueró (Rec2) “La intención desde el principio fue contar una historia de terror con el lenguaje del directo televisivo, sin montaje y sin artificios. De esta forma, podríamos implicar el espectador en la historia de una forma mucho más efectiva, hacer que lo que sucedía en la pantalla sucediera a su alrededor, no sólo delante de ellos. En definitiva, que formaran parte de la película […] La comedia suele ser bastante localista, las cosas que nos hacen gracia son las cosas que reconocemos más cercanas, las que nos incumben. En cambio, el terror es una emoción mucho más universal. A todos, seamos de donde seamos, nos asustan las mismas cosas […] Los géneros más populares siempre son una buena estrategia comercial, nada le conviene más al cine español que acercarse al público.” Jorge Blanco (Planet 51) “Éste es un país de pintores y artistas con mucha cultura visual pero no tenemos una industria real, quitando casos esporádicos, estamos muy atados a subvenciones. Está claro que es una alternativa, pero el problema es que la animación cuesta mucho dinero, necesita muchas inversiones y mucho tiempo, dar ese salto es muy difícil para nuestro país donde no hay un tejido real industrial. […] Planet 51 es una película que está dirigido a público infantil pero también a adultos. Precisamente por eso ¿no nos interesa acercarnos al público más joven que es objetivamente quién más consume cine? Si estrenas con Luna nueva o 2012 estas en desventaja claramente. La animación al mismo tiempo que resulta muy comercial por su lenguaje, rompe con muchas de las convenciones del cine clásico.”

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