SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

«Puñalada» certera de Rubalcaba

Lo diga Rubalcaba, “Agamenón o su porquero”, Rajoy no está en condiciones de liderar el Gobierno de España ni de desmentir la gran trama de la doble contabilidad del PP documentada por el diario El País, sobre todo mientras no denuncie a Bárcenas -el autor del documento- y anuncie una querella contra el ex tesorero del PP que el mismo nombró. Luego podrá Pons, o el lucero del alba, acusar a Rubalcaba de haber arruinado a España de la mano de Zapatero, de agitar insidias y promover algaradas callejeras, pero los hechos están ahí y ellos, y no la insidia, son los que han permitido al jefe de la oposición asestar una certera “puñalada” (si se quiere) a Rajoy, que recuerda el “¡váyase señor González!” de José María Aznar. Ahora bien, ¡ojo con llevar a la calle el enfrentamiento entre el PSOE y el PP!

Y en las actuales circunstancias españolas no cabe exigir silencio o absentismo de la prensa o de la oposición, por la “explosiva” que sea crisis de España o la creciente tensión social. Porque lo que no pueden hacer ahora ni los medios ni los demócratas es mirar hacia otro lado, tapar lo que no se debe y consentir que los responsables de la corrupción estén en sentados en los más altos palacios, de la Zarzuela o la Moncloa, sin que pase nada y sin que se produzcan los relevos y ceses que se tienen que producir.

Naturalmente, Rajoy está en su derecho de no dimitir – o de no “arrugarse” como prometió el sábado- y de continuar al frente de la presidencia del Gobierno, como si nada hubiera ocurrido, o enseñando sus declaraciones de Hacienda, las investigaciones internas del PP y juramentos varios que nada tienen que ver con la contabilidad secreta y fraudulenta del PP. La que ya conocemos y a cuyo autor Rajoy no quiere señalar, ni presentar querella en los tribunales. Pero de la misma manera que Rajoy, en 2004 y 2008 sobrevivió a la derrota del PP por el PSOE de Zapatero, esta vez no solo está en juego la carrera política de Rajoy -”el impoluto”- sino el gobierno de España y todo el PP, el que se está hundiendo en todos los sondeos de intención de voto.

En cuanto a lo dicho por Rubalcaba tenemos que subrayar que el líder del PSOE ha pedido a Rajoy su dimisión de la presidencia del Gobierno, en un momento de alta tensión social: cuando una gran mayoría de ciudadanos piensa los mismo que el jefe de la oposición, y están hartos y desesperados por la crisis económica y los ajustes sociales del Gobierno; cuando el diario El País editó al completo la documentación de la doble contabilidad del PP -de los años 1990-1998-, redactada de puño y letra por Luís Bárcenas, el ex tesorero de Rajoy (de 2004 a 2008) y en la que incluyen los pagos a Rajoy (y Cospedal) y otros sobresueldos a muchos de los dirigentes del PP, y algunos recibiendo dinero en el tiempo en el que eran ministros del Gobierno de Aznar y estaban sometidos a la absoluta incompatibilidad.

Pero sobre todo Rubalcaba pidió la dimisión de Rajoy (viniendo a decir que el PP ponga a otro dirigente en su puesto, y sin solicitar elecciones anticipadas ni anunciar moción de censura) tras oír el dramático “canto del cisne” del sábado de Rajoy. Donde el líder del PP se mostró incapaz de dar una explicación certera sobre lo ocurrido y acusó a la prensa y al PSOE de estar por detrás de una misteriosa conspiración, y se negó a citar el nombre de Bárcenas, y no anunció querella alguna contra su ex tesorero, como lo pide casi todo el mundo, y ahí incluidos Esperanza Aguirre y Alberto Núñez Feijoo.

Estos documentos son una prueba acusatoria flagrante, y mientras Rajoy no se querelle contra Luis Bárcenas señalándolo de haber fabricado una falsedad injuriosa y calumniosa contra el PP y sus dirigentes, Rajoy será responsable de todo ello, porque todo ello ocurrió bajo su mandato en el PP. Y tiene sus razones Rubalcaba cuando afirma que Rajoy no está en condiciones de presidir el Gobierno de España, o de pedir más sacrificios a los españoles, o de enfrentarse así al nacionalismo, o de cesar a una ministra, tal y como ocurre ahora con el clamor que exige el cese de Ana Mato, a la que lamentablemente ampara Rajoy, dando otra prueba de su presunta complicidad con todo el escándalo.

Como puede que Rajoy tenga las suyas para seguir al frente del Gobierno y del PP (hoy camino de Berlín donde le volverán a preguntar por Bárcenas y por Rubalcaba), pero lo cierto es que en medio de esta trifulca general y nacional va a ser muy difícil que este país recupere la normalidad y la estabilidad. Las que no se hunden porque alguien de la oposición pida la dimisión del jefe del Gobierno -algo que suele ocurrir con asiduidad en los regímenes democráticos-, pero la que sí se agrava cuando se tiene la certeza, la sospecha o impresión de que estamos inmersos en un régimen marcado por la ruina de los españoles y la corrupción de quienes nos gobiernan. Y eso si que es un asunto de calado mucho mayor.

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