SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Pruebas decisivas

El espectacular aumento de la morosidad bancaria en septiembre, fecha en la que los préstamos irrecuperables llegaron al máximo histórico de los 187.830 millones, equivalentes a una tasa del 12,6%, señala de forma clara una de las debilidades de la banca española, castigada por años de recesión y desempleo. Al tiempo, el ascenso continuo de la mora suscita temores ante las pruebas de solvencia que prepara el Banco Central Europeo (BCE) y las posteriores pruebas de resistencia. Las pruebas, decisivas para saber si la banca europea estará en condiciones de financiar el despegue económico en 2014 y 2015, no están exentas de discusión.

Porque es evidente que España pondrá a examen ante el BCE al 95% de su sistema bancario mientras que Alemania, por decisión política propia, solo llevará al examen en torno al 50% de su sistema. Puesto que nosotros pondremos el dinero en caso de dificultades bancarias internas, somos nosotros —argumenta el Gobierno alemán— los que nos reservamos el derecho de inspección y control. El razonamiento olvida las lecciones de la crisis financiera; si no hay controles públicos y estrictos de la solvencia de los activos bancarios, la actuación a posteriori, que es la que podría efectuar Berlín sobre sus entidades, no evita el riesgo de contagio en el sistema europeo.

La pregunta adecuada es si la banca española está en condiciones de superar los exámenes del BCE y de la Autoridad Bancaria Europea (EBA). El aumento de la morosidad, el bajo crecimiento económico y la hipótesis de que el BCE endurezca las exigencias por el abultado volumen de deuda pública en los balances son elementos que cuestionarían la solvencia, pero a favor de la banca hay varios factores de peso. Las entidades han sido sometidas a una recapitalización intensiva cuyo final acaba de decretar la Comisión Eurpea; es muy dudoso que un examen de calidad de activos revele dificultades a corto plazo. A medio plazo, si el crecimiento se mantiene en niveles bajos, podría haber nuevas exigencias de capital, pero los exámenes inmediatos se pasarían sin dificultad.

Conviene remitirse además a un documento reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Global Financial Stability Report, donde se explica que las provisiones ya realizadas por la banca española cubrirían de forma suficiente el potencial aumento de fallidos; cosa que no sucede, por ejemplo, en Italia o Portugal. Así que la afirmación del ministro de Economía, Luis de Guindos, de que la banca está “bien preparada” tiene trazas de realidad.

Hay que insistir en que la condición para sostener la solvencia bancaria es que haya crecimiento; y como buen argumento dialéctico, resulta que ese crecimiento depende de varios factores, entre los que se cuenta precisamente que los bancos presten dinero o estén en disposición de hacerlo; es decir, que estén convencidos de que el crédito a las empresas y proyectos económicos viables les producirá beneficios.

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