Gripe porcina

Primera ví­ctima mortal: máxima previsión, pronta atención

La chica, de 19 años, estaba embarazada de 28 semanas. El asma que padecí­a agravó la gripe porcina que adquirió, y acabó derivando en una neumoní­a. Su estado empeoró y llegó a necesitar respiración artificial. Cuando los médicos de la unidad de cuidados intensivos del hospital la estabilizaron, decidieron practicarle una cesárea para evitar que el feto padeciera. El bebé nació prematuro pero en buen estado, ella se nos fue.

El reciente anuncio de la OMS del nivel 6 de alerta de andemia, el más alto posible, no implica un aumento de la virulencia del virus y la gravedad de la gripe porcina. No es por ello que han aparecido los primeros casos españoles con riesgo vital y la muerte de esta chica. Sin embargo, que el virus se transmita de forma eficaz y autónoma en nuestro país, que no hace falta que lo importe nadie, sí que pone en peligro a aquellos que tienen una enfermedad de base. A diferencia de la gripe estacional, que suele desestabilizar las enfermedades de base de personas ancianas, la gripe porcina tiende a afectar a personas jóvenes. Tanto el asma como el embarazo (período en que las defensas suelen estar más deprimidas) han contribuido a que lo que debía ser una afección leve acabara estrangulando la vida de esta joven. La pronta asistencia es fundamental. La vigilancia epidemiológica es vital. Y la previsión para este invierno, en el que se juntarán la gripe estacional y la porcina, puede salvar muchas vidas. Si los servicios sanitarios sufren saturaciones ya de forma endémica cada año, especialmente en las barriadas de las grandes ciudades, ¿qué no va a ocurrir si la extensión de la gripe porcina con el frío multiplica el número de enfermos, tal como ha ocurrido en países hispanoamericanos? Salvando las distancias, lo que ocurrió al principio de la epidemia en Méjico fue aleccionante. ¿Por qué el mismo virus parecía estar actuando de forma tan diferente en Méjico y en los EEUU o Canadá? Mientras en el país azteca había 120 muertes, muchas de ellas entre adultos jóvenes y sanos, en los otros dos ninguno. En el primero había un número alto de casos severos, en los otros dos los casos eran relativamente leves todos ellos. Las diferencias parecían provenir de la asistencia tardía, de una población no suficientemente advertida y un sistrema sanitario tan burocrático e ineficaz que dejaba impotente escapar la vida de muchos mejicanos. Ahora, el ejemplo de Argentina se suma a la lista de horrores por falta de atención adecuada. España tiene que tomar medidas para que lo que es una dramática pérdida, la de nuestra vecina de Madrid, no se convierta en un aluvión de ellas.

Deja una respuesta