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Prevención del Ictus, un problema de alimentación

El ictus afecta cada año a 130.000 españoles y es la primera causa de mortalidad entre las mujeres y la tercera entre los hombres.

Las principales sociedades científicas que enfocan su labor a la prevención y tratamiento del ictus recuerdan que 1 de cada 6 españoles sufrirá un ictus a lo largo de su vida. De ellos, se estima que un tercio fallecerá, mientras que de los supervivientes de la fase aguda, un 60 por ciento quedará con secuelas, impidiéndoles llevar a cabo sus tareas cotidianas.

El ictus es una enfermedad muy dependiente de la edad. Cuando sucede en personas jóvenes, por debajo de los 45, las causas suelen ser genéticas, alteraciones de la coagulación, alteraciones cardíacas, el hábito de fumar, el abuso del alcohol o la toma de anticonceptivos orales. Pero cuando ocurre a partir de los 45 años entran a jugar un papel importante otros factores de riesgo.

Por un lado los propiamente médicos: hipertensión, diabetes, el tabaco, el colesterol elevado, la obesidad, la falta de ejercicio hacen que nuestras arterias se vayan endureciendo. Por eso si nos hemos cuidado muy mal, el ictus puede ocurrir en cualquier momento a partir de los 45 años. Si hemos seguido un vida sana y una alimentación correcta puede que no ocurra nunca o que ocurra en edades muy avanzadas.

A medida que cumplimos años más factores de riesgo acumulamos, especialmente hipertensión y un tipo de arritmia cardíaca que se llama fibrilación auricular, frecuente a partir de los 75 años. Esta arritmia causa que las aurículas pierdan su función, la sangre se remansa en su interior y se coagula, formando un trombo que viaja al cerebro taponando una de sus arterias (embolia).

En cuanto a prevención, las Unidades de Lípidos de la SEA, presentes en los hospitales españoles desde hace más de 25 años, han conseguido reducir casi a la mitad la probabilidad de padecer ictus isquémicos en personas con elevado riesgo vascular.

Pero, por otro, los factores sociales que deciden si el ictus va a tener consecuencias más o menos graves. El tiempo juega un papel fundamental en el tratamiento del ictus. Si un paciente que ha sufrido un ictus es atendido por un neurólogo en las primeras horas, la probabilidad de morir o quedar con una discapacidad grave se reduce en un 50%. En los últimos años, en nuestro país, la mortalidad ha decrecido gracias a las mejoras en la detección precoz de los síntomas y al control de los principales factores de riesgo. Sin embargo, no en todas las Comunidades Autónomas se trata igual al paciente. Solamente hay 46 unidades de ictus en todo el país. Hay Comunidades como son Andalucía, Extremadura, Galicia, Castilla-La Mancha, Castilla y León y La Rioja, donde son deficitarias en Unidades de ictus y los pacientes no son atendidos en las mejores condiciones. En el resto, tampoco es lo mismo que un paciente sea atendido en una Unidad de Ictus que en un hospital de una capital de provincia donde no hay ni neurólogo de guardia.

La mayoría de los ictus se pueden prevenir

Los ictus se han convertido en una enfermedad neurológica muy común, con efectos secundarios muy graves, y un elevado riesgo de muerte. La gran mayoría, sobre el 85%, son isquémicos, es decir, provocan un fallo en el aporte de oxígeno al cerebro. Se relacionan con el depósito de grandes concentraciones de colesterol en las arterias (arteriosclerosis) que van al cerebro hasta que se produce su obstrucción. Esta acumulación se ve acentuada sin los vasos sanguíneos sufren un estado de inflamación silenciosa, subclínica, propia de las dietas muy ricas en hidratos de carbono de alta densidad, y grasas saturadas y pobres en grasas omega-3. Inflamación que acaba provocando diabetes, hipertensión, etc. Cualquier intervención farmacológica sobre el colesterol, los triglicéridos, la hipertensión, la diabetes… debe ir acompañada de una alimentación antiinflamatoria, tal como la “dieta de la Zona”. «Los factores sociales que deciden si el ictus va a tener consecuencias más o menos graves»

El pasado 29 de octubre, con motivo del Día Mundial del Ictus, la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) incidió en los hábitos de vida saludables, es decir, practicar regularmente ejercicio físico y limitar en la dieta la sal (hipertensión) y las grasas saturadas (colesterol). Sin embargo, muchos estudios permiten actuar de forma preventiva a través de la alimentación, para prevenir varias enfermedades, entre ellas el deterioro del corazón y los vasos sanguíneos. Por ejemplo, un reciente trabajo muestra que cuanto más magnesio en la dieta (vegetales de hoja verde, frutas secas y granos enteros) menos riesgo de ataque cerebro vascular. He aquí algunas sugerencias.

1. Almendras. Recientes investigaciones sugieren que las almendras previenen la diabetes, ayudan a controlar las tasas de colesterol e inhiben la absorción de grasas saturadas (animales y trans) e hidratos de carbono. Ricas en vitamina E, magnesio, fibra, potasio, calcio, fósforo, grasas beneficiosas y fitoquímicos. Se pueden tomar picadas en ensaladas, sopas, salsas (engordan las salsas sin necesidad de harina). Tomando 5 ó 6 almendras (no más porque tienen muchas calorías) en el desayuno o como tentempié.

2. Manzanas. Un estudio de casi 30 años de duración, realizado con 10 000 individuos, ha concluido que los que más manzanas comen son los que menos riesgo de ictus tienen. Dos manzanas o un vaso de zumo de manzana natural al día reducen los efectos del colesterol LDL (el «malo»). Se puede tomar, por ejemplo, en el desayuno (ayuda a «despejar» el mal aliento matinal), en forma de compota (con canela, vino tinto, ciruelas, azúcar y orejones), asándolas al horno o microondas o picadas en ensaladas variadas.

3. Canela. Se ha comprobado que media cucharada de canela diaria puede ayudar a regular el azúcar y grasas en la sangre, la tensión arterial y el peso.

Se puede tomar en el café (media cucharilla de canela en polvo en el cacillo de la cafetera), o espolvoreada en la naranja en el desayuno.

4. Pescado. Al menos 100 g de pescado dos o tres veces por semana reduce el riesgo de ictus en un 30%. Si se toma al menos 5 veces se reduce un 52%. El pescado aporta ácidos grasos omega-3 que son antiinflamatorio y anticoagulantes. El pesacado azul es su fuente principal y puedes tomarlo también en forma de suplementos de aceite de pescado.

5. Harinas integrales. Muchos estudios indican que cambiar las harinas blancas por harinas integrales ayuda a reducir los niveles de colesterol, puesto que su fibra evita picos de azúcar. Por tanto, previene la diabetes y controla el apetito.

Evita el pan, la pasta, los cereales y el arroz blanco o cámbialos por sus variedades integrales.

6. Fresas. Ricas en fitoquímicos, vitamina C, fibra y potasio. Apenas un bol pequeño de fresas aporta el 10% de potasio recomendado al día. El potasio ayuda a controlar la tensión arterial.

7. Té. El secreto está en sus flavonoides, fitoquímicos con capacidad antioxidante que reducen el riesgo de formación de trombos. Puedes tomarlo en forma de infusiones, refrescos de té, en extractos de Camelia sinensis (nombre botánico del té) o utilizar té frío, debidamente sazonado con sal, pimienta… para marinar carnes, pollo, pavo…

8. Chocolate negro. Además de magnesio,… el chocolate negro (rico en cacao) es una excelente fuente de flavonoides antioxidantes. Un par de onzas de chocolate negro al día puede reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular e ictus en un 50%, según estudios recientes. Una forma de tomar chocolate sin pasarse de calorías es rallarlo sobre yogures y postres, e incluso en el café.

9. Tomates. El licopeno, pigmento que da el color rojo a los tomates, ha demostrado capacidad para reducir el riesgo de varios tipos de cáncer. Ahora, un nuevo estudio demuestra que puede prevenir el riesgo de ictus evitando la formación de trombos. Ojo, la salsa de tomate contiene más licopeno que los tomates frescos porque este pigmento se libera con la cocción.

10. Uvas… y un poco de vino

Blancas, moradas, negras; en forma de mosto e incluso como vino, las uvas reducen los niveles de colesterol y la capacidad agregante de las plaquetas, reduce las probabilidades de que se formen trombos capaces de obstruir las arterias. Un estudio de 16 años con 13 000 personas realizado en Dinamarca ha comprobado que apenas un vaso de vino diario reduce el riesgo de ictus casi en un 40%.

11. Aceite de oliva. El neurólogo Jaime Masjuán, coordinador del grupo de ictus de la Sociedad Española de Neurología, afirma la importancia de la dieta mediterránea para prevenir el ictus: “Hay un estudio que avala que el aceite de oliva consumido de forma abundante en ensaladas y en la cocina tiene un efecto preventivo del ictus en el 40 por ciento de los pacientes que lo consumieron”.

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