Nutrición

Plata por fuera, mercurio por dentro

El consumo de pescado, fuente de salud, está en entredicho por la contaminación de los mares por metales pesados, especialmente el mercurio.

Que el consumo de pescado protege la salud cardiovascular y la salud general está ya fuera de toda duda; especialmente, el efecto antiinflamatorio de los ácidos omega-3, presentes en mayor cuantía en el pescado azul, juega un papel preventivo imprescindible puesto que el pescado es la principal fuente de estos. Las estadísticas afirman que el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares como consecuencia de comer demasiado poco pescado era mayor al de padecer cáncer o sufrir malformaciones fetales por tomar demasiado. Así las cosas, el debate quedó en una ligera ventaja a favor del consumo de pescado, con la advertencia explícita de rehuir las especies más proclives al cúmulo de toxinas: además del tiburón, el pez espada o emperador, los atunes, bonitos y caballas.

«El consumo de pescado protege la salud cardiovascular y la salud general «

El mercurio del medioambiente puede ser natural pero la contaminación industrial juega un papel de primer orden. El mercurio es absorbido por las algas y sigue su curso por la cadena trófica marina hasta los grandes peces depredadores que acumulan el mercurio de los pecesingeridos (biomagnificación).

Metales pesados en el Mediterráneo

El 15 de noviembre el CSIC emitió una nota de prensa en la que afirmaba que los primeros vestigios de contaminación antropogénica sobre el Mediterráneo a causa de los metales datan de unos 2.800 años, según revela una investigación dirigida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La fecha coincide con el desarrollo minero, metalúrgico, cultural y tecnológico de las civilizaciones humanas de los periodos griego y romano.

El trabajo analiza la concentración de residuos metálicos en los sedimentos de las praderas de Posidonia oceanica de la bahía de Port Lligat (Girona). Dichas praderas se extienden 94.315 metros cuadrados y cubren el 69% de los fondos de la bahía. Los sedimentos estudiados alcanzan los 5 metros de espesor y reflejan 4.500 años de antigüedad.

El investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes Óscar Serrano, explica: “Estos depósitos son un registro privilegiado para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas”. El trabajo ha sido liderado por Miguel Ángel Mateo, perteneciente al mismo centro del CSIC.

Los resultados, que han sido publicados en la revista Science of the Total Environment, describen un aumento inicial en la concentración de metales hace unos 2.800 años. Posteriormente, se produce un incremento en las cantidades de zinc, plomo, cadmio, cobre, arsénico y hierro hace unos 2.500 años, especialmente durante el periodo romano.

A lo largo de los últimos 1.200 años, el Mediterráneo ha experimentado un aumento gradual en la presencia de metales que se aceleró notablemente en los últimos 350 años a partir de la revolución industrial. En esta época se aprecia especialmente el aumento del plomo, el zinc y el arsénico.

«Un síndrome neurológico grave y permanente causado por un envenenamiento por mercurio«

Japón, pescado y mercurio

A pesar de ser uno de los peces con mayor tasa de mercurio en sus carnes, la demanda de atún es Japón va en aumento. Allí se consume la mitad de todo el atún pescado en el mundo. En enero de este año se llegó a pagar por un atún rojo de cerca de 340 kilos la cifra récord de 297.794 euros (32,49 millones de yenes) al ser vendido en una subasta en la Lonja Tsukiji de Tokio. Detrás de la subida del precio del atún en Japón y de esta cifra histórica en concreto, se encuentra la disminución progresiva de las reservas de este pescado, un hecho que ha forzado la restricción paulatina de sus cuotas de pesca, y que ha traído como consecuencia lógica la revalorización del producto.

El alto contenido en pescado de la dieta japonesa contribuye a que sea una de las más saludables. Sin embargo también es el vehículo para el envenenamiento por mercurio.

El consumo de carne de ballenas y delfines, como es la práctica en Japón, es una fuente de altos niveles de envenenamiento por mercurio. Tetsuya Endo, un profesor de la Universidad de Ciencias de la Salud de Hokkaido, testó la carne de ballena comprada en la ciudad de Taiji y encontró niveles de mercurio que son más de 20 veces los estándares japoneses aceptables. En 1956, sin embargo, el consumo de pescado se convirtió el vehículo de una tragedia, lo que se ha venido a denominar la enfermedad de Minamata. Un síndrome neurológico grave y permanente causado por un envenenamiento por mercurio que provoca ataxia, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de los sentidos de la vista y el oído, debilidad y, en casos extremos, parálisis y muerte. Entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas y más de 400 casos con problemas neurológicos. Madres que no presentaban ningún síntoma dieron a luz niños gravemente afectados. Las mascotas y los pájaros del lugar mostraban síntomas parecidos. En 1968, el gobierno japonés anunció oficialmente que la causa de la enfermedad era la ingestión de pescado y de marisco contaminado provocado por los vertidos de la empresa petroquímica Chisso. Se calcula que entre 1932 y 1968, año en que cambió el proceso de síntesis por otro menos contaminante, se vertieron a la bahía 81 toneladas de mercurio. Las víctimas no serían indemnizadas hasta 1996. El caso constituye uno de los llamados «cuatro grandes procesos» de la responsabilidad medioambiental en Japón. Su característica más importante radica en la admisión del uso de la prueba epidemiológica como prueba del nexo causal entre el consumo de los alimentos contaminados y la enfermedad. En el año 2001 se habían diagnosticado 2.955 casos de la enfermedad de Minamata. De ellos, 2.265 habían vivido en la costa del Mar de Yatsushiro.

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