Una cuestión estructural

PIB y desigualdad social

La contradicción principal en nuestro país es que al mismo tiempo que crece el PIB, por encima incluso de la media europea, aumenta la desigualdad, el abismo social entre un pequeño grupo de bancos, monopolios y capital extranjero y la mayoría de la población.

Lo que sucede en España está definido por dos polos opuestos: crece el PIB y aumenta la desigualdad.

Aunque demasiadas veces pretenda “esconderse bajo la alfombra”, sepultándola bajo toneladas de ruido político, está es la clave que lo decide todo. Determina la política nacional y sobre todo recorre cada casa.

Todos los observadores económicos coinciden en señalar que España, en cuanto a crecimiento del PIB y otras cuestiones relevantes como la creación de empleo, no solo se “ha disparado” sino que ese desarrollo al alza va a incrementarse en los próximos meses.

Este es un hecho objetivo. En un escenario internacional convulso, el PIB español crecerá en 2025 hasta 2,5 puntos, casi tres veces más que la media europea. Y nuestro país lideró la creación de empleo en la UE tanto en 2023 como en 2024.

En esto hay unanimidad. Todos los organismos internacionales y nacionales, desde la Comisión Europa al FMI y la OCDE o el Banco de España, revisan al alza sus previsiones para España, anunciando que creceremos más de lo esperado.

Si tenemos en cuenta estos índices, la economía española va “como un tiro”. Y este éxito económico es uno de los puntos fuertes del actual gobierno de coalición entre PSOE y Sumar. Es un hecho incuestionable. E incluso las fuerzas de la oposición deben aceptarlo, o decidir no hablar de economía para intentar relegarlo al olvido.

Pero este no es, ni mucho menos, el único aspecto que define la realidad económica del país.

El problema es que, al mismo tiempo que se dispara el crecimiento del PIB, la desigualdad social, el abismo entre una ínfima minoría y el conjunto de la población, no para de crecer. Y cuando le ponemos números comprobamos que alcanza unas dimensiones insoportables.

Los trabajadores de Prosegur ganan una media de 14.000 euros al año. Y el sueldo del CEO de esa gran empresa alcanzó el año pasado los 5,05 millones de euros… ¡361 veces más!

El sueldo más frecuente en España es de 14.586 euros al año. Pero la presidenta del Banco de Santander, Ana Patricia Botín, gana 13,7 millones… ¡939 veces más! Buena parte de los trabajadores españoles necesitarían casi un milenio para ganar lo mismo que la jefa de la banca en un año.

Mientras los altos ejecutivos del Ibex-35 disfrutan de esos desorbitados sueldos, tres millones de trabajadores, un 13,7% de todos los empleados, son pobres a pesar de tener un trabajo. Y el 48,5%, casi la mitad de la población, tienen dificultades para llegar a fin de mes o cumplen algunos de los 13 indicadores empleados para situar a una persona en la pobreza.

Este, el aumento creciente de la desigualdad, es un punto extremadamente débil. Para el actual gobierno. Pero, lo que es más importante, para el conjunto de la sociedad. Y constituye un punto de apoyo utilizado por los sectores más reaccionarios para atacar al actual ejecutivo.

Este es el problema estructural que determina la situación del país, y la vida de cada uno de nosotros. Es “el elefante en la cacharrería” de la política española.

Todo lo demás está determinado por esta cuestión clave. Asistimos a un enconamiento del clima político, con episodios de corrupción -algunos probados, otros más cuestionables- que cercan al presidente, y una derecha que desata una ofensiva para tumbar al actual gobierno. Pero por debajo, mediatizándolo todo, está el descontento social por una desigualdad creciente.

Una situación que adquiriría dimensiones descontroladas si no estuviera contenida, o incluso “dopada”, por “colchones sociales”. Desde la batería de ayudas gubernamentales (gobierno central, autonomías, ayuntamientos…), a la actuación de organizaciones sociales o bancos de alimentos que prestan apoyo a los sectores más desfavorecidos.

Lo que hemos vivido en el aeropuerto de Barajas ha destapado una situación social que permanecía oculta. Decenas, centenares de personas acuden diariamente a sus salas para dormir. No son vagabundos que ya viven fuera de la sociedad, una gran mayoría trabajan pero sus menguados sueldos, y los disparatados alquileres, no les dan para disponer de cuestiones tan básicas como tener una casa.

El elefante en la cacharrería. El problema estructural que lo mediatiza todo. Y que sobre todo influye directamente en nuestras vidas.

Enfrentarlo es la cuestión clave. Y requiere soluciones contundentes. Las ayudas sociales son necesarias. No solo deben mantenerse sino que es urgente incrementarlas. Pero ya hemos comprobado que no pueden frenar el creciente aumento de la desigualdad.

Es urgente impulsar una alternativa basada en la Redistribución de la Riqueza. Para que los enormes recursos de un país poderoso como es España, mayores por el crecimiento del PIB, se utilicen al servicio de la mayoría y no estén cada vez más concentrados en menos manos.

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