SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Pesadilla en la cocina

La investidura resultante del pacto patriótico entre la derecha identitaria y la izquierda catalana menos izquierda nos devuelve un país más frustrado y dividido que antes, y más estancado que antes, porque la federación nacionalista ha perdido a su aliado más natural/habitual, el Partido Popular, mal que le pese. Nos devuelve también un líder disminuido por las urnas pero crecido por ensimismamiento propio, por estrategia (de tierra quemada) del entorno y por delegación de quien le mueve los hilos. La investidura nos regala una política social consensuada en teoría mejor que la tísica del Gobierno de los mejores –qué gran sarcasmo–, pero cuyos ingresos tampoco serán para echar cohetes, es decir, para asegurar que se produce el cacareado cambio de orientación del que se ufana ERC. Cuidado: el regalo navideño tiene envoltorio y lazo de lujo, pero la caja está muy vacía.

En su «todo por la Patria» CiU no vende aún su alma a Esquerra (lo hará quiera o no en incómodos plazos), pero la hipoteca hasta el punto que debe explicar a sus fieles electores por qué lo que antes era del todo perjudicial para la economía ahora ya no es contraproducente. Los apologetas del nacionalismo aducen que eso es magnanimidad, pacto auténtico, noble renuncia por intereses superiores de país, política con mayúsculas. Si lo hiciera un rival, sería simplemente traición ideológica, cesión chaquetera por mero cálculo de poder.

Por lo que respecta al partido que realmente gobernará, ERC ya no es la peña recalentada que subastaba su alianza de gobierno en una ‘calçotada’, pero la lógica aconseja que Artur Mas debería guardarse de socios con un historial de deslealtades tan nutrido, cuando ya el día después del pacto. cuyo trabajoso caballo de batalla ha sido la fecha de la consulta de autodeterminación, el ‘president’ Junqueras –‘president’ Junqueras, acostúmbrense– ya habla de adelantarla si le tocan las narices. Todo indica pesadilla para Unió y Convergència en la cocina político-mediática del día a día.

Finalmente, la frustración y división de la investidura se reproducen con saña en el miniuniverso de los socialistas catalanes. Se abstenga en la consulta o vote contra la investidura, el PSC no es ‘ni carn ni peix’, cuarteado entre los partidarios de la consulta pero no de la independencia, los partidarios de la consulta y de la independencia y los no partidarios de la consulta ni de la independencia. La bomba de fragmentación estallará cualquier mañana de éstas. El duunvirato que se ha apropiado del mensaje del 25-N poniéndole por delante las glándulas de una gran manifestación lo tiene fácil. Hasta que la presunta socialdemocracia de CiU también salte en pedazos.

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