SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Pedro Sánchez frente a la KLM

Ayer, el líder socialista elegido en julio, tras hablar con los secretarios de las autonomías y con el visto bueno de la comisión ejecutiva federal, cesó a Tomás Gómez de la dirección del partido en Madrid y lo sustituyó por una gestora encabezada por Rafael Simancas, que estuvo a punto de ser elegido presidente de la comunidad en el 2003. No lo fue por el famoso ‘tamayazo’: dos diputados socialistas no le votaron y se tuvo que ir a nuevas elecciones que ganó -esta vez con mayoría absoluta- Esperanza Aguirre.

La decisión de Pedro Sánchez es muy relevante. Si le sale bien será juzgada como un gesto de autoridad que logró enderezar el penoso rumbo del partido en la capital. Si le sale mal se dirá que es alocado y no sabe componer. La realidad es que la situación socialista en Madrid es mala y no se pueden hacer tortillas sin romper huevos. Para Sánchez, hacer creíble el PSOE implica no tolerar la más mínima sombra de corrupción y abrir el partido. Que la dirección -elegida en primarias- no se arrugue ante los aparatos locales.

Y Gómez, que en el 2010 fue el candidato renovador en unas primarias de rebelión contra Trinidad Jimenez, candidata de José Luis Rodríguez Zapatero, hace tiempo que dejó de ser esperanza de cambio y posible caballo ganador. Hasta el punto que en el PP no ocultaban que su difícil situación en Madrid –Mariano Rajoy todavía no ha designado candidato ni a la alcaldía ni a la comunidad- se veía aliviada por la candidatura de Gómez que muchos juzgan carta gastada.

No todo es culpa de Gómez. El presidente Josep Tarradellas repetía que el gran problema del PSOE de la República fue la Federación Socialista Madrileña (FSM). Y el popular alcalde socialista de Madrid Enrique Tierno Galván la bautizó como KLM ya que -decía- están siempre en las nubes como la compañía holandesa de aviación, hoy fusionada con Air France. Y el asunto de Parla es feo.

Es posible que Gómez sea totalmente inocente, pero hay informes policiales que le señalan y el fiscal habla del sobreprecio del tranvía (unos 30 millones) como «hecho criminoso». ¿En el justificado clima de rechazo a la corrupción que impera hoy se podía permitir el PSOE presentar en la Comunidad de Madrid a alguien que podía ser imputado en plena campaña? Seguramente no. Ahora bien, ¿es prudente el golpe de timón de Sánchez que permite buscar un candidato de prestigio para enfrentar al candidato desconocido que Rajoy no revela? Tampoco es seguro. Máxime cuando todos los amigos (al PSOE no le faltan) van a aprovechar para airear guerras y miserias.

Pero liderar en plena tormenta exige tomar riesgos. No basta pastelear. Máxime cuando Gómez demostró ser un tigre de papel frente a Aguirre en las elecciones autonómicas del 2011 (perdió seis diputados y el PP ganó cinco). Y todo el mundo sabe que ahora en Madrid no ha habido elecciones primarias porque con su dominio del aparato (los militantes se han reducido de 30.000 a 15.000 y no solo por culpa suya) impidió que los dos candidatos que le querían disputar la nominación alcanzaran los avales precisos. Él logró 7.000 (la mitad de la militancia), pero era público y notorio que su nombre no concitaba ningún entusiasmo.

¿Funcionará el golpe de autoridad de ayer? ¿Arreglará las cosas la posible candidatura de Ángel Gabilondo, catedrático brillante y nada anodino que fue ministro de Educación, recuerda la figura del alcalde Tierno Galván y debiera ser bien recibido en el mundo intelectual y profesional?

Lo único que ayer quedó claro es que Sánchez arriesga y cree que volver a poner en órbita al PSOE exige bastante más que componer con los aparatos.

Deja una respuesta