Entrevista a Fernando Aramburu

Patria

Aramburu novela los «años de plomo y fascismo» de ETA en Euzkadi

Hace ya veinte años, en 1996, con Fuegos con limón «su primera novela» Fernando Aramburu (nacido en San Sebastián en 1959 y residente en Alemania desde 1985) irrumpió en nuestra literatura y conquistó a muchos lectores. Aquel era un relato extenso, sin prejuicios, bastante salvaje, y que hablaba de la fe de unos jóvenes en la virtud salvadora de la literatura. Y, al fondo, aparecí­an los perfiles de una realidad cruel y enquistada que la hipocresí­a hací­a llamar «el conflicto vasco». Dos décadas después, Aramburu ya es un escritor de culto, y aquella realidad infame, ya algo derrotada, ha ido ocupando el primer plano de unos valientes y conmovedores relatos, Los peces de la amargura (2006), y de una breve e intensa novela, Años lentos (2012), cuyas estrategias narrativas llevaron a algunos a pensar en las novelas africanas de Coetzee.

Ahora Aramburu regresa de lleno a esa realidad con Patria, una novela extensa (600 páginas) e imprescindible que abarca 40 años de fascistización de una sociedad cerrada y recelosa, arcaica y patriarcal, más otros tantos de degradación de las instituciones del Estado. Aquí está todo: el mundo de la lucha armada y el encarcelamiento de sus héroes, la hipócrita y cruel ocultación y denigración de las víctimas, la constitución de una mentalidad de “pueblo elegido” y a la vez perseguido, el deleznable papel de la Iglesia católica, la diaria y sistemática práctica de la división de la comunidad en «buenos» y «malos». Una sociedad donde la cuadrilla ha sido el instrumento primordial de socialización de los jóvenes. 

     La historia de los últimos 30 años en Euskadi es un tema recurrente en su literatura, pero otros títulos son más metafóricos, Los peces de la amargura, Los años lentosPATRIA me parece un título valiente, ¿Tiene que ver con la situación de tregua actual, con que todo apunta a que definitivamente parece que podemos dar por zanjado tanto sufrimiento?

      No sé si Patria es un título valiente. No me había parado a pensarlo. Es el título que a mí se me ocurrió, sin dejar que la actualidad me lo dictase. Por primera vez nombro un libro mío con una sola palabra. Con frecuencia, el trabajo creativo admite este tipo de decisiones arbitrarias.

      Los nueve personajes de la novela están completamente determinados por la realidad político-social en la que están inmersos. En ambas familias hay víctimas, incluso en la familia del asesino. Usted en varias entrevistas ha explicado que ha intentado humanizar el conflicto más allá de las razones políticas. ¿Pero no son el reflejo de la fractura social que ha atravesado a la sociedad vasca en todos estos años?

      Partimos de un malentendido. El lector sigue durante la lectura el comportamiento y las palabras de los protagonistas y extrae conclusiones. No puede ser de otro modo. Yo, en cambio, tenía que construir los personajes y por eso, mientras los ponía a actuar, no significaban nada concreto para mí. Dicho de otro modo, un escritor no puede trabajar a partir de las interpretaciones de su texto, puesto que este aún no existe.

    Las dos “amas” de las dos familias son dos pilares y de hecho la novela transcurre en buena medida tirando de ese cordón umbilical, de ese nexo que en su día ellas tejieron. ¿Quería de alguna manera dar testimonio del matriarcado poderoso, de hondas raíces en el núcleo familiar vasco?

   No. En realidad el presunto matriarcado vasco me interesa poco. Mujeres como las dos protagonistas de mi novela las he conocido por docenas. No sé si eran matriarcas. Lo que sí sé es que tenían mucho carácter, además de una ostensible vena autoritaria. En muchos casos, su aparente poder no era sino la consecuencia de su dedicación plena a la familia, que sin ellas no habría podido funcionar como grupo cohesionado.

   Su novela describe la atmósfera asfixiante de “el txirimiri fascista” que en los núcleos rurales ha calado con mayor intensidad impregnando toda la vida desde los detalles más cotidianos o domésticos hasta los más íntimos. En tanto que la novela transcurre cuando ETA ha dejado de matar. ¿Hay un intento voluntario de transmitir que las heridas solo pueden cerrarse si abordamos con ojos limpios que se ha mirado para otro lado y que por medio hubo una complicidad social soterrada?  

   Ya le digo que no me planteo nunca este tipo de preguntas cuando escribo mis novelas y relatos. Trazarse un tema y supeditar a él todo el trabajo literario es el camino más corto para escribir obras escasamente valiosas. Prefiero centrar mi esfuerzo en dotar de volumen humano a los personajes y ponerlos al mismo tiempo a convivir.

Usted ha dicho que seria erróneo que se quedara en un tema de buenos y malos, ni en un simple análisis político, pero deja ver el papel de algunas instituciones, por ejemplo, el párroco del pueblo tomando posición abierta por los verdugos. ¿Por qué piensa que algunos sectores de la iglesia vasca han tenido una posición tan activa a favor del terrorismo?

Yo no lo pienso. Lo sabe todo el mundo. A los testimonios me remito. Se trata, en efecto, de un sector, no del conjunto.

La novela también pone de manifiesto las torturas en comisarías, dejando claro que sólo desde la objetividad en todos los ámbitos se puede llegar a una paz definitiva, pero si lo he entendido bien nada que ver con la equidistancia, que no toma partido…

Las torturas y malos tratos en comisarías y cuartelillos han sucedido. Por tanto son materia narrable. Un flaco favor le haría yo a mi literatura si me limitase, por las razones que fueran, a mirar la realidad con un solo ojo, omitiendo aposta partes de ella. No soy equidistante. Estoy con las víctimas. Por cierto, un torturado es una víctima, con independencia de que con anterioridad hubiera sido agresor. Lo cual no quiere decir que todas las víctimas sean iguales ni mucho menos que unas anulen a las otras.

 Enlazando con la pregunta anterior el personaje de Bittori, esposa del asesinado, está empeñada en no cesar hasta que se le pida perdón. ¿Estaría de acuerdo en que es imprescindible que se pida perdón público a cara descubierta y con entrega de las armas como exige Bittori?

Bittori no pide eso. Bittori quiere que le pidan perdón sincero a ella y está dispuesta a que dicho perdón se solicite privadamente por escrito. A veces pienso que a cierto periodismo le interesaría una petición de perdón en la plaza pública, con fotógrafos y amplia cobertura mediática. No creo que quienes hayan sufrido deseen precisamente un espectáculo.

A raíz de la muerte de Miguel Angel Blanco hay un punto de inflexión en la lucha contra ETA y plataformas como Basta Ya suponen un salto adelante en poner contra las cuerdas al movimiento abertzale, pero también al gobierno del PNV. ¿No fue el papel de la sociedad civil decisivo?

Que la gente saliera a la calle en masa y se manifestase sirvió para deslegitimar la violencia y demostrar que no todo el pueblo estaba con los terroristas como estos pretendían.

¿Queda todavía mucha labor de elevar el nivel de conciencia para que las nuevas generaciones tenga una visión objetiva, no se pervierta la historia y se tenga claridad sobre los auténticos responsables? ¿Quedan aún muchas Patria por contar?

Patria está escrita y no habrá segunda parte. ¿Si queda mucho por contar? Por supuesto y desde distintas ópticas y con diferentes estilos y sensibilidades. Ahora bien, no me hago muchas ilusiones con respecto al posible papel concienciador de la literatura.

2 comentarios sobre “Patria”

  • Jacintobuenaventura dice:

    Preguntas incisivas Aramburu muy incomodo.Por lo que sea no sea mojado.Interesante la entrevista, lo e visto y oido en otras y no ha respondido así

  • Llevo leida mas de la mitad y me parece una novela esclarecedora pir su sinceridad y contundencia. En la historia , en la construccion de los personajes , descubro y entiendo de una forma llana y enriquecedora a un tiempo aspectos de mi propia vida de los que no era consciente por que aun reflejando una realidad concreta que no he conocido personalmente sin embargo va mas alla y me hace ver que los comunistas españoles no estabais-no estabamos-equivocados en el diagnostico y posicion ante lo que alli -y tambien ‘algo mas aca- ocurria.

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