Jesús Caldera, ex ministro de Trabajo ya ahora vicepresidente de la Fundación Ideas -equivalente a las FAES en el PSOE-, acaba de presentar un informe donde se exige el cierre progresivo de todas las centrales nucleares en España, paralizando la construcción de nuevas y no renovando las licencias existentes. El discurso está lleno de «palabras verdes», pero los hechos son de un color muy diferente. La Asociación de Productores de Energías Renovables (APER) y Greenpeace definen al gobierno de Zapatero como «el primero en treinta años que ha paralizado la evolución de las energías renovables». Denunciando como la connivencia entre las grandes eléctricas y el ministerio de Industria da lugar a «una absurda política, dirigida por alguna mano negra que no quiere que avancen las renovables para que funcionen las centrales de gas».
El informe resentado por la Fundación Ideas del PSOE considera que «no es necesario construir nuevas centrales nucleares», y concluye que las actuales «deberían comenzar a cerrarse a partir del final de las licencias existentes».Para el «laboratorio de ideas» socialista, «debería prevalecer el límite de 40 años en la explotación de las centrales, sujeto a cinco condiciones: seguridad, sustituibilidad, abastecimiento, gestionabilidad y competitividad».Hasta aquí las palabras bonitas. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿Qué modelo energético defiende Zapatero para España?Una de las más nefastas consecuencias del modelo económico que nos ha llevado a la crisis ha sido encadenarnos a una energía cara y contaminante como el petróleo, y que sobre todo nos hace depender del extranjero para su suministro.Conquistar la independencia energética debe de ser la primera piedra de cualquier modelo. Y Zapatero no parece querer ir precisamente por este camino.La cacareada «moratoria nuclear» del gobierno se basa en importar desde las nucleares francesas la electricidad que dejen de producir las centrales españolas. Y la entrega de los principales monopolios energéticos al capital extranjero, desde Endesa a Repsol, multiplica la dependencia en un sector estratégico.Si queremos deshacernos de las nucleares -una energía que conlleva un riesgo evidente- debemos tener una alternativa. Y esta no puede ser otra que las energías renovables. El petróleo no será capaz de abastecer la ingente demanda a raíz de la incorporación de millones de consumidores en China, India, Brasil…La energía verde no es sólo una cuestión ecológica. También es uno de los sectores económicos llamados a ser punteros en un futuro no demasiado lejano. Posee un enorme margen de desarrollo y de creación de empleo. Apostar por él es también aportar por salir de la crisis transformando el modelo de crecimiento, hasta ahora centrado en el ladrillo.Debe hacerse. Y sobre todo, puede hacerse.La Asociación de Productores de Energías Renovables (APER) y la organización ecologista Greenpeace, acaban de presentar una propuesta de proyecto de ley donde se fija el objetivo de conseguir en 2020 un 30% de la energía de origen renovable, ampliando este porcentaje hasta el 80% en el 2050.Y no es una declaración de intenciones. Está basada en números. Sería necesaria una inversión de medio billón de euros para su realización. Puede parecer mucho dinero, pero a los bancos ya se les ha entregado 250.000 millones en el primer plan de rescate, y se anuncian unos 90.000 para el segundo.A cambio de esa inversión, el sector de las energías renovables tiene capacidad para crear 300.000 nuevos puestos de trabajo, en un escenario de demanda baja, y hasta 1,2 millones en uno de demanda alta.Sólo el desarrollo de las energías renovables podría absorber el millón largo de nuevos parados que ha generado hasta ahora la crisis.¿Y qué dice al respecto el gobierno de Zapatero? Mientras el presidente regala «palabras verdes» de apoyo a las energías renovables, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, impone bajo manga mano dura.Primero difundiendo que no pueden garantizar el suministro, y por tanto «la evolución de las renovables podrá poner en riesgo el sistema corto plazo».Luego colocando palos en las ruedas de las energías verdes, retirando subvenciones, bajando el precio pagado a pequeños productores de energía solar, o boicoteando la apertura de una fábrica de placas solares que podía abastecer al país desde Cartagena.El presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), José María Vélez, ha calificado de «absurda» la política de Industria «dirigida por alguna mano negra que no quiere que avancen las renovables para que funcionen» las centrales de gas.Y es que el gobierno ha introducido en el decreto ley sobre el bono social de la tarifa un recorte a las energías renovables. La norma dice tratar de evitar una burbuja termosolar como hubo una fotovoltaica, pero en realidad impone a los promotores draconianas condiciones para entrar en el registro de las renovables. Los pequeños productores las consideran muy duras y sostienen que los requisitos benefician a las eléctricas.El ministerio de Industria de Zapatero actúa así al servicio de las grandes eléctricas, que quieren que el sector de las energías renovables nazca ya absolutamente monopolizado y bajo su estricto control. Sometiendo a sus intereses el desarrollo de un sector estratégico que puede jugar un papel clave en la salida de la crisis.Estos son los auténticos enemigos a los que nos enfrentamos para poder desarrollar un modelo energético que, además de ser limpio y sostenible, actúe como motor económico y de creación de empleo.