Curioso, extraño, excepcional. Está semana todos los grupos parlamentarios se han puesto de acuerdo en algo. Lo primero que se piensa es que es un asunto sin la menor relevancia. Pero resulta que es, ni más ni menos, para condenar el abuso por parte de los bancos porque no trasladan las bajadas de los tipos de interés a los préstamos hipotecarios. La inicial sorpresa se convierte entonces en justa indignación. Están hablando de la soga que asfixia a la mayoría de las familias. Y el parlamento español se atreve a expresar una demagógica condena para esconder lo que es su obligación. Que legisle, que elabore una ley para limitar los intereses que los bancos puedan cobrar en función del interés que ellos paguen por el dinero que reciban. Poner coto real a la usura de la banca.
Esta ráctica usurera de la banca se lleva adelante porque ejerce una función monopolista del dinero, en su control, en su flujo y en su precio. Y las palabras se las lleva el viento. Mientras tanto la banca, estando el precio del dinero bajo mínimos, mantiene los intereses de las hipotecas altísimos en plena crisis económica. El mismo PP, con la aquiescencia de los demás partidos, tuvo la caradura de plantear en el Senado una moción en la que se calificaba de abusivas a las llamadas cláusulas “suelo y techo” en las hipotecas. Estas cláusulas suponen que el tipo de interés tiene un máximo que no puede pasar, pero tiene un mínimo del que tampoco bajará. Eso quiere decir que los descensos del Euríbor no se trasladan a las cuotas que pagan las familias, ahora que está bajísimo. No necesitamos palabras almibaradas, necesitamos medidas legales para que los bancos no aprovechen la crisis para tapar sus agujeros negros y traten, incluso, de aumentar sus ganancias a costa de asfixiar a la mayoría de los ciudadanos en España.