El giro asiático de Japón

Se trata de una ruptura de la tradición en la diplomacia japonesa en la que un recién juramentado ministro japonés primero visita los EEUU antes de ir a otros paí­ses, como China. Esto indica que el nuevo gobierno japonés está preparando el ajuste de la posición de polí­tica exterior que el paí­s ha adoptado desde el final de la Guerra Frí­a.

En la ost-Guerra Fría, con los cambios geopolíticos mundiales, en las condiciones económicas y políticas de Asia oriental y con el relativo declive del poder de EEUU, Japón está cada vez más ansioso por aumentar su estatus internacional y sus intereses nacionales en Asia Oriental. Si EEUU no es capaz de satisfacer las demandas e intereses de Japón relativos a su seguridad nacional, lo que requiere una mayor independencia, las consecuencias serán un aflojamiento de los vínculos con EEUU y el centrarse más en los asuntos de Asia y sus relaciones con China, las dos Coreas y los 10 miembros de Asociación de Naciones del Sudeste Asiático THE WALL STREET JOURNAL.- La reciente paliza a la que ha sido sometido el dólar también ha servido para reanudar el debate sobre si los bancos centrales del mundo, en particular el de China, seguirán usando al dólar como su moneda de reserva predilecta. Los principales mercados emergentes, como Brasil, Rusia, India y la propia China, han señalado que, a la larga, el mundo debe dejar de usar al dólar como principal moneda de reserva. Hong-Kong. Asia Times Cautelosa bienvenida al giro asiático de Japón Jian Junbo Parece que la política exterior de Japón se encuentra en un punto de inflexión desde que Yukio Hatoyama del Partido Democrático de Japón (PDJ), alcanzó el cargo de nuevo primer ministro de la nación. De acuerdo con el programa del PDJ en la campaña electoral, el nuevo partido gobernante es probable que dé menos importancia a la relación Estados Unidos-Japón y busque un papel más independiente de Japón en la sociedad internacional, o, cuanto menos, el PDJ puede querer reducir el predominio de los EEUU en la política exterior japonesa. Hatoyama se reunió esta semana con el presidente chino, Hu Jintao, para mejorar las relaciones entre los dos países en Nueva York en el marco de una conferencia de las Naciones Unidas. Hatoyama también realizará una visita de Estado a China después de la reunión de la ONU. Según se informa, deseoso de hablar con los líderes chinos de la formación de la llamada comunidad de Asia Oriental, una idea que se destacó en la plataforma electoral del PDJ como un punto clave de su política exterior. Se trata de una ruptura de la tradición en la diplomacia japonesa en la que un recién juramentado ministro japonés primero visita los EEUU antes de ir a otros países, como China. Esto indica que el nuevo gobierno japonés está preparando el ajuste de la posición de política exterior que el país ha adoptado desde el final de la Guerra Fría. Después de un siglo y medio de que Japón renunciara a su identidad asiática para "vincularse" a Europa o a Occidente, parece que ahora quiere volver a Asia. Una breve reseña histórica puede ayudar a comprender mejor la política del PDJ. En la década de 1850, cuando Japón era un vasallo de la dinastía Qing de China, Japón fue amenazado e incluso invadido por los imperialistas occidentales y coloniales que los tratados desiguales imponían sobre él. Por ejemplo, en 1853, una flota de EEUU invadió Japón y lo convirtió en un país semi-colonial tras la firma de un tratado bilateral de comercio desigual. Durante ese período, el gobierno imperial Qing no pudo evitar que Japón fuera explotado y oprimido por los imperialistas occidentales y los colonialistas, ya que China era incapaz de protegerse a sí misma cuando se enfrentaba a ataques similares de Occidente. Para quitarse de encima a los imperialistas extranjeros y volverse más fuerte, Japón comenzó una reforma política y social, de arriba hacia abajo, de gran alcance. Esta fue la restauración Meiji, que en general se basó en el pensamiento de los filósofos de la moderna Ilustración japonesa, especialmente Fukuzawa Ykichi, que estaba entre los primeros en defender la idea de que Japón saliera de Asia Oriental para unirse a Occidente o a Europa. La Restauración Meiji, que comenzó en 1868, no sólo fortaleció el poder del emperador japonés y de algunas familias de la nobleza, sino que también pavimentó efectivamente el camino para que Japón tomara la carretera hacia la modernización económica, militar y social. Es lamentable que la modernización de Japón fuera acompañada por la expansión militarista y la invasión de Corea y China. En la década de 1890, Japón hizo de Corea su colonia y arrebató la isla china de Taiwán, después de derrotar a China en 1895. La expansión japonesa en Asia no se detuvo hasta el final de la II Guerra Mundial en 1945, cuando las tropas de EEUU desembarcaron en el país y en última instancia ocuparan el archipiélago. Posteriormente, Japón comenzó las reformas basándose totalmente en el Tío Sam, es decir, su sistema político y económico se transformó rápidamente para formar parte de la coalición del mundo capitalista liderada por EEUU. Poco después estalló la Guerra Fría, y luego la Guerra de Corea en la década de 1950. El ascenso económico de Japón, encadenado a EEUU y el campo occidental, se benefició mucho de sus estrechos vínculos con Occidente y, especialmente, de las demandas del complejo militar-industrial de EE.UU. Al final de la Guerra Fría, como miembro del Grupo de los Ocho (G-8), Japón era considerado por lo general como un Estado occidental por los extranjeros, así como por sí mismo. Es decir, la reforma radical iniciada en la segunda mitad del siglo XIX convirtió a Japón en un "estudiante sobresaliente" en el aprendizaje de la tecnología moderna y las ideas occidentales, superando a otros países de Asia en la competencia. Esto aumentó su deseo y aumentó su confianza en alejarse de Asia y unirse al club de Occidente. Y lo logró. En la actualidad, como miembro del G-8, Japón -política, diplomática, económica y psicológicamente- es más una parte de Occidente que de Asia, pese a su ubicación geográfica. Sin embargo, después del final de la Guerra Fría hace unos 20 años, unas pocas elites políticas japonesas comenzaron a abogar por un regreso de Japón a Asia, al tiempo que conservaba su identidad occidental. ¿Qué hizo que las elites japonesas se sintieran así? En primer lugar, después de que Japón aceptó el Acuerdo del Plaza en 1985, EEUU obligó a una drástica revaluación del yen japonés para hacer más caras las importaciones japonesas a los consumidores estadounidenses y reducir su déficit comercial con Tokio. Posteriormente, en la década de 1990, con la adopción del Consenso de Washington -un término acuñado por el economista norteamericano John Williamson en 1989, centrado en la privatización de empresas estatales, reducción de los déficit del Estado y los impuestos y la liberalización de las tasas de interés- la economía japonesa, lamentablemente se estancó e incluso cayó en una recesión que se prolongó durante casi dos décadas. Esta recesión económica (o desaceleración) resultó ser un foco de crecimiento para el nacionalismo japonés, demandando un estatuto más independiente con respecto a EEUU y otros países extranjeros. Este sentimiento público, combinado con la ambición de algunos políticos, se expresó incluso en la década de 1980 antes del final de la Guerra Fría. (El ex primer ministro japonés Yasuhiro Nakasone proclamó que Japón había empezado un nuevo camino para convertirse en un "poder político" en el mundo.) Y animó a los japoneses para tratar de convertirse en un llamado "Estado normal" en la comunidad internacional. Teniendo en cuenta esto, no es difícil entender el deseo de Japón de ser independiente de los EEUU y más activo en los asuntos internacionales como un Estado soberano. En segundo lugar, después del fin de la Guerra Fría, Asia se convirtió poco a poco en una región que la comunidad internacional no puede pasar por alto cuando se trata de importantes cuestiones transnacionales. En particular, con el surgimiento de nuevos países y regiones industrializadas, tales como Singapur, Malasia, Taiwán, Corea del Sur y China, Asia del Este del que originalmente Japón quería escapar, en este momento se ha convertido en importante para su restauración y desarrollo económico. Por ejemplo, China es actualmente el mayor socio económico de Japón y la economía china es importante para la recuperación económica de Japón. Asia oriental y sudoriental son atractivas para Japón, y perderá su influencia en estas prometedoras regiones si no vuelve a participar en ellas. En tercer lugar, en los últimos años, los EE.UU. ha estado ocupados con su "guerra contra el terror" y ya no pueden preocuparse demasiado acerca de las preocupaciones de Japón, especialmente las "amenazas" de Corea del Norte. Debido al fracaso de las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear de Corea del Norte, Japón está cada vez más preocupado por las amenazas a su seguridad territorial y cívica de Corea del Norte, un Estado nuclear. Mientras tanto, Japón también está preocupado por la constante expansión de la capacidad militar de China, a pesar de que sus preocupaciones no están basadas en hechos sustanciales. Cuando su poderoso aliado -EEUU- hace caso omiso de sus preocupaciones, Japón tiene que recurrir a sus propias medidas. En suma, en la post-Guerra Fría, con los cambios geopolíticos mundiales, en las condiciones económicas y políticas de Asia oriental y con el relativo declive del poder de EEUU, Japón está cada vez más ansioso por aumentar su estatus internacional y sus intereses nacionales en Asia Oriental. Si EEUU no es capaz de satisfacer las demandas e intereses de Japón relativos a su seguridad nacional, lo que requiere una mayor independencia, las consecuencias serán un aflojamiento de los vínculos con EEUU y el centrarse más en los asuntos de Asia y sus relaciones con China, las dos Coreas y los 10 miembros de Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Pero la candidatura de Japón para volver a unirse con Asia no es una cuestión simple, presenta dificultades. En primer lugar, EEUU se mantiene alerta sobre el concepto japonés de una comunidad de Asia Oriental, una estrategia que comúnmente se considera como el argumento principal de Japón para reunirse con el Asia oriental. EEUU no permitirá que Japón rompa con su órbita, y la alianza Estados Unidos-Japón es uno de los pilares de EEUU para mantener su dominación internacional en la post-guerra fría. Japón y Corea del Sur son dos pilares de la hegemonía de EEUU en Asia oriental. Esta alianza no sólo puede ser como tal un impedimento a China, y prestar apoyo psicológico y militar a Taiwán, sino que también puede restringir a Japón el convertirse en una potencia política y militar independiente que pudiera desafiar al dominio de EEUU en la región. En este sentido, el nuevo ministro de Exteriores japonés Katsuya Okada dijo que hará todo lo posible para fortalecer la relación bilateral, cuando se reunió con el subsecretario de Estado norteamericano Kurt Campbell la semana pasada. Esto también refleja las dificultades de Japón y la confusión en el equilibrio de dos identidades, asiática y occidental. En segundo lugar, China va a sospechar de las demandas de Japón para obtener más independencia. China se beneficia de la alianza entre Estados Unidos-Japón, porque mantiene en vigor la Constitución pacifista de Japón y evita que aumenten su fuerzas militares. Si Japón busca una mayor independencia en su reincorporación a Asia oriental, esto cambiará la geopolítica regional y perturbará el equilibrio de poder en Asia oriental. Históricamente, el sistema tributario sino-céntrico que funcionaba antes de la década de 1850 fue el sistema transnacional dominante en el Este de Asia en el que sólo un país era el líder, mientras los demás eran vasallos. Esta influencia histórica todavía existe. Esto implica que un Japón independiente competirá con China para la dirección o el dominio de Asia Oriental. La política del PDJ para construir una comunidad de Asia Oriental podría hacer que la gente piense en la militarista "Gran Asia Oriental Esfera de Co-Prosperidad" lema que fue popular en los años 1930 y 1940 durante la dominación japonesa en Asia, y que en cierta medida fue la peor copia del sistema tributario. Nadie puede estar seguro de que la estrategia del PDJ no sea construir un "neo-sistema tributario" con Japón en el centro. Japón trató de hacerlo después de la dinastía Ming, aunque fracasó. Por lo tanto, Japón no puede tener éxito en su reincorporación a Asia a menos que pueda disipar las sospechas de EEUU y China. Y en primer lugar, algunos aspectos prácticos que deben abordarse antes de que pueda reunirse con Asia. La primera cuestión se refiere a EEUU. EEUU no va a querer que Tokio socave esta alianza, y de todos modos, la ruptura de esta alianza no puede hacerse de la noche a la mañana. Así que el enfoque pragmático para el Japón es cambiar lentamente la relación global. Japón aún puede ayudar a EEUU en áreas como la lucha contra el terrorismo y la seguridad no tradicional. Al mismo tiempo, si la alianza no puede proporcionar un paraguas defensivo integral, Japón puede recurrir a un mecanismo similar a un régimen de seguridad colectivo para su defensa, lo que también ayudaría a aliviar las sospechas de China sobre sus intenciones para una mayor independencia. Este mecanismo, en lugar de las conversaciones a seis bandas, podría incluir a todos los países involucrados, incluyendo las dos Coreas, China, los EEUU y Rusia, aunque esto no será fácil. Por último, los conflictos históricos de Japón con chinos y coreanos tendrán que ser resueltos antes de que pueda reunirse con Asia. Claramente, un Japón que no pueden afrontar su historia no será aceptado por sus vecinos como un miembro legítimo de Asia Oriental, ya sea en un sentido político o psicológico. ASIA TIMES. 24-9-2009 EEUU. The Wall Street Journal ¿Podría el G-20 acabar con el papel dominante del dólar? Neil Shah y Alex Frangos Los temas cambiarios no están incluidos en la agenda oficial de la cumbre del Grupo de los 20 (G-20), que se llevará a cabo esta semana en Pittsburgh, pero las políticas que se tratarán repercutirán en el papel dominante del dólar en las finanzas y el comercio internacional. Los líderes de las 20 mayores economías del mundo les dan los toques finales a un plan que estimularía a Estados Unidos a ahorrar más y mostrar una mayor disciplina fiscal y a la vez exhortaría a China a cambiar la orientación de su economía desde las exportaciones al consumo interno. Si el plan cobra fuerza, los inversionistas anticipan que el dólar estará bajo una mayor presión a medida que China y otros países asiáticos tratan de apreciar sus monedas. Los esfuerzos para reparar los desequilibrios de la economía global se producen en un momento difícil para el dólar, que se ha devaluado frente a las principales monedas a raíz de la decisión de los inversionistas de salir en busca de mayores retornos fuera de EE.UU., donde las tasas de interés de corto plazo bordean 0%. Algunos detractores, en especial en China y Rusia, han defendido la creación de una alternativa al dólar como moneda de reserva del mundo e inversionistas desde Warren Buffett al gigante de la renta fija Pacific Investment Management Co. (Pimco) han expresado su preocupación sobre la fortaleza de largo plazo de la divisa estadounidense. "China y EE.UU. pretenden reequilibrar la economía mundial; permitir la apreciación del yuan contribuiría con el tiempo a lograr este objetivo", afirma Rebecca Patterson, directora global de tipo de cambio y commodities de J.P. Morgan Private Bank. "Una menor intervención de China para prevenir el fortalecimiento del yuan significa que China, de modo paulatino y a lo largo de un lapso prolongado, acumularía menos reservas en dólares". Las ventas de bienes de China a EE.UU. la han ayudado a amasar la cantidad más alta de reservas en moneda extranjera del mundo, que ronda los US$2,1 billones (millones de millones), parte de los cuales después utiliza para comprar bonos del Tesoro estadounidense. Esa demanda gigantesca de deuda de EE.UU. fue uno de los factores que ayudó a inflar las burbujas inmobiliaria y crediticia, al mantener el costo del financiamiento en niveles inusualmente bajos. El Índice de Futuros de Dólar ICE, que mide el desempeño del dólar contra una canasta de las monedas de seis de sus principales socios comerciales, ha caído casi 14% desde su máximo de marzo de este año, lo que deja a la divisa en el mismo nivel en el que se encontraba cuando estalló la crisis financiera en septiembre del año pasado. El plan de la cumbre del G-20, llamado "Marco para un Crecimiento Sostenible y Equilibrado", en esencia respalda la idea de un dólar más débil. Permitir la caída del dólar representa una estrategia de "negligencia benigna", señala Stephen Jen, director ejecutivo de BlueGold Capital Management LLP en Londres. En otras palabras, las autoridades estadounidenses estarían más atentas a los beneficios de un debilitamiento del dólar, como la mayor competitividad de sus exportaciones, que preocupadas por un derrumbe de la moneda. China ha comprado cantidades exorbitantes de dólares para impedir un fortalecimiento del yuan y, de paso, mantener la competitividad de su sector exportador. Los analistas señalan que China aguarda señales más nítidas de un repunte en las exportaciones y en la economía global antes de permitir la apreciación del yuan, que sería un paso hacia una economía más diversificada. Un potencial relajamiento de la política cambiaria china ya figura en el radar de los inversionistas. El mercado de intercambio de dólares y yuanes, un indicador de las fluctuaciones entre las monedas, se ha inclinado últimamente hacia un fortalecimiento del yuan. Los analistas creen que China podría apreciar su divisa en los próximos seis meses. Eso desataría medidas similares por parte de otros países asiáticos como Corea del Sur, Taiwán y Singapur. La reciente paliza a la que ha sido sometido el dólar también ha servido para reanudar el debate sobre si los bancos centrales del mundo, en particular el de China, seguirán usando al dólar como su moneda de reserva predilecta. Los principales mercados emergentes, como Brasil, Rusia, India y la propia China, han señalado que, a la larga, el mundo debe dejar de usar al dólar como principal moneda de reserva. THE WALL STREET JOURNAL. 24-9-2009

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