Orgullo y libertad, una lucha de todos

El sábado 1 de Julio se celebró en Madrid la manifestación del WorldPride, con el lema “Por los derechos LGTBI en todo el mundo” a la que asistieron cerca de 1’4 millones de personas, según datos oficiales.

Y durante los distintos actos celebrados se han alcanzado los 2’3 millones de participantes y la mayoría de ellos eran heterosexuales, en los que han participado desde multitud de organizaciones desde los distintos colectivos que forman la FELGTB, sindicatos, ONGs, organizaciones cristianas,etc. El pueblo unido ha vuelto a defender los derechos de todos como ya hiciera contra la invasión napoleónica o contra el fascismo en la guerra del 36.

Nuestro país es uno de los países mas avanzados del mundo en cuanto a normalización e igualdad en el terreno de los derechos del colectivo LGTB, en cuanto al reconocimiento legal. Matrimonio homosexual, adopción, “ley trans”, leyes contra la discriminación y la homofobia, etc.

Sabemos que una planta no puede crecer sin tierra, luz y agua. Si el conjunto de la sociedad ha sido capaz de unirse para luchar por los derechos de una minoría es porque, la lucha del colectivo, es una lucha de todos, es “abono” para la libertad general. No se puede entender desde la superficialidad de la aceptación a lo distinto, o de la tolerancia, sino desde que es una necesidad del conjunto de la sociedad liberarse de las ataduras legales y morales impuestas.

Cuando vemos más allá del brillo de la purpurina y las lentejuelas, más allá del “a quién le importa”, y más allá de la pancarta de la “mani”, encontramos a toda una sociedad unida defendiendo el derecho de unos “pocos” a ser iguales. Y aquí está la raíz, del asunto. Porque lo que nos une es la solidaridad y no la transigencia. Nos une la lucha por la libertad y la democracia, para todos, no la beneficencia. Y nos une a todos: a abuelos y estudiantes, a trabajadores y autónomos y empresarios, a las familias, a ateos y creyentes (no importa la fe que se profese), es algo transversal a la sociedad sometida por la ideología dominante.

Si el Orgullo Gay es capaz de unir a tan amplios sectores de la sociedad, es porque no es una lucha parcial hablando estrictamente. Nos une en la defensa de una serie de derechos individuales y colectivos que nos enriquecen y nos mejoran. Por que una sociedad realmente democrática, sólo puede serlo en igualdad de derechos y condiciones para el conjunto del pueblo.

Porque es la opresión del sistema en que vivimos la que nos mantiene sujetos a su dominación, la que nos coarta y nos manipula. Todos somos conscientes de como se nos oprime en cuanto a relaciones laborales, nuestra calidad de vida y salud, nuestro sistema educativo, etc. Pero cuando llegamos al terreno del cuerpo, los sentimientos y el deseo sexual donde existe un enorme peso represivo de la ideología dominante.

Estamos en un país que ha avanzado mucho en la normalización y en la igualdad de derechos LGTB, pero queda mucho sobre lo que nos debemos preguntar y pensar, y es justo sobre lo que imponen que no se pueda pensar y preguntar. Lo más alto de nuestra cultura en cada momento ha transgredido esas fronteras: desde Santa Teresa a Lorca, de Picasso a Almodovar…

Y es que el control sobre nuestros cuerpos y nuestros deseos más íntimos es otra forma de dominación y de represión, contra nuestra libertad. Control sobre la forma de familia, sobre las relaciones sexuales que se permiten, sobre la producción de nuevos seres humanos, nueva mano de obra, en definitiva. El tabú sexual no ha existido siempre ni en todas partes, y debemos cuestionarnos porqué.

Leí el artículo “poligamia y poliandria” de Luis María Anson; figura que charla con un amigo libio que está maravillado de lo avanzada de la sociedad española. De forma socarrona dice (Anson) que ahora que está legalizado el matrimonio homosexual, pues ahora habrá que hacerlo con la poligamia, en otros países es legal,mientras que en occidente no.

La realidad, desde un punto de vista revolucionario, es que se nos ha encuadrado en un modelo de familia y sexual concreto, y que no nos dejan cuestionar. La legalidad llega hasta nuestra cama y nuestra cabeza para decirnos cómo nos tenemos que casar, con quién, cuando podemos tener sexo y cómo,…

Ante esta cuestión la sociedad debemos abrir un amplio debate, ser capaces de romper con el orden establecido y poder sacar nuestra raíz más revolucionaria. La cuestión de la libertad colectiva entronca, de forma radical, con la cuestión de la libertad sexual. Preguntarnos quién impone los tabús sexuales y las formas de familia dominantes, a qué interés sirven, romper con las viejas ideas que encarcelan nuestros deseos y nuestra libertad, que se nos imponen desde que nacemos y que reproducimos cómo si fuesen naturales, es una tarea democrática y una lucha por la libertad. Acabar con esas imposiciones que causan tantos traumas y trastornos psicológicos, y que merman la posibilidad de una sociedad más libre y justa.

Debemos estar orgullosos del avance y la apertura de nuestra sociedad, y persistir en consolidar estos éxitos y alcanzar una igualdad real. Pero no habremos llegado a la línea de meta hasta que no consigamos conquistar la libertad de amar y tener sexo con quién queramos, libremente y sin ataduras. Romper con todas las cadenas que nos fijan a este sistema represivo y explotador, aunque lo vistan de rosa.

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