Occidente y el capitalismo de Estado chino

«La estrategia económica de China ha puesto en entredicho ese consenso y para entender las razones basta una mirada al ascenso del magnate de la energí­a solar Zhu Gongshan. Una escasez de silicio policristalino —la principal materia prima de los paneles solares— amenazaba la floreciente industria de la energí­a solar en 2007. Los precios de los polisilicios se dispararon a 450 dólares el kilo en 2008, diez veces más que un año antes. Las empresas extranjeras dominaban la producción y le traspasaban los altos costos a China. La respuesta de Beijing no se hizo esperar: el suministro local de polisilicio adquirió el estatus de prioridad nacional. El dinero llegó a raudales desde empresas y bancos estatales y los gobiernos locales aceleraron la aprobación de plantas nuevas.»

La ira occidental hacia China se ha concentrado en la olítica cambiaria, un área en la que Beijing es acusada de mantener un valor artificialmente bajo del yuan para estimular sus exportaciones. Sin embargo, la estrategia económica de China es detallada y multifacética y desafía a EEUU y otras potencias en varios frentes. Un componente central de la estrategia china son las políticas que ayudan a las empresas estatales a acceder a tecnología punta y administran el tipo de cambio para beneficiar a los exportadores. China aprovecha el control estatal del sistema financiero para proveer capital de bajo costo a industrias nacionales y a los países ricos en recursos naturales cuyo petróleo y minerales necesita para seguir creciendo a paso acelerado. (THE WALL STREET JOURNAL) THE WASHINGTON POST.- Parte del mantra del presidente Obama sobre Irán ha sido que "todas las opciones están sobre la mesa" – lo que significa que no se descarta una acción militar para detener su intento de adquirir armas nucleares. El presidente George W. Bush dijo lo mismo; de hecho, existe un amplio consenso entre los legisladores estadounidenses que la amenaza de la fuerza debe formar parte de la combinación de presiones e incentivos para Teherán. Así que ¿por qué el secretario de Defensa Robert M. Gates devalúa el mensaje? Dos veces en la semana pasada, Gates se ha pronunciado públicamente en contra de una opción militar – a pesar de que ni Estados Unidos ni Israel parecen estar a punto de lanzar un ataque. EEUU. The Wall Street Journal El capitalismo de Estado chino desata las críticas de Occidente Jason Dean, Andrew Browne y Shai Oster Desde el fin de la Guerra Fría, las grandes potencias han convenido sobre la sabiduría de permitir que la libre competencia del mercado —en lugar de la planificación estatal— impulse la economía. La estrategia económica de China ha puesto en entredicho ese consenso y para entender las razones basta una mirada al ascenso del magnate de la energía solar Zhu Gongshan. Una escasez de silicio policristalino —la principal materia prima de los paneles solares— amenazaba la floreciente industria de la energía solar en 2007. Los precios de los polisilicios se dispararon a 450 dólares el kilo en 2008, diez veces más que un año antes. Las empresas extranjeras dominaban la producción y le traspasaban los altos costos a China. La respuesta de Beijing no se hizo esperar: el suministro local de polisilicio adquirió el estatus de prioridad nacional. El dinero llegó a raudales desde empresas y bancos estatales y los gobiernos locales aceleraron la aprobación de plantas nuevas. En Occidente, construir fábricas de polisilicios demora años. Zhu, un empresario independiente que recaudó 1.000 millones de dólares para una planta, comenzó a producir a los 15 meses y en pocos años creó uno de los mayores fabricantes mundiales de polisilicios, GCL-Poly Energy Holding Ltd. El fondo soberano de China compró el 20% de GCL-Poly por 710 millones. Hoy, China produce alrededor de 25% del polisilicio del mundo y controla alrededor de la mitad del mercado global de equipos terminados de energía solar. La ira occidental hacia China se ha concentrado en la política cambiaria, un área en la que Beijing es acusada de mantener un valor artificialmente bajo del yuan para estimular sus exportaciones. El ascenso de Zhu, sin embargo, apunta a un tema más profundo: la estrategia económica de China es detallada y multifacética y desafía a EEUU y otras potencias en varios frentes. Un componente central de la estrategia china son las políticas que ayudan a las empresas estatales a acceder a tecnología punta y administran el tipo de cambio para beneficiar a los exportadores. China aprovecha el control estatal del sistema financiero para proveer capital de bajo costo a industrias nacionales y a los países ricos en recursos naturales cuyo petróleo y minerales necesita para seguir creciendo a paso acelerado. Las políticas de China son, en parte, producto de su estatus único: un país en vías de desarrollo que además es una superpotencia. Sus líderes no asumen que el mercado es superior. En cambio, consideran que el poder estatal es esencial para mantener la estabilidad y el crecimiento y, por ende, asegurar el dominio continuado del Partido Comunista. Es un modelo con un historial de logros, en especial en momentos en que la fe en la eficacia de los mercados y la competencia de los políticos es sacudida en gran parte de Occidente. China ya es el mayor exportador mundial y este año se encamina a desplazar a Japón como la segunda economía del mundo. Charlene Barshefsky, quien en 2001 como representante comercial de EEUU durante el gobierno de Bill Clinton ayudó a negociar la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, afirma que el ascenso de economías poderosas lideradas por el Estado, como China y Rusia, socava el sistema comercial establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando estas economías deciden que "industrias nuevas deberían ser creadas por el gobierno", sostiene Barshefsky, la balanza se inclina en contra del sector privado. Los críticos occidentales afirman que las prácticas de China constituyen una forma de mercantilismo que apunta a acumular riqueza al manipular el comercio. Señalan que las reservas de China en moneda extranjera, que ascienden a 2,6 billones (millones de millones) de dólares, son prueba de ello. EEUU y la Unión Europea han iniciado una serie de casos en la OMC contra Beijing. Los máximos ejecutivos de varias multinacionales ya han comenzado a quejarse. En julio, Peter Löscher, presidente ejecutivo de Siemens AG, y Jürgen Hambrecht, presidente de la química BASF SE, plantearon en una reunión entre industriales alemanes y el primer ministro chino inquietudes sobre los intentos por obligar a empresas extranjeras a transferir propiedad intelectual valiosa a cambio de acceso al mercado. "Los chinos han demostrado que si tienen la capacidad de anular su modelo y quedarse con sus ganancias, lo harán", insiste Ian Bremmer, presidente de la firma de consultoría Eurasia Group. Hasta ahora, sin embargo, las multinacionales no han hecho las maletas porque China sigue siendo una fuente vital de crecimiento para empresas cuyos mercados internos están saturados. La estrategia de China sigue la tradición de las políticas que empleó Japón durante su ascenso. Pero la enorme escala de China, su población es 10 veces mayor a la de Japón, la convierte en una amenaza más formidable. Los líderes chinos han comenzado a acusar recibo. Durante el Foro Económico Mundial en Tianjin en septiembre, el primer ministro Wen Jiabao indicó que el debate reciente sobre China entre los inversionistas extranjeros "no se debe sólo a malentendidos por parte de las empresas foráneas. También se debe a que nuestras políticas no fueron lo suficientemente claras", manifestó. "China está comprometida a crear un entorno abierto y justo para las empresas extranjeras que han invertido", añadió. En China, el Estado está en ascenso. Muchos analistas afirman que la liberalización ha perdido vigor y apuntan a amplias porciones de la economía que aún son controladas por empresas estatales y donde se restringe el acceso a las firmas extranjeras. El gobierno posee casi todos los grandes bancos del país, las tres petroleras principales, las tres telefónicas y los grupos de medios más importantes. Según el Ministerio de Finanzas, los activos de todas las empresas estatales en 2008 bordearon los 6 billones (millones de millones) de dólares, un 133% del Producto Interno Bruto (PIB) de ese año. En comparación, los activos de la agencia que controla las empresas estatales en Francia, una de las economías occidentales más estatizadas, fueron de 539.000 millones de euros en 2008, cerca del 28% del PIB. A más largo plazo, China afronta una serie de retos que amenazan su crecimiento, como una población que envejece aceleradamente debido a los nacimientos limitados por la política de hijo único durante las últimas décadas, y el daño al medio ambiente provocado por la veloz industrialización del país. Por ahora, ese ritmo tiene a Occidente en guardia. "Nuestra competencia se ha vuelto mucho más difícil durante un lapso de gran debilidad económica en Estados Unidos", dice Barshefsky. Existe "una duda significativa y profunda, casi teológica, sobre las actuales reglas de juego". THE WALL STREET JOURNAL. 16-11-2010 EEUU. The Washington Post ¿Por qué dar una razón a Irán para no temer un ataque militar? PARTE del mantra del presidente Obama sobre Irán ha sido que "todas las opciones están sobre la mesa" – lo que significa que no se descarta una acción militar para detener su intento de adquirir armas nucleares. El presidente George W. Bush dijo lo mismo; de hecho, existe un amplio consenso entre los legisladores estadounidenses que la amenaza de la fuerza debe formar parte de la combinación de presiones e incentivos para Teherán. Así que ¿por qué el secretario de Defensa Robert M. Gates devalúa el mensaje? Dos veces en la semana pasada, Gates se ha pronunciado públicamente en contra de una opción militar – a pesar de que ni Estados Unidos ni Israel parecen estar a punto de lanzar un ataque. El Sr. Gates, rechazó la declaración del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien dijo que si Estados Unidos "espera detener el programa nuclear de Irán sin recurrir a la acción militar, tendrá que convencer a Irán de que está dispuesto a llevarla a cabo." Eso suena como la política de Obama, ¿por qué afirmar que "todas las opciones están sobre la mesa" a menos que la cuestión sea creíble para Teherán? Sin embargo, Gates dijo: "No estoy de acuerdo en que solamente una amenaza militar creíble puede llevar a Irán a tomar las acciones necesarias para poner fin a su programa de armas nucleares." Añadió que si bien "estamos dispuestos a hacer lo necesario… El enfoque político y económico que estamos adoptando está teniendo impacto en Irán". En una entrevista con Gerald F. Seib del Wall Street Journal esta semana, Gates explicó su punto de vista. Dijo que el liderazgo iraní había quedado "sorprendido por el impacto de las sanciones" impuestas este año, sostuvo que una solución militar "sólo… reunirá a una nación dividida, lo que los hará absolutamente comprometidos con la obtención de armas nucleares y hacerlo de forma más profunda y encubierta. Así que creo que la estrategia político-económica es la que tenemos que continuar llevando." Para ser claros: estamos de acuerdo en que la administración debe seguir centrándose por ahora en las estrategias no militares, tales como las sanciones y el apoyo a la oposición iraní. Pero eso no requiere hablar públicamente contra la acción militar. La predicción de Gates de cómo los iraníes reaccionarían ante un ataque es una especulación, pero lo que sí sabemos con certeza es que la última decisión de Irán de poner freno a su programa nuclear, en 2003, se produjo cuando el régimen temió –razonablemente o no– que podría ser un objetivo de las fuerzas de EEUU que acababan de destruir al ejército iraquí. En cuanto al efecto de las sanciones, Teherán no se ha mostrado dispuesto a iniciar negociaciones serias sobre su enriquecimiento de uranio. El Pentágono de Gates ha sido un centro de oposición a discutir las opciones militares contra Irán durante años. Dados los costos potencialmente altos y el resultado incierto de esa misión, es comprensible. Sin embargo, enviando el mensaje a Irán de que la acción militar de EEUU no es una posibilidad seria, el stablishment de defensa sólo hace más probable que Estados Unidos e Israel finalmente se tengan que enfrentar a una terrible elección entre el lanzamiento de un ataque o aceptar una bomba iraní. THE WASHINGTON POST. 18-11-2010

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