Especial elecciones en Irán

Occidente mira con ansiedad a Teherán

Tras la expectativa de las primeras horas, las reacciones occidentales no se hacen esperar. Las dos principales potencias europeas, Alemania y Francia, han expresado sus serias dudas ante el resultado electoral iraní­, mientras que la administración Obama -para la que la reelección de Ahmadinejad supone un serio revés- ha expresado, al mismo tiempo que sus reservas, su voluntad de seguir negociando con Teherán acerca del programa nuclear, y de la cooperación (o pasividad) iraní­ en cuestiones tan sensibles como la retirada de Irak o el refuerzo del frente de Afganistán-Pakistán.

Las dos rincipales europeas cuestionaron ayer al unísono la veracidad de los resultados de las elecciones iraníes, que con una amplia participación (más del 84% del censo) arrojaban una inusual ventaja para el candidato oficialista, el actual presidente Mahmud Ahmadinejad, temido por occidente por su inflexible postura en temas como la carrera nuclear.París se expresó en términos diplomáticamente duros. “Lo que pasa en Irán no es una buena noticia para nadie, ni para los iraníes ni para la estabilidad y la paz", dijo Henri Guaino, consejero especial de Nicolas Sarkozy. "Francia lamenta que en vez de apertura haya habido una brutal respuesta", aseveró el ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner.Berlín tampoco se quedó corto en poner abiertamente en tela de juicio la limpieza de los comicios iraníes, y su responsable de exteriores, Frank-Walter Steinmeier declaró que Alemania espera “que las autoridades de Teherán respondan con claridad a [las] acusaciones y esclarezcan la cuestión", refiriéndose a las acusaciones de fraude de los seguidores del candidato reformista, Musaví. Steinmeier aseguró que la credibilidad de la consulta, y sus resultados, "han dejado muchas preguntas", por lo que ha citado al embajador iraní en Berlín a consultas.También se pronunció el Alto Representante de la UE –y ex secretario general de la OTAN- Javier Solana: "No podemos saber cuáles han sido los resultados de la elección, porque hay muchas informaciones sobre irregularidades y no ha habido observadores internacionales", decía un comunicado de su oficina. Aunque con más cautela, la Casa Blanca también ha querido dejar clara su posición sobre el asunto. "Por la manera en la que están reprimiendo a la gente en las calles, se pueden extraer serias dudas de que el resultado es el que dicen. Creo que tenemos que esperar y ver", declaraba el vicepresidente Joe Biden, asegurando sin embargo que su gobierno mantenía todas las ofertas de diálogo al ejecutivo de Teherán y su “apuesta por la vía del diálogo” para resolver los temas que enfrentan a los dos países.Y es que la reelección de Ahmadinejad representa para el proyecto de Obama un serio obstáculo. Washington no posee mecanismos de control sobre un régimen, el de los ayatolás, que depuró a los elementos proyanquis del Estado iraní después de la revolución islámica de 1979, hace 30 años. Y el Estado iraní se ha dotado de un grado de hermetismo que hace imposible intervenirlo desde dentro. Pero aún y con esas, Obama confiaba en que la victoria de un reformista Musaví –que ha declarado su intención de negociar el programa nuclear y la política internacional de Irán, dentro de unos límites- diera un margen de maniobra más amplio a la Casa Blanca que el que concede el correoso Ahmadinejad.El presidente norteamericano había confesado públicamente el viernes, mientras la gente salía a votar en masa, su esperanza de que Irán emprendiera un nuevo rumbo. El discurso de Obama en el cairo había sido bien acogido en todo el mundo islámico, y también en buena parte de la opinión pública iraní, pero no ha causado el efecto que pretendía el Departamento de Estado. Aunque la batalla entre las dos líneas dentro del régimen iraní responde a un origen puramente endógeno, el cambio de política de Obama hacia Teherán –ofreciendo a Irán un lugar dentro del nuevo diseño de poder que busca Washington para Oriente Medio- ha incidido fuertemente en la contradicción interna, potenciando a los reformistas –partidarios de la apertura hacia Occidente- y enrocando a los conservadores –recelosos de que la apertura signifique ceder terreno conquistado en la independencia e influencia de Irán. Pero a pesar del revés, la administración Obama sigue empeñada en explorar la vía diplomática con Teherán. Cuestiones tan vitales para el hegemonismo como la retirada ordenada de Irak, la pacificación del conflicto palestino israelí (que precisa de la tregua de Hamás, Hezbolá y Siria, próximos a Irán), y sobretodo la reconquista de Afganistán y Pakistán precisan de la colaboración activa –o cuanto mínimo de la pasividad o neutralidad- de Irán para poder prosperar.Esto no quiere decir, en absoluto, que la superpotencia haya descartado, a medio o largo plazo, la vía de la presión, el chantaje, o la agresión militar para doblegara a Irán. El Pentágono está convencido de que el programa nuclear iraní –que el régimen insiste en que tiene un uso exclusivamente civil- esconde la intención de dotarse de una arma atómica. Esto es inaceptable para EEUU, no sólo por lo que supondría para aliados como Israel o Europa, sino por que podría desencadenar una carrera nuclear de imprevisibles consecuencias para el dominio hegemonista. Por eso, la reelección de Ahmadinejad es “el peor escenario posible” para Washington y sus aliados. De momento sólo observan ansiosos el desarrollo de los acontecimientos. ¿Se atreverán a intervenir?

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