Condiciones a la industria del automóvil

Obama cambia las bují­as a General Motors

La Casa Blanca se ha puesto firme con la industria del automóvil, sabedora que su caí­da podrí­a arrastrar a la economí­a norteamericana a una sima mucho más profunda de la que ya se encuentra. Hoy el presidente Obama presentará oficialmente el plan gubernamental de rescate del sector automovilí­stico, pero la administración ha sido tajante: o la industria acomete profundas transformaciones estructurales para ser competitiva, o la Casa Blanca podrí­a dejar que caiga en bancarrota para nacionalizarla después. La exigencias del gobierno se han llevado por delante -de momento- al director ejecutivo de General Motors, Rick Wagoner.

En una entrevista concedida ayer a Bloomberg, el residente Obama reiteró la posición de su gobierno ante el plan de rescate del automóvil norteamericano: General Motors y Chrysler –los dos gigantes que han solicitado auxilio, a diferencia de Ford, que de momento no lo ha hecho- deberán revisar sus planes de reestructuración para justificar las ayudas recibidas por parte del Gobierno, y en caso contrario y la bancarrota podría convertirse en la mejor opción de la Casa Blanca, que no esta dispuesta a dilapidar miles de millones de dólares si el sector no se transforma en competitivo."Estamos tratando de hacerles saber que queremos tener una industria del automóvil saneada, pero tiene que ser una industria diseñada en forma realista para capear esta tormenta y emerger (…) mucho más humilde y competitiva de lo que es actualmente", dijo Obama, que añadió: "eso va a significar una serie de sacrificios de todas las partes involucradas: gestores, mano de obra, accionistas, acreedores, abastecedores, operadores. Todos van a tener que venir a la mesa y decir que es importante para nosotros tomar serias medidas de reestructuración ahora para preservar un futuro más provisorio"Ambas compañías han recibido desde diciembre 13.400 millones por parte del gobierno, ayudas que han permitido seguir funcionando a los dos mastodontes. Pero esa inyección ha sido agotada ya, y GM y Chrysler han anunciado que necesitarán hasta 16.600 millones adicionales con carácter de urgencia. En las reuniones preliminares a la elaboración del plan definitivo, que será lanzado hoy, el equipo presidencial encargado de negociar con la industria comunicó al presidente de General Motors, Rick Wagoner, que la condición del auxilio era su cabeza. Vistas así las cosas, ante la crítica situación de GM, Wagoner ha dimitido. El ejecutivo ocupaba la dirección de GM desde el 2000 y bajo su mandato General Motors ha dejado de ser el número 1 mundial del automóvil, puesto que ocupa ahora Toyota, y ha acumulado 82.000 millones de dólares de pérdidas sólo en los últimos tres años. Wagoner también fue el responsable de la cancelación en el 2000 del vehículo EV1, el primer vehículo eléctrico diseñado para su venta masiva. “Fue la peor decisión de mi mandato”, ha declarado en más de una ocasión. Las presiones de la Casa Blanca han forzado a GM a cambos drásticos en su consejo de administración. Fritz Henderson, su nuevo presidente, es sin embargo un estrecho colaborador de Wagoner. Chrysler también ha sido advertida. Sólo recibirá los 6000 millones de dólares solicitados en ayuda si llega a un acuerdo con la italiana Fiat. ¿El Estado norteamericano poniendo exigencias a algunos de sus más poderosos monopolios?. Desde luego que sí. La Casa Blanca debe velar –en esta crítica situación más que nunca- por los intereses de conjunto de la clase dominante norteamericana.

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