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O mar, a terra, o meu fado

Nació en una tradicional colonia portuguesa, en Mozambique. Se llama Marisa dos Reis Nunes pero se le conoce mundialmente como Mariza. Su madre era mozambiqueña aunque se fue a vivir desde los tres años a Portugal, de donde era su padre. En España, como pasa desgraciadamente con muchas cosas de nuestro paí­s vecino, no está muy promocionada.

Aquí udimos ir a verla en noviembre del año pasado, aunque sólo dio tres conciertos. Ahora lleva recorriéndose EEUU desde febrero. El sábado 2 de mayo, con el concierto en la ciudad de San Francisco, habrá recorrido hasta 45 ciudades sólo en EEUU, entre ellas Nueva York, Los Ángeles o Miami. Dijo en una entrevista que el fado “es como el flamenco, una piel familiar”. Servía las mesas de la tasca de su padre en el barrio lisboeta de Morería, allí empezó a escuchar y a cantar los primeros fados. Después su madre la influyó mostrándole la música brasileña, el blues, el gospel y artistas como Miriam Makeba o Cesaria Evora. El fado es el género musical portugués por excelencia. Se le fecha a principios del siglo XIX pero su tradición es seguramente muy anterior. Su esencia recoge la melancolía de las distancias (en el tiempo y en el espacio) que los amantes soportaban quedándose ellas en tierra firme mientras ellos viajaban a pescar a alta mar durante largas temporadas. Por eso se le relaciona muchas veces con la habanera. Pero también se dice que el fado tiene en común algunos ritmos africanos de los esclavos e influencias árabes. Sus raíces están enclavadas, por lo tanto, en lo más hondo de la historia no sólo de Portugal, sino también de las colonias portuguesas y de los viajes transoceánicos. Una serie de elementos que, en España, nos son totalmente comunes. Posiblemente por su historia y su trayectoria, Mariza, representa con audacia los ingredientes más intensos del fado de una forma personal. Rodeada de una producción moderna y con una instrumentación más completa. Como dice en uno de sus temas “si ser fadista es ser luna, y perder el sol de vista, si ser fadista es ser triste y si el fado sólo es una palabra vulgar que roza las bocas de todo el mundo, entonces yo no soy fadista, yo soy mi propio fado”.

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