«En cuanto a la noción de que el Sr. Obama ha comenzado una marcha hacia un mundo libre de armas nucleares, estamos con el señor Gates, cuando dijo: «Yo no creo que nadie espere que nos llevará a acercarnos a la eliminación de las armas nucleares en un período cercano». Habida cuenta de las amenazas que Estados Unidos y sus aliados siguen teniendo, esta es una buena cosa».
El nuevo tratado de control de armas suscrito or Estados Unidos y Rusia fue descrito el viernes por el gobierno Obama como un paso hacia la consecución de una serie de ambiciosos objetivos: una "alianza estable" con el régimen de Vladimir Putin, una acción multilateral para detener o revertir la nuclearización de Irán y Corea del Norte, y no menos importante, como el presidente Obama dijo, "un mundo sin armas nucleares". Pero no es necesario compartir la visión a largo plazo del presidente, o su estimación sobre la capacidad de influencia del nuevo tratado, para celebrar lo que parece ser un sólido logro diplomático. (THE WASHINGTON POST) RIA NOVOSTI.- Los altísimos costos y constantes retrasos en la entrega de los encargos están poniendo en entredicho el correcto cumplimento del programa armamentístico previsto por los Estados Unidos. Tras el colapso de la Unión Soviética, Rusia decidió abandonar la carrera armamentística. Washington vio en este hecho una ocasión inmejorable de conseguir una clara supremacía militar y tecnológica que, junto con su evidente influencia política y económica, le podría garantizar la hegemonía total en el mundo durante mucho tiempo. Sin embargo, la ejecución del plan no iba a resultar tan sencilla como se esperaba. Las fuertes inversiones realizadas no acababan de reflejarse en una visible mejora de las capacidades de combate del nuevo material, mientras que las medidas para reducir costes eran inútiles. La causa de los problemas de la industria de Guerra podría estar en que los diseñadores y fabricantes de armamento se han encontrado con una barrera tecnológica que impide el desarrollo. Barrera tecnológica que obliga a invertir cada vez más recursos, para dar unos pasos cada vez más pequeños. Y los avances conseguidos, con frecuencia, son meramente cosméticos. FINANCIAL TIMES.- Los políticos se contradicen constantemente y los mercados son víctimas de continuas oscilaciones. No es de extrañar, por tanto que el paquete de rescate a Grecia esté lleno de incoherencias. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, empezó mostrando su oposición a la intervención del Fondo Monetario Internacional. Después de alcanzarse un acuerdo, elogió la idea. EEUU. The Washington Post Un digno tratado de control de armas EEUU-Rusia El nuevo tratado de control de armas suscrito por Estados Unidos y Rusia fue descrito el viernes por el gobierno Obama como un paso hacia la consecución de una serie de ambiciosos objetivos: una "alianza estable" con el régimen de Vladimir Putin, una acción multilateral para detener o revertir la nuclearización de Irán y Corea del Norte, y no menos importante, como el presidente Obama dijo, "un mundo sin armas nucleares". Pero no es necesario compartir la visión a largo plazo del presidente, o su estimación sobre la capacidad de influencia del nuevo tratado, para celebrar lo que parece ser un sólido logro diplomático. Tras un año de negociación, el acuerdo establece un recorte de alrededor del 30% en las armas estratégicas desplegadas por los dos países, hasta 1.550 ojivas en cada lado. Los lanzadores –misiles con base en tierra y mar, así como bombarderos– se reducirán a 800. Rusia ya está cerca de esa cifra y es casi seguro que se sitúe muy por debajo de ella durante el plazo de 10 años del tratado. Los Estados Unidos tendrán que reducir en varios cientos sus lanzadores, aunque será capaz de reconvertir algunos para llevar armas convencionales. Esa es una razón por la cual el tratado es más importante para Moscú, y sus ambiciones de mantenerse a la par con los Estados Unidos, de lo que lo es para la seguridad nacional de EEUU. Putin también espera utilizar el acuerdo –conocido como Nuevo Tratado START para la Reducción de Armas Estratégicas– para contener el previsto despliegue de EEUU de un sistema de defensa antimisiles en Europa. Los funcionarios del gobierno insistieron el viernes que la oferta no lo contempla, y que "el tratado no contiene ninguna obligación sobre… los previstos programas de defensa de misiles de EEUU", según dijo en un comunicado la Casa Blanca. Hay, sin embargo, un lenguaje que une armas ofensivas y defensivas en un preámbulo no vinculante. Senadores republicanos –por lo menos ocho de los cuales serán necesarios para su ratificación– pueden esperar para formarse sus propias opiniones sobre si podría o no limitar un programa de defensa vital. También habrá preguntas sobre la verificación: los procedimientos anteriores para el control de las pruebas de misiles han sido debilitados. El secretario de Defensa Robert M. Gates, dijo el viernes que Estados Unidos tendría todos los datos que necesitaba para verificar el tratado. La administración argumenta que, a menos que sea ratificado, no habrá inspecciones de armas de Rusia, dado que el régimen anterior expiró en diciembre. Tal y como se describió el viernes, el acuerdo suena digno; Estados Unidos todavía despliega más armas nucleares de las que necesita. La visión más amplia de Obama acerca de lo que puede lograrse a través del control de armas es más discutible. Se espera que el acuerdo dará impulso a dos próximas reuniones en la cumbre, sobre el control de materiales nucleares y sobre las revisiones del Tratado de No Proliferación. Los funcionarios dicen que esperan que Rusia ahora colaborará en la imposición de sanciones a Irán, aunque Moscú todavía se resiste a adoptar medidas fuertes. Aún así, es difícil ver cómo el nuevos tratado acercará el desarme de Corea del Norte o paralizará las centrifugadoras de Teherán. En cuanto a la noción de que el Sr. Obama ha comenzado una marcha hacia un mundo libre de armas nucleares, estamos con el señor Gates, cuando dijo: "Yo no creo que nadie espere que nos llevará a acercarnos a la eliminación de las armas nucleares en un período cercano". Habida cuenta de las amenazas que Estados Unidos y sus aliados siguen teniendo, esta es una buena cosa. THE WASHINGTON POST. 27-3-2010 Rusia. Ria-Novosti La barrera tecnológica frena el programa armamentístico de EEUU Ilia Krámnik Los altísimos costos y constantes retrasos en la entrega de los encargos están poniendo en entredicho el correcto cumplimento del programa armamentístico previsto por los Estados Unidos. Los medios de comunicación estadounidenses están inmersos en un intenso debate sobre la dudosa rentabilidad del caza de quinta generación F-35, el estandarte del rimbombante programa Joint Strike Fighter. El costo estimado de los aparatos ya supera en el doble el valor que figuraba en el presupuesto inicial y, para colmo, la incorporación de los nuevos F-35 a la Fuerza Aérea se viene prorrogando continuamente. Las raíces de esta situación se hunden en el tiempo hasta hace unos treinta años, cuando se inició el proceso de renovación del arsenal de la época de la Guerra Fría que ya iba quedándose obsoleto. Los primeros presupuestos ya mostraban una clara tendencia inflacionista: los nuevos aparatos de quinta generación iban a resultar sustanciosamente más caros que sus predecesores. Tras el colapso de la Unión Soviética, Rusia decidió abandonar la carrera armamentística. Washington vio en este hecho una ocasión inmejorable de conseguir una clara supremacía militar y tecnológica que, junto con su evidente influencia política y económica, le podría garantizar la hegemonía total en el mundo durante mucho tiempo. Sin embargo, la ejecución del plan no iba a resultar tan sencilla como se esperaba. Las fuertes inversiones realizadas no acababan de reflejarse en una visible mejora de las capacidades de combate del nuevo material, mientras que las medidas para reducir costes eran inútiles. A finales de los años ochenta, la Marina de Guerra estadounidense desarrolló un ambicioso proyecto para la creación de un nuevo submarino nuclear, el Sea Wolf. Sobre el papel, las prestaciones de este nuevo sumergible eran extraordinarias y superaban a los prototipos soviéticos más modernos del proyecto 971 (Schuka o Akula). Los planes de fabricación eran acordes con la calidad del submarino y en absoluto modestos. Tenían pensado hacer alrededor de 30 unidades de este tipo. El Sea Wolf, a la ya tradicional navegación silenciosa de los sumergibles estadounidenses, y a un poderoso armamento, añade una velocidad superior a 35 nudos y una gran capacidad para sumergirse hasta 600 metros. El problema era el precio: una unidad venía a costar sobre el papel unos US$2.800 millones, cuatro veces más que sus precedentes de la clase Los Angeles (US$700 millones por unidad), y casi tres veces más que su versión modernizada (US$1.000 millones por unidad). Pero la desintegración de la URSS ponía en entredicho la viabilidad del proyecto. El precio y, sobre todo, el gran número unidades se consideraron injustificados y se decidió reducir la fabricación hasta una docena de unidades. Insuficiente. El montante total seguía siendo demasiado alto. Al fin y al cabo, sólo tres "Lobos Marinos" pasaron a surcar los mares, con un coste final para cada unidad de US$4.200 millones. Elevado precio, en parte motivado por la gran inversión realizada y lo escaso de la serie emitida. Se podrían citar más ejemplos, pero volvamos al tema central del artículo, el ya mencionado F-35, que ha doblado su precio inicial y que no termina de incorporarse al arsenal de la Fuerza Aérea. Por no hablar de las dudas que genera su capacidad de combate. Según varios analistas, el costoso F-35 no es superior a los aparatos diseñados por la Oficina de Diseños rusa Sukhoi. La causa de los problemas de la industria de Guerra podría estar en que los diseñadores y fabricantes de armamento se han encontrado con una barrera tecnológica que impide el desarrollo. Una situación parecida tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial y el período de posguerra, cuando el progreso hizo imposible mejorar más los aviones propulsados por hélice que, finalmente, fueron reemplazados por los de reacción. En aquella época, el necesario salto tecnológico se consiguió gracias a los imperativos impuestos por la guerra, que obligó a aumentar drásticamente los recursos destinados a la investigación en el ámbito militar y de ingeniería. Hoy, la industria en general se enfrenta con una barrera tecnológica de otro tipo, mucho más perversa, que obliga a invertir cada vez más recursos, para dar unos pasos cada vez más pequeños. Y los avances conseguidos, con frecuencia, son meramente cosméticos. Los ingenieros conocen esos límites, pero los ministerios de Defensa prefieren obviarlos para anunciar planes populistas y hacer peticiones muy alejadas de la realidad. Y esta fue la conclusión final a la que llegó la Asociación estadounidense de la industria aeroespacial y que presentó al Pentágono en su estudio "Costes imprevistos. Las consecuencias industriales de la elección de determinadas estrategias de defensa". Según los ingenieros de la Asociación, los planes del Pentágono para alcanzar la supremacía tecnológica global son irrealizables debido a la falta de una base necesaria de investigaciones fundamentales. No sólo EEUU, sino también la UE y Japón se han enfrentado a esta barrera. Rusia, que está recuperándose de los 15 años de vació tecnológico tras el colapso de la URSS, también se acerca a este límite. Los países que utilizan las soluciones tecnológicas rusas, estadounidenses o europeas, chocarán inevitablemente con el mismo problema en el futuro. Es difícil decir cómo se puede superar esta situación. El proceso, probablemente, llevará varias décadas de arduo trabajo y necesitará de enormes inversiones para el desarrollo de la ciencia fundamental. En el pasado, las guerras reducían el tiempo de espera a un par de años, pero hoy eso es inviable. Hoy, una guerra supondría un catastrófico y largo retraso, una nueva edad oscura, si no nos llevaba a la desaparición. RIA NOVOSTI. 25-3-2010 Reino Unido. Financial Times Los balanceos del euro Los políticos se contradicen constantemente y los mercados son víctimas de continuas oscilaciones. No es de extrañar, por tanto que el paquete de rescate a Grecia esté lleno de incoherencias. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, empezó mostrando su oposición a la intervención del Fondo Monetario Internacional. Después de alcanzarse un acuerdo, elogió la idea. Antes, parecía que la prioridad de cualquier plan era evitar los daños morales. Sin embargo, Herman Van Rompuy también parece haber ignorado ese principio. “Esperamos que sirva para tranquilizar a todos los tenedores de bonos griegos y que la eurozona nunca permita la caída de Grecia”, aseguró el presidente del Consejo Europeo. Balanceos aparte, el plan supone un avance significativo, ya que muestra un frente europeo unido. Dado que todos los miembros tienen derecho a decidir si extender un cheque a Grecia en caso de que el país solicite ayuda, es necesario que haya consenso. Además, reafirma la importancia de la disciplina fiscal, a través de un grupo de trabajo propuesto por Alemania y que cuenta con el respaldo del FMI. Por último, la mera existencia del plan se adelanta a la posibilidad de que Grecia no pueda refinanciarse a corto plazo. Podría compararse con un muro de contención, que evitaría la propagación de un virus financiero. No obstante, las buenas intenciones no implican que el proyecto funcione en la práctica. Hay varios aspectos sobre los que pende la duda. Por un lado, está la cuantía de los préstamos a Grecia y el tipo de interés que se aplicaría. Por otro, queda por saber si Grecia, cuya deuda se sitúa ya en el 113% del PIB puede lograr la sostenibilidad de la deuda. El esfuerzo fiscal que se le exige es enorme, mucho mayor que el contemplado en los planes de austeridad de España o Portugal. Incluso si Atenas consigue reducir su déficit al 2% del PIB para 2013, tendría que captar 50.000 millones de euros netos además de los 272.000 millones de euros que necesita para financiar los déficit provisionales. Aun así, la crisis servirá al menos para que Europa reaccione y consiga poner en orden sus finanzas públicas. Además, mientras la eurozona se aprieta el cinturón, el BCE mantendrá los tipos de interés bajos durante más tiempo. El euro, por tanto, debería seguir devaluándose. FINANCIAL TIMES. 26-3-2010