Más concentración de la riqueza. Más saqueo exterior

Nosotros menos… Ellos más

Los datos del último informe presentado por Cáritas hace sólo unos dí­as son demoledores. Desde 2007 no sólo se ha multiplicado por tres el número de personas que acuden a ella para pedir ayuda, sino que los pobres lo son ahora mucho más que hace cinco año, y además corren el riesgo de permanecer en esa situación durante todo su vida. La media de ingresos de las personas atendidas en Cáritas este año ha bajado a los 322 euros al mes. Más de la mitad de ellos son parados de larga duración que han agotado los ahorros de que disponí­an, ya no tienen colchón familiar al que recurrir y tampoco reciben prestaciones sociales suficientes. Su perfil también ha cambiado, ahora son parejas jóvenes con niños pequeños y familias monoparentales las más vulnerables a la crisis. El reverso de esta expansión de la pobreza en nuestro paí­s lo constituye el acelerado proceso de concentración monopolista que estamos viviendo y el continuo y acelerado trasvase de riqueza hacia el exterior. Los pobres son cada vez más numerosos y más pobres, mientras los ricos son cada vez menos, pero mucho más ricos. Esta es la realidad social y de clase oculta tras todas las medidas de recortes, ajustes y reformas dictadas por el FMI y Berlí­n.

Concentración bancaria a tope

En 2009 el número de entidades financieras que concentraban la mayor parte de los activos bancarios ascendía a 50. Después de tres años de fusiones, ajustes, absorciones e intervenciones de cajas, en 2012 han quedado reducidas a 14 las entidades que controlan el 90% de esos activos.

Aprovechando la crisis, la cúpula de la oligarquía bancaria nacional (los Botín, González o Fainé) se ha lanzado, como aves de rapiña, a concentrar en sus manos la riqueza financiera del país, acumulando un capital y un poder que les permita apropiarse aún más del esfuerzo y el trabajo del 90% de la población. «Esa es la encrucijada a la que nos enfrentamos. O seguir permitiendo que ellos concentren más y más poder sobre nuestras vidas, o unirnos el 90% de la población en un frente amplio para redistribuir la riqueza»

Algo que no es nuevo: hace ya más de 150 años que Marx analizó cómo el capitalismo se sobrepone a las crisis provocando una mayor concentración monopolista del capital. Ni tampoco es exclusivo de España. En EEUU, los cuatro primeros bancos en 2002 siguen siendo los mismos que ocupan las primeras plazas del ranking por tamaño en 2012. Sólo que ahora esos 4 grandes han multiplicado por 2,5 el tamaño de sus balances y su cuota de mercado ha aumentado más de un 30%, de forma que monopolizan ya cerca de los dos tercios del sistema financiero norteamericano.

En España, las medidas tomadas por el Gobierno, primero por el de Zapatero y ahora por el de Rajoy, van en la misma dirección y no representan otra cosa que un trasvase de ingentes cantidades de dinero de familias y empresas hacia la oligarquía bancaria.

Hasta hoy, el Estado ha inyectado fondos públicos por valor de 250.000 millones de euros en la banca mediante dinero, avales o garantías públicas. El resultado de esa enorme inyección, que pagaremos todos nosotros doblemente en forma de recortes y deuda pública, ha sido, por ejemplo, que el BBVA se haya hecho con Unnim (resultado de la fusión de tres pequeñas cajas catalanas), al que compró por 1 euro a cambio de que el Estado le inyectara a fondo perdido 1.000 millones de dinero público. Proceso que se ha repetido con la compra de Banca Cívica (la fusión de Cajasol con las cajas de Navarra, Canarias y Burgos) por La Caixa o de la CAM por el Banco de Sabadell.

Y esto no ha acabado ni mucho menos. Porque aún quedan grandes “joyas de la corona” del sistema financiero como Bankia o Caixanova por repartir. Subasta para la que ya se han postulado abiertamente los presidentes tanto de Santander como de BBVA, según palabras textuales de éste último “por el bien de España”. Sólo que ahora es previsible que se enfrenten a una competencia mayor, puesto que la última reforma financiera del gobierno, dictada expresamente por la Troika, ha abierto las puertas para que la gran banca mundial pueda participar activamente en la disputa.

Trasvase hacia el exterior

Y es que no es sólo, ni siquiera principalmente, la voracidad de la gran banca española. Junto a su concentración monopolista, un gigantesco trasvase de riqueza hacia el exterior está también en el origen de la incesante expansión de la pobreza y el aumento del abismo social

En primer lugar, porque aunque Botín o Francisco González sean los presidentes ejecutivos de Santander y BBVA, más del 40% de la propiedad de sus bancos está en manos del gran capital extranjero. En particular de la gran banca norteamericana como JP Morgan-Chase o de sus gigantescos fondos de inversión como Blackrock, Capital Research o Fidelity Fund. Y ya en un lugar más secundario, la gran banca europea como el francés BNP-Paribas o el suizo UBS. Lo que quiere decir que de cada 100 euros que obtiene de beneficios la gran banca española, 40 euros o más van a financiar directamente la cuenta de beneficios de las grandes oligarquías financieras del planeta.

Pero en segundo lugar, también, porque la crisis no está haciendo más que aumentar el grado de penetración del gran capital extranjero en todas las esferas de la vida económica española. El último ejemplo lo hemos tenido en la reforma energética aprobada por el gobierno hace tan solo unas semanas. Gracias a ella, los consumidores sufriremos este año una nueva subida en los recibos de la luz y el gas de al menos un 8%. ¿Por qué?

Sencillamente porque gracias a las presiones de la embajada norteamericana y alemana, el gobierno mantendrá las subvenciones a las grandes empresas de energías renovables, incluso a las que han demostrado no ser rentables, participadas mayoritariamente por fondos de inversión yanquis y germanos, que poseen entre el 30 y el 50% de su propiedad.

Desde que estalló la crisis en 2007, estas empresas han recibido del Estado subvenciones públicas por valor de 25.000 millones de euros. Dos veces y media los recortes de este año en Sanidad y casi 4 veces los de Educación.

La razón de que a los jubilados les hagan pagar ahora un 10% de las medicinas, o de que a cualquier familia le cuesta 60 u 80 euros que sus hijos se lleven la comida de casa al colegio en un tuper no es otra que mantener estas subvenciones a los fondos extranjeros.

Este es el reverso tenebroso de los recortes y ajustes que estamos sufriendo: la mayoría nos tenemos que empobrecer para que un puñado de bandidos financieros, de aquí y de fuera, sean cada vez más ricos a costa nuestra. Y todo en nombre de esa gran mentira de que no hay dinero porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. No hay dinero, en efecto. Pero porque se lo están llevando ellos a manos llenas mientras a nosotros nos condenan al paro y la pobreza.

¿Qué no hay dinero? Nuestros camaradas de Euskadi y Galicia se presentan a las elecciones del próximo 21 de octubre con un programa cuyo primer punto es la redistribución de la riqueza. Y en él demuestran sobradamente cómo en ambas comunidades, al igual que ocurre en el resto de España, existe dinero, recursos y riqueza más que suficientes para acabar en el plazo de una legislatura con el paro, subir los salarios y las pensiones mínimas a 1.000 euros mensuales e invertir más, en lugar de recortar, en gastos sociales como sanidad educación o dependencia.

Esa es la encrucijada a la que nos enfrentamos. O seguir permitiendo que ellos concentren más y más riqueza, más y más poder sobre nuestras vidas, o unirnos el 90% de la población en un frente amplio para redistribuir la riqueza, ampliar la democracia y defender la soberanía nacional. En tomar partido ante esta situación reside todo.

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