La oposición al proyecto de dictadura mundial de Trump comienza en su propia casa y con el propio pueblo norteamericano, que ha vuelto a demostrar -es la tercera vez- su enorme combatividad y capacidad de movilización y resistencia.
Más de cinco millones de manifestantes, en más de 2.000 protestas por todo EEUU, han desplegado el rechazo a las ultrareaccionarias políticas de la actual administración republicana.
El 14 de junio se conmemoraba el 250.º aniversario de la fundación del ejército estadounidense, y además Donald Trump celebraba su septuagésimo noveno cumpleaños. Por eso el gobierno republicano había organizado un fastuoso -45 millones de dólares- desfile militar en Washington, algo no muy habitual en EEUU, y donde muchos han visto la firma del narcisismo presidencial.

Pero de la afluencia esperada -unas 200.000 personas, llegó a aventurar la Casa Blanca- nada de nada, apenas unos pocos miles que dejaron completamente deslucido el castrense espectáculo, y desencajada la cara del presidente.
En lugar de los aduladores trumpistas, lo que desfiló aquel sábado por todo el país fueron más de cinco millones de estadounidenses marchando en las más de 2.000 manifestaciones convocadas a lo largo y ancho de todo EEUU bajo el lema ‘No Kings’ (No a los reyes) en clara referencia a las políticas ultrareaccionarias, agresivas y antidemocráticas de Donald Trump.
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Un día sin reyes

El sábado 14 de junio las calles norteamericanas se inundaron de pancartas, consignas y energía de lucha. “Sin reyes. Sin redadas. Sin guerra”, se gritaba en los megáfonos.
Ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Houston, Miami o Washington ya habían vivido los días y semanas anteriores masivas protestas espontáneas contra la «Gestapo migratoria» de Trump -el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), más conocido como la «migra»- y sus brutales redadas, con fuertes disturbios en California. Pero en este caso, al calor de las primeras, se ha tratado de una protesta nacional, coordinada y organizada en todo el país.
Los convocantes son una amplísima plataforma de organizaciones por los derechos civiles. Algunos de ellos están en la órbita del Partido Demócrata, pero la mayoría están a la izquierda o muy muy a la izquierda de los mismos, y también protagonizaron protestas pro-palestinas y contra «Genocide Joe» Biden. Entre las principales están organizaciones como Indivisible, American Federation of Teachers, American Civil Liberties Union, Public Citizen, MoveOn, 50501, Stand Up America, Common Defense, Human Rights Campaign, League of Conservation Voters… y así hasta más de cien siglas, que incluyen partidos comunistas, socialistas y de extrema izquierda, y también potentes sindicatos como la United Auto Workers, representantes del pujante y nuevo movimiento obrero norteamericano.

Han protagonizado dos millares de movilizaciones de muy distinto tamaño: desde unos pocos cientos en pueblos pequeños y capitales de condados, hasta impresionantes marchas de más de 200.000 en Nueva York y Los Ángeles. Muchos, muchísimos jóvenes. Y gran mayoría de clase trabajadora. Una composición diversa, con presencia de afroamericanos, hispanos y latinos, asiáticos, musulmanes. Muchas banderas estadounidenses, pero también gran cantidad de mexicanas, canadienses, hondureñas o palestinas.
Los manifestantes llevaron pancartas y carteles creativos hechos a mano con lemas a favor de la democracia, las libertades civiles, los derechos de los inmigrantes, el derecho al aborto, los derechos LGBTQ+, la educación, los servicios sociales, el medio ambiente, la paz y Palestina.

No son meras consignas contra los ataques ultraderechistas de Trump. Muchas de ellas – “las personas por delante de los beneficios”, “basta de codicia corporativa”- son gritos contra el propio capitalismo, contra la oligarquía financiera y contra el Imperio estadounidense. La influencia del marxismo es patente.
No es la primera gran movilización contra las políticas de Trump, pero sí la más masiva hasta el momento, con más de cinco millones de manifestantes -incluso más- contando las marchas de todo el país. Las protestas «Hands Off» del 5 de abril congregaron a aproximadamente 3,5 millones de personas en 1400 localidades. Y las manifestaciones del Primero de Mayo, convocadas por los sindicatos y la izquierda socialista, congregaron a aproximadamente 2,5 millones en 1000 ciudades de todo EEUU.
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«Keep it peaceful»
Una consigna ha presidido todas las marchas: «Keep it peaceful» (mantenlo pacífico). Los convocantes son conscientes de que el trumpismo busca criminalizar y desacreditar las protestas como violentas y caóticas, así que se han esforzado en desplegar manifestaciones tan enérgicas y reivindicativas como alegres y festivas.

A pesar de que no pudieron evitarse algunos enfrentamientos entre policías y manifestantes en las proximidades de las oficinas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), cárceles y otros símbolos de injusticia, las manifestaciones del 14 de junio fueron en su mayoría pacíficas. Fueron multitudinarias, y la policía generalmente observaba a distancia o dirigía el tránsito.
Por contra, la violencia siempre está del mismo lado, y el fascismo trumpista alienta a sus camisas pardas y sus grupos de choque.
En Minnesota, en vísperas de la manifestación, un derechista desquiciado que se hizo pasar por policía asesinó a una legisladora estatal y a su esposo, e hirió a otro legislador y a su esposa. En Virginia del Norte, un hombre atropelló a una multitud de manifestantes con una camioneta, causando heridos, pero ninguna muerte. En Salt Lake City, el personal de seguridad de la manifestación disparó a un hombre que sacó un rifle semiautomático de su mochila, matando a un transeúnte.