Ningún progresista quería un 10 de noviembre

El curso más probable de los acontecimientos -casi sentenciados tras la vía muerta a la que han llegado las conversaciones entre socialistas y Unidas Podemos- es la convocatoria de unas nuevas elecciones para el 10 de noviembre.

Es una pésima noticia. En las elecciones del 28 de Abril, una mayoría de votantes progresistas emitieron una clara voluntad, impusieron con una masiva afluencia a las urnas, un claro giro a la izquierda. Se abrió una excelente posibilidad de un gobierno progresista que trabajara por hacer realidad sus intereses y anhelos.

Ante la amenaza de que llegaran al gobierno o ganaran un peso político decisivo las fuerzas que apostaban por nuevos saltos en el saqueo y en el recorte de derechos y libertades, las urnas gritaron que lo que quiere la mayoría es una España de progreso, de avance de las conquistas del pueblo y de los trabajadores. 

Los líderes políticos de PSOE y Unidas Podemos debían y podían haber llegado a un acuerdo que permitiera, bajo la forma que fuere (con la fórmula de coalición o con la forma ‘portuguesa’) un gobierno de progreso que diese respuesta a las exigencias de las clases populares. Que subiese los salarios y blindara las pensiones, que revirtiera recortes sociales en sanidad, educación y dependencia, que atajara con la desigualdad y la precariedad, que llevara adelante la recuperación de derechos y libertades, audaces políticas de igualdad de género o de defensa del medio ambiente…ç

PSOE y Unidas Podemos debían y podían haber llegado a un acuerdo que permitiera, bajo la forma que fuere un gobierno de progreso que diese respuesta a las exigencias de las clases populares.

Han defraudado a más de 14 millones de votantes progresistas. No tenían derecho a no llegar a un acuerdo, anteponiendo los intereses del país y de las clases trabajadoras a sus intereses partidistas. Más allá del «reparto de culpas» que cada cual estime justo, o de «batallas del relato», ambas direcciones, la del PSOE y la de Unidas Podemos, son responsables de llevarnos a unas indeseadas elecciones que podrían ser una “ruleta rusa” para la mayoría progresista. La abstención de una considerable parte del electorado progresista que sí se movilizó el 28-A podría incluso abrir la puerta, hoy felizmente cerrada, a un “gobierno de los recortes”.

Porque esto es lo que está en juego. Si se va a formar un gobierno que -con las limitaciones que da la naturaleza prooligárquica y prohegemonista de las fuerzas llamadas a formar gobierno- se va a formar un ejecutivo capaz de orientarse por satisfacer parcialmente las exigencias de la mayoría social. O si se va a formar el gobierno que ansía el hegemonismo y la oligarquía. Uno a través del cual pueda seguir ejecutándose un proyecto de saqueo y degradación que lejos de haber sido culminado, necesita ir mucho más allá.

En una reunión del Círculo de Empresarios –la organización donde están representados los dueños y altos ejecutivos de la Banca y empresas del Ibex-35-  su presidente, John Zulueta, exponía que “sería mejor repetir las elecciones generales, parece que saldría más o menos lo mismo, pero puede dar un respiro y quizás algunos partidos reconsideren su postura” para que se pueda formar un gobierno “estable y de centro” que incluyera a PSOE, PP y Ciudadanos, o al menos a PSOE y Ciudadanos “pero sin extremistas”.  

Son esas fuerzas las que no han dejado de maniobrar para frustrar la posibilidad de que en España haya un gobierno que esté, aunque sea en un grado relativo, bajo la influencia de la mayoría social progresista. 

Prácticamente ningún progresista, ninguna persona de izquierdas, deseaba votar el 10 de noviembre. Pero de poco sirve ahora lamentarse. Ellos, las clases dominantes y los centros de poder, están interesados en la desmovilización del voto progresista. Debemos luchar justo por lo contrario.

Es el momento de luchar por que en la próxima cita electoral, como ocurrió el 28A, a esos centros de poder se les hiele la sonrisa. Logrando una nueva mayoría de izquierdas en el Parlamento que fuerce -y esta vez logre, a pesar de las direcciones y sus vetos- un gobierno de progreso en la Moncloa.

2 comentarios sobre “Ningún progresista quería un 10 de noviembre”

  • Se supone que los partidos, y podemos em en particular, no iban a oponerse a la lista más votada. Las elecciones castigará esa mentira, que está costando dinero a todos los contribuyentes.

  • Espero que los electores saquen conclusiones de todo este lapso, castigando al holding de Podemos. Es de sensibilidad preguntar de nuevo, cuando los actores han quedado retratados.

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