Nicaragua en el laberinto

Los recientes sucesos en Nicaragua no caen como un rayo en cielo despejado. La ofensiva de desestabilización norteamericana mediante golpes blandos se recrudece. La brutal respuesta del Gobierno, cuyas imágenes recorren el mundo, se aleja radicalmente de todo aquello que tuvo de honorable y justo la revolución sandinista. Tres meses de protestas y represión que dejan más de 300 muertos. La oleada de movilizaciones, originada ante la controvertida reforma de la Seguridad Social del Gobierno de Daniel Ortega, ha terminado en una desatada violencia contra las protestas entre jubilados, trabajadores y universitarios.

Nicaragua es más que una piedra en el zapato para EEUU. Con el actual Gobierno sandinista, alineado con el frente antihegemonista latinoamericano, su economía ha crecido en cinco años a un ritmo medio del 5%. Ha bajado la pobreza del 42,5% al 29,6%. Para Nicaragua son ya muchos los años en la lista de Gobiernos a derribar. En los 80, el golpismo norteamericano con la administración Reagan financió, armó y dirigió a la Contra paramilitar que perpetró todo tipo crímenes para acabar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (apoyados entonces por la URSS). Ya en el nuevo siglo, el FSLN de Daniel Ortega ganó las elecciones en 2007. Invicto desde entonces, ha obtenido el 61% del voto en las elecciones municipales de 2016.

El reguero de violentas protestas sigue el patrón calcado de desestabilización a los Gobiernos opuestos a EEUU en otros países del continente. Un esqueleto protagonista de “organizaciones de la sociedad civil”, unidas en su hostilidad al Gobierno que contradiga los designios del proyecto de dominio norteamericano. Y como broche, la actuación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID): uno de los principales aparatos de intervención de EEUU para crear y potenciar los «golpes blandos». Sus actividades han sido firme y largamente denunciadas por los Gobiernos de Ecuador o Bolivia. La trayectoria de agencias similares se remonta a los años 60. La sombra de su intervención es alargada por todo el continente. El declive del poder norteamericano, con la formación de un numeroso frente antihegemonista, hace imposible recurrir a la receta militar del “golpe de Estado clásico” contra Gobiernos rebeldes.

Buscar la verdad en los hechos y ser valientes

El origen de las primeras movilizaciones son el rechazo popular ante la polémica reforma de la Seguridad Social impulsada por el gobierno sandinista. Unas drásticas medidas de aumento de la cuota obrero patronal, subida de impuestos y descuento del 5% de las pensiones a los actuales jubilados. Hay que separar tajantemente la intervención norteamericana de la aplastante represión desatada por el Gobierno ante el descontento contra parte de sus políticas.

“Estuvimos defendiendo la paz”, la realidad y las palabras del presidente de Nicaragua no encajan. Las imágenes muestran de todo menos paz; el cerco y persecución de manifestantes, muchos universitarios, a golpe de ráfagas de ametralladora hasta el asedio en la universidad o en iglesias. Hay denuncias de la actuación de francotiradores y desapariciones. Tan evidente y palpable es la intervención norteamericana en la desestabilización de Nicaragua, como clara y abismal la línea que separa los principios revolucionarios para resolver las contradicciones en el seno del pueblo de la antagónica represión del Gobierno. Deben rectificar ante sus hechos: inaceptables y fuera de toda justificación para quienes nos reclamamos del campo de la revolución. ¿Puede ser esta actuación parte del legado de la revolución sandinista y de los anhelos revolucionarios del pueblo de Nicaragua? De ninguna manera.

7 comentarios sobre “Nicaragua en el laberinto”

  • NICARAGUA SANDINISTA dice:

    También a las demografías se les vende la moto del supuesto «individuo» en abstracto, cuya «conquista de libertad» (asociándola a la americanización, anglosajonización, liberalizaciones jurídicas y de las actividades económicas y de apropiación privativa individual, etc.) portará la justicia de las oportunidades, de la coronación en base al «mérito» en competencia contra los demás sujetos sociales. Cómo se va, desde el antiimperialismo, a expresar apoyo a los movimientos así direccionados…, en base a ideologías de oposición política pactistas con el sistema mundial nucleado a partir de los Estados Unidos. Es totalmente no ya legítimo, sino necesario que los antiimperialistas traten de organizar su propio rol de ayudar en la autoconciencia y en la organización poblacional contra las degeneraciones estatales y del aparato burocrático y de partido, para, desde esa perspectiva y bajo esa imprenta directiva, regenerar y desarrollar la dignidad de la vida y la soberanía material y política de los países y de sus pueblos. Si hubiera movimientos de ese signo en Nicaragua, deberían ser respaldados, y deben ser respaldados los movimientos emprendidos por el propio Frente Sandinista contra las políticas lesivas del pueblo nicaragüense. Pero señores, de ahí a tomar partido en favor de las protestas REALMENTE EXISTENTES, hay un mundo y hay una distinción antagónica de postura, sobre todo en aquello que se acaba ayudando a «producir», esto es, en los hechos, que acaban siendo dramáticos para el pueblo. Hay que condenar, en tal mismo sentido, la represión injusta, pero dentro de la condena -ENGLOBANTE Y MÁS PROFUNDA: RADICAL, YENDO A LA RAÍZ- que consiste en condenar el régimen imperialista de ideología y de hegemonía de horizontes, que lleva a las personas a salir a la calle, creyendo que luchan por ellas, mismas, cuando están luchando por abrir paso a una Agenda asesina de ellos mismos y de todo el pueblo nicaragüense. Hay que condenar la manipulación opositora y el Hegemonismo, cínicos conductores de las personas a batirse en la calle para producir víctimas propiciatorias movidas por los hilos social-imperialistas del primermundismo. Y para terminar, dudo mucho que Daniel Ortega se haya tornado en Tirano. Porque claro, todos sabemos que el Imperio reproduce la división global y su propia hegemonía global a través de derribar tiranos… Si fuera un Tirano, ¿en serio el Imperio haría de ello un problema?

  • NO APOYAR ESAS PROTESTAS dice:

    Creo honestamente que el pretender «separar» «entre» la «intervención» del imperialismo y las protestas es una posición que brota de una lectura idealista y metafísica. Honestamente, pienso que es imposible separar o disociar ambos «fenómenos», pues ambos conforman una unidad. Hubo un señor de nombre Antonio Gramsci que escribió, entre otras obras, «Cuadernos desde la cárcel», donde nos habla de los conceptos de hegemonía y de subalternidad aplicados a la cultura y a la ideología. ¿Cómo puede separarse entre «protestas» e «intervención» en un contexto mundial donde hay un hiper-poder con capacidad inédita de influenciar la cosmovisión de las sociedades, sus aspiraciones, sus reclamaciones…, a través de una auto-apología espectacular de supuestas «sociedades-modelo» hacia las que otros «deberían tender», «a las que habría que imitar»…? El espectáculo está incesantemente dictando el cuadro normativo de «posibilidades» y de «horizontes» a las masas del Tercer Mundo, auto-representándose a través de una supuesta tautología a emular: «lo que aparece en el espectáculo es bueno; lo bueno es aquello que aparece en el espectáculo».
    Las poblaciones quedan encandiladas, deslumbradas, recibiendo a través de sus parabólicas, de las mercancías que los países dependientes importan desde los núcleos… (tras haberlas producido esas mismas poblaciones!!!). Se les dice: «Oh, Occidente, llegad a occidente en vuestra propia tierra, cambiando las cosas, y ya se acabó la historia. Viviréis como protagonistas de las series de importación, el Happy End de la Historia, el fin de la Historia». Reciben el mensaje auto-apologético del Mundo Libre a acuñar, del Estado Liberal, de las pensiones a conseguir también…, sin tomar en cuenta el contexto global en que el mundo se halla dividido, donde precisamente el presunto Modelo social es producido en otras latitudes A PARTIR DE LA APROPIACIÓN de la propia materialidad nacional de esas poblaciones. Pero la gente no quiere combatir por la independencia nacional, por la Soberanía para cursar el propio rumbo a contracorriente del Imperio. La gente quiere ya encajar en el Imperio, adaptarse y, si hace falta, «ser los mestizos de los negros» y «sentirse blancos».
    ESAS protestas no deben ser jamás objeto de apoyo por parte del antiimperialismo. POR SUPUESTO ESE CARÁCTER NO JUSTIFICA NI UN SOLO DISPARO CONTRA LA SOCIEDAD CIVIL. Pero tampoco se justifica apoyar A ESAS protestas desde una perspectiva antiimperialista. Precisamente por la ausencia de dirección de las mismas. Precisamente porque su ideal y sus direcciones están preñadas de imperialismo, y objetivamente su tendencia no es positiva para las condiciones de existencia de sus propios protagonistas, al margen de cómo esos protagonistas se representen su propia acción en su conciencia y en sus deseos subjetivos.
    POR SUPUESTOS QUE DESDE EL ANTIIMPERIALISMO HAY QUE EMPEZAR AFIRMANDO QUE SÍ EXISTEN RAZONES OBJETIVAS PARA PROTESTAR CONTRA LO INJUSTO TAMBIÉN EN NICARAGUA; hay un mundo entre dicha premisa y la premisa de dar apoyo a las protestas en curso.

  • Me parece muy necesario este artículo con este punto de vista. Teniendo claro que la superpotencia yanki lleva actualmente una contraofensiva en Latinoamérica para derribar cualquier gobierno que no se pliegue a sus intereses, hay que denunciar clarísimamente la actuación del gobierno sandinista como antagónica a los principios revolucionarios.

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